jueves, 18 de junio de 2015

Relato corto: El chantaje a Lucía.

Los tres jóvenes conversaron en la sala durante un buen rato, principalmente hablaban Mario y Sofía, Walter apenas era capaz de formular una frase de más de tres palabras, la tensión y el miedo se palpaban en su semblante. Sofía lo percibió y finalmente le preguntó.
-¿Te pasa algo, tienes mala cara?-le preguntó mientras le tocaba la frente para comprobar si tenía fiebre.
-Pregúntale a Mario, el sabe muy bien lo que me sucede.
Mario se quedó pálido, bebió un nuevo sorbo de limonada y tras posar de nuevo el vaso sobre la mesa miró fijamente a Walter como pidiéndole explicaciones.
-Me pueden decir que pasa, tanto hermetismo me abruma-las palabras de Sofía no hallaron respuesta, sus acompañantes parecían estar jugando una partida de poker sin querer enseñar sus cartas.
-Mario ya se ha enterado de todo, no hace falta que sigas con la peluca-dijo Walter con ganas de acabar con esa situación cuanto antes.
-Te pido que no digas nada a nadie, por favor Mario-le pidió Sofía tras un minuto de zozobra y estupor.
-Cómo le dije a Walter mientras veníamos yo no tengo ningún inconveniente en que sigan juntos, es más hacen muy buena pareja, pero los favores se pagan, y todo en la vida tiene un precio. Unas cosas valen poco, otras valen más, y otras valen mucho. En este caso mi silencio vale mucho, ¿no es cierto?-preguntó mientras miraba de soslayo a sus dos acompañantes.
-Claro que sí Mario, pero hasta donde quieres llegar-contestó Sofía muy molesta por los rodeos en las explicaciones de Mario.
-Dado que Walter no quiere hablar me veo obligado a explicarte lo que habíamos acordado los dos y que ahora…
-No acordamos nada, te dije que subieras a mi casa para hablarlo con Sofía-le impidió que terminara de hablar.
-Para hablar el qué, por favor hablen, me van a volver loca con tantas dudas-exclamó Sofía llevándose las manos a la cabeza.
-Mario quiere acostarse contigo, ese es el precio que debemos pagar por su silencio, para que no diga a nadie que vives conmigo.
-Más que acostarse es echar un tire, de hecho he quedado para cenar en Larcomar con Celeste en hora y media-dijo Mario mientras miraba su reloj.
-¿Cómo puedes ser tan inocente de pensar qué voy a tener sexo contigo, pero tú te has mirado al espejo alguna vez?
-Con descalificaciones absurdas no se va a ninguna parte Sofía. Se trata de evitar que tu enamorado entre en la cárcel. Si no te importa que Walter entre en prisión yo me voy y se acabó el trato.
-Pues ya te puedes ir yendo porque Walter no va a entrar en la cárcel, no me tiene secuestrada, estamos juntos porque nos queremos.
-Muy bien, eso se lo explicas al juez, a ver si él piensa de igual forma-adujo Mario mientras se levantaba del sofá y se dirigía a la salida.
Walter le echó una mirada compasiva a Sofía que ella no supo entender si con ella le pedía que rectificara. Mientras tanto Mario permanecía con su mano derecha en el pomo de la puerta esperando que la pareja rectificara su posición y aceptaran su chantajista acuerdo. Al observar que no volteaban a mirarle decidió abrir la puerta y salir de la casa sin despedirse.
-¿Crees que hice bien?-preguntó Sofía una vez que Mario cerró la puerta.
-No lo sé.
-Creo que debemos aceptar el trato por muy duro que sea para los dos-volvió a decir unos segundos después.
-Como que el trato, eso no es un trato es un chantaje, es prácticamente una violación.
-Si lo consideras como una violación entonces es mejor que vaya a la cárcel y cuando salga retomemos nuestra relación-sostuvo Walter, quien cogió las manos de Sofía con delicadeza en señal de que iba apoyar cualquiera de las decisiones que tomara.
-¿Serás capaz de superar la situación si me acuesto con Mario?
-Claro que lo superaré, yo sé que no te gusta, que sólo lo haces para evitar que vaya a la cárcel. Es como si lo hicieras conmigo, cierras los ojos y me ves a mí.
-No sigas hablando, no digas nada más-Sofía tenía sus manos en la frente mientras Walter la abrazaba con sutileza.
-Dale alcance antes de que llegue a la comisaría-pidió Sofía sin destapar su cara.
-Vuelvo enseguida-Walter le dio un beso en la mejilla y salió corriendo en busca de Mario. Apenas tuvo que correr puesto que Mario se encontraba en las escaleras, sumido en la oscuridad tan sólo acompañado por el humo de su cigarro.
-¡Donde vas!
-Joder Mario, vaya susto me diste, pensé que habías salido del edificio.
-Aquí estaba esperándote a que tomaras la sabia decisión de aceptar mi propuesta.
-Venga vamos para dentro antes que Sofía cambie de opinión.
-Vamos pues-expresó Mario tras arrojar la colilla en las escaleras.
-Eres un guarro, recoge esa colilla.
-Guarrerías es lo que le voy hacer a tu Sofía-adujo mientras se ajustaba los pantalones.
