Sobre el vuelo de GermanWings se han escrito ríos de tinta y está de más seguir escribiendo del triste suceso diez días después de la tragedia aérea europea más grave de los últimos siete años.
Pero por más que la aerolínea y los psiquiatras que atendieron al copiloto suicida continúen aportando pruebas para afirmar que se trató de una acción premeditada de Ludwig yo sigo pensando que puede haber gato encerrado.
No soy amigo de las conspiranoias que tan habitualmente se comentan después de un atentado terrorista o de una tragedia mediática como la que nos ocupa. Pero insisto que en este caso me resulta muy raro pensar que una aerolínea dejara volar a un sujeto con un cuadro psiquiátrico como el de Ludwig.
Los directivos echan balones fuera argumentando que Ludwig tenía la obligación de presentar los resultados médicos a la empresa y no lo hizo para evitar ser dado de alta. Pero cuando se ostenta un puesto de tanta responsabilidad como el de piloto aéreo toda aerolínea debería estar al pendiente de los resultados psiquiátricos de sus pilotos. Y no dejar en manos de estos el comunicar su estado mental, pues ya sabemos que los locos, los depresivos y los que sufren cualquier tipo de patología mental rara vez admiten sus problemas.
Tal vez el accidente se debió a un fallo del avión y como este tenía más de treinta años la aerolínea prefirió echar el muerto al copiloto antes de admitir que el accidente se produjo por el mal estado de la aeronave, por desperfectos en la misma, o por no haber pasado la oportuna revisión.
A seguro que resultarán descabelladas mis palabras, pero es que me resulta tan extraño que la aerolínea no supiera el cuadro depresivo de uno de sus copilotos que me lleva a pensar que el accidente se debió a una falla técnica.
Descartada una tormenta o las inclemencias meteorológicas como desencadenante de la tragedia por tratarse de un día de estabilidad atmosférica sólo quedan dos opciones. El suicidio o un fallo técnico.
Sea como fuere la obligatoriedad de que siempre se mantengan dos personas en cabina resulta primordial, es más, me parece un atropello que en la actualidad sólo cuatro o cinco compañías tenían esta norma como obligatoria.
Eso me hace pensar que este suceso podría haberse producido en muchísimas ocasiones, si es que no se ha producido ya en otros casos en que se ha considerado que el accidente se debía a otras causas.
Según los datos que recoge la prensa, sólo en cinco ocasiones un avión se estrelló por el suicidio de un piloto, una vez en Mozambique, otra en Corea, otra en Estados Unidos y la última antes de Ludwig en un vuelo que salió de Marruecos rumbo a Estambul.
Esperamos que no se vuelva a repetir, con la nueva medida resultaría muy extraño, por no decir tremebundo que los dos pilotos se pongan de acuerdo en estrellar el avión, descartando el atentado terrorista. En este caso ya sólo se podría adoptar como medida que en los vuelos fueran un par de policías o militares especializados en la lucha antiterrorista.
¿Se imaginan como se encarecería el precio del billete?
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