Los tres jóvenes conversaron en la sala durante un buen rato,
principalmente hablaban Mario y Sofía, Walter apenas era capaz de formular una
frase de más de tres palabras, la tensión y el miedo se palpaban en su
semblante. Sofía lo percibió y finalmente le preguntó.
-¿Te pasa algo, tienes mala cara?-le preguntó mientras le tocaba
la frente para comprobar si tenía fiebre.
-Pregúntale a Mario, el sabe muy bien lo que me sucede.
Mario se quedó pálido, bebió un nuevo sorbo de limonada y tras
posar de nuevo el vaso sobre la mesa miró fijamente a Walter como pidiéndole
explicaciones.
-Me pueden decir que pasa, tanto hermetismo me abruma-las palabras
de Sofía no hallaron respuesta, sus acompañantes parecían estar jugando una
partida de poker sin querer enseñar sus cartas.
-Mario ya se ha enterado de todo, no hace falta que sigas con la
peluca-dijo Walter con ganas de acabar con esa situación cuanto antes.
-Te pido que no digas nada a nadie, por favor Mario-le pidió Sofía
tras un minuto de zozobra y estupor.
-Cómo le dije a Walter mientras veníamos yo no tengo ningún
inconveniente en que sigan juntos, es más hacen muy buena pareja, pero los
favores se pagan, y todo en la vida tiene un precio. Unas cosas valen poco,
otras valen más, y otras valen mucho. En este caso mi silencio vale mucho, ¿no
es cierto?-preguntó mientras miraba de soslayo a sus dos acompañantes.
-Claro que sí Mario, pero hasta donde quieres llegar-contestó
Sofía muy molesta por los rodeos en las explicaciones de Mario.
-Dado que Walter no quiere hablar me veo obligado a explicarte lo
que habíamos acordado los dos y que ahora…
-No acordamos nada, te dije que subieras a mi casa para hablarlo
con Sofía-le impidió que terminara de hablar.
-Para hablar el qué, por favor hablen, me van a volver loca con
tantas dudas-exclamó Sofía llevándose las manos a la cabeza.
-Mario quiere acostarse contigo, ese es el precio que debemos
pagar por su silencio, para que no diga a nadie que vives conmigo.
-Más que acostarse es echar un tire, de hecho he quedado para
cenar en Larcomar con Celeste en hora y media-dijo Mario mientras miraba su
reloj.
-¿Cómo puedes ser tan inocente de pensar qué voy a tener sexo
contigo, pero tú te has mirado al espejo alguna vez?
-Con descalificaciones absurdas no se va a ninguna parte Sofía. Se
trata de evitar que tu enamorado entre en la cárcel. Si no te importa que
Walter entre en prisión yo me voy y se acabó el trato.
-Pues ya te puedes ir yendo porque Walter no va a entrar en la
cárcel, no me tiene secuestrada, estamos juntos porque nos queremos.
-Muy bien, eso se lo explicas al juez, a ver si él piensa de igual
forma-adujo Mario mientras se levantaba del sofá y se dirigía a la salida.
Walter le echó una mirada compasiva a Sofía que ella no supo
entender si con ella le pedía que rectificara. Mientras tanto Mario permanecía
con su mano derecha en el pomo de la puerta esperando que la pareja rectificara
su posición y aceptaran su chantajista acuerdo. Al observar que no volteaban a
mirarle decidió abrir la puerta y salir de la casa sin despedirse.
-¿Crees que hice bien?-preguntó Sofía una vez que Mario cerró la
puerta.
-No lo sé.
-Creo que debemos aceptar el trato por muy duro que sea para los
dos-volvió a decir unos segundos después.
-Como que el trato, eso no es un trato es un chantaje, es prácticamente
una violación.
-Si lo consideras como una violación entonces es mejor que vaya a
la cárcel y cuando salga retomemos nuestra relación-sostuvo Walter, quien cogió
las manos de Sofía con delicadeza en señal de que iba apoyar cualquiera de las
decisiones que tomara.
-¿Serás capaz de superar la situación si me acuesto con Mario?
-Claro que lo superaré, yo sé que no te gusta, que sólo lo haces
para evitar que vaya a la cárcel. Es como si lo hicieras conmigo, cierras los
ojos y me ves a mí.
-No sigas hablando, no digas nada más-Sofía tenía sus manos en la
frente mientras Walter la abrazaba con sutileza.
-Dale alcance antes de que llegue a la comisaría-pidió Sofía sin
destapar su cara.
-Vuelvo enseguida-Walter le dio un beso en la mejilla y salió
corriendo en busca de Mario. Apenas tuvo que correr puesto que Mario se
encontraba en las escaleras, sumido en la oscuridad tan sólo acompañado por el
humo de su cigarro.
-¡Donde vas!