Walter estaba a punto de estallar, sentía ganas de partirle la cara al desgraciado que tenía a su par, pero se contuvo y abrió la puerta para permitir que pasara.
-Ya estamos de vuelta-exclamó con jovialidad Mario atusándose el flequillo.
-Vamos a la habitación-dijo Sofía mientras se dirigía a ella.
-Oye, tú vigila que no entre tu madre al cuarto, no me gustaría toparme con Estrella mientras estoy a punto de eyacular-dijo Mario guiñándole un ojo a Walter.
-Descuida, mi madre está pasando unos días en casa de mi hermano.
Mario entró en la habitación y cerró la puerta. Walter la abrió al instante.
-La puerta se queda abierta-exclamó Walter mostrando su ira.
-Bueno, no tengo inconveniente alguno, si así lo deseas está bien. Yo la cerré para que no tuvieras que oír los gemidos de placer.
-Cierra la boca-le dijo Walter tras empujarle.
Mario ya no habló más, comenzó a desabrocharse los botones de la camisa mientras que Sofía aguardaba sentada en la cama cabizbaja. Walter permaneció de pie en la sala a escasos metros de la habitación, no quería ver nada pero quería estar cerca por si Mario agredía a Sofía.
Unos minutos después la ira de Walter se multiplicó por tres al escuchar los gemidos lascivos que emitía Mario. Quiso entrar a la habitación para poner fin a la aberración que se estaba viviendo allí dentro pero se contuvo finalmente, tan sólo serían unos minutos de sufrimiento que debería aguantar para poder seguir siendo feliz junto a Sofía.
-No pasa nada, no pasa nada-decía para sus adentros mientras se golpeaba el rostro suavemente contra la pared de la sala.
Caminó durante un par de minutos por toda la sala y por el largo pasillo que conducía al resto de habitaciones.
-Si mi madre hubiera estado en casa esto jamás habría pasado-mascullaba entre dientes mientras caminaba por su casa.
De pronto Sofía que hasta el momento había estado callada comenzó a gritar entre sollozos.
- ¡Eso no! ¡Eso no!
-Calla zorra que así termino antes.
Los gritos de Sofía continuaron hasta que finalmente Walter entró en la habitación para socorrer a Sofía que estaba siendo penetrada analmente mientras Mario le tiraba del cabello con fuerza.
-Ya Mario, déjala- exclamó Walter mientras trataba de apartarle de Sofía.
-Ya termino, ya termino-decía Mario sin soltar a Sofía.
En ese instante Walter comenzó a estrangularlo con todas sus fuerzas. Aguantó unos minutos hasta que Mario dejó de poner resistencia, para entonces Sofía había logrado escabullirse de la cama y se metió en la ducha para quitarse los restos de saliva que Mario le había expandido por toda su anatomía.
Walter se apartó de Mario sin saber si estaba vivo o muerto. Mario no daba señales de estar vivo, le tomó el pulso y no encontró sus constantes vitales.
- No puede ser posible-se lamentaba Walter-¿cómo puedo haberlo matado si tan sólo  lo agarré un par de minutos?-se barruntaba.
Al instante salió Sofía del baño llorando. Se abrazó a Walter y le comenzó a besar.
-Creo que Mario está muerto-le dijo Walter.
Sofía apartó la cabeza del cuerpo de Walter y observó el semblante de Mario inexpresivo que parecía anunciar su muerte.
-¿Y ahora qué hacemos?- fue lo único que pudo decir Sofía mientras se secaba las lágrimas vertidas.
-No lo sé, vamos a esperar unos minutos, pero me parece que está muerto.
Pasaron los minutos y después las horas hasta que Walter tomó la decisión de bajar el cuerpo de su víctima a su carro y llevarlo al Rímac.
Esperaron a que fueran las dos de la madrugada para realizar la arriesgada operación de trasladar el muerto al vehículo.
-¿No será mejor arrojarlo a la playa en vez de ir tan lejos hasta el río?
-Prefiero tirarlo en el Rímac porque allí es donde los pandilleros y los narcotraficantes tiran a los muertos. Así la policía sospechará de ellos y no de su círculo de amistades.
-Buena idea-se limitó a decir Sofía.
Cuando llegaron al cauce del río a su paso por el distrito que lleva su nombre Walter descendió del vehículo y sacó el cuerpo de Mario que había sido introducido en un saco de gran tamaño junto a su ropa, su cartera y su celular. Walter comenzó a tirar de él mientras Sofía observaba hacia todos los lados para cerciorarse de que no hubiera nadie en aquel lugar.
Una vez que Walter logró tirar el cadáver al río regresó rápido al auto y se marchó del lugar en un abrir y cerrar de ojos.
Dos días después Celeste se personó en su casa a las siete de la tarde.
-Hola Celeste que sorpresa verte por aquí-Walter la conminó a pasar y a que se sentara en el sofá-¿A qué se debe tu visita?
-Venía a preguntarte si sabías algo de Mario.

-Antes de ayer estuvimos tomándonos una cerveza en mi casa. En torno a las ocho se marchó y ya no volví a saber nada más de él-contestó Walter sin tapujos.

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