-Joder Mario, vaya susto me diste, pensé que habías salido del
edificio.
-Aquí estaba esperándote a que tomaras la sabia decisión de
aceptar mi propuesta.
-Venga vamos para dentro antes que Sofía cambie de opinión.
-Vamos pues-expresó Mario tras arrojar la colilla en las
escaleras.
-Eres un guarro, recoge esa colilla.
-Guarrerías es lo que le voy hacer a tu Sofía-adujo mientras se
ajustaba los pantalones.
Walter estaba a punto de estallar, sentía ganas de partirle la
cara al desgraciado que tenía a su par, pero se contuvo y abrió la puerta para
permitir que pasara.
-Ya estamos de vuelta-exclamó con jovialidad Mario atusándose el
flequillo.
-Vamos a la habitación-dijo Sofía mientras se dirigía a ella.
-Oye, tú vigila que no entre tu madre al cuarto, no me gustaría
toparme con Estrella mientras estoy a punto de eyacular-dijo Mario guiñándole
un ojo a Walter.
-Descuida, mi madre está pasando unos días en casa de mi hermano.
Mario entró en la habitación y cerró la puerta. Walter la abrió al
instante.
-La puerta se queda abierta-exclamó Walter mostrando su ira.
-Bueno, no tengo inconveniente alguno, si así lo deseas está bien.
Yo la cerré para que no tuvieras que oír los gemidos de placer.
-Cierra la boca-le dijo Walter tras empujarle.
Mario ya no habló más, comenzó a desabrocharse los botones de la
camisa mientras que Sofía aguardaba sentada en la cama cabizbaja. Walter
permaneció de pie en la sala a escasos metros de la habitación, no quería ver
nada pero quería estar cerca por si Mario agredía a Sofía.
Unos minutos después la ira de Walter se multiplicó por tres al
escuchar los gemidos lascivos que emitía Mario. Quiso entrar a la habitación
para poner fin a la aberración que se estaba viviendo allí dentro pero se
contuvo finalmente, tan sólo serían unos minutos de sufrimiento que debería
aguantar para poder seguir siendo feliz junto a Sofía.
-No pasa nada, no pasa nada-decía para sus adentros mientras se
golpeaba el rostro suavemente contra la pared de la sala.
Caminó durante un par de minutos por toda la sala y por el largo
pasillo que conducía al resto de habitaciones.
-Si mi madre hubiera estado en casa esto jamás habría
pasado-mascullaba entre dientes mientras caminaba por su casa.
De pronto Sofía que hasta el momento había estado callada comenzó
a gritar entre sollozos.
- ¡Eso no! ¡Eso no!
-Calla zorra que así termino antes.
Los gritos de Sofía continuaron hasta que finalmente Walter entró
en la habitación para socorrer a Sofía que estaba siendo penetrada analmente
mientras Mario le tiraba del cabello con fuerza.
-Ya Mario, déjala- exclamó Walter mientras trataba de apartarle de
Sofía.
-Ya termino, ya termino-decía Mario sin soltar a Sofía.
En ese instante Walter comenzó a estrangularlo con todas sus
fuerzas. Aguantó unos minutos hasta que Mario dejó de poner resistencia, para
entonces Sofía había logrado escabullirse de la cama y se metió en la ducha
para quitarse los restos de saliva que Mario le había expandido por toda su
anatomía.
Walter se apartó de Mario sin saber si estaba vivo o muerto. Mario
no daba señales de estar vivo, le tomó el pulso y no encontró sus constantes
vitales.
- No puede ser posible-se lamentaba Walter-¿cómo puedo haberlo
matado si tan sólo lo agarré un par de
minutos?-se barruntaba.
Al instante salió Sofía del baño llorando. Se abrazó a Walter y le
comenzó a besar.
-Creo que Mario está muerto-le dijo Walter.
Sofía apartó la cabeza del cuerpo de Walter y observó el semblante
de Mario inexpresivo que parecía anunciar su muerte.
-¿Y ahora qué hacemos?- fue lo único que pudo decir Sofía mientras
se secaba las lágrimas vertidas.
-No lo sé, vamos a esperar unos minutos, pero me parece que está
muerto.
Pasaron los minutos y después las horas hasta que Walter tomó la
decisión de bajar el cuerpo de su víctima a su carro y llevarlo al Rímac.
Esperaron a que fueran las dos de la madrugada para realizar la
arriesgada operación de trasladar el muerto al vehículo.
-¿No será mejor arrojarlo a la playa en vez de ir tan lejos hasta
el río?
-Prefiero tirarlo en el Rímac porque allí es donde los pandilleros
y los narcotraficantes tiran a los muertos. Así la policía sospechará de ellos
y no de su círculo de amistades.
-Buena idea-se limitó a decir Sofía.
Cuando llegaron al cauce del río a su paso por el distrito que
lleva su nombre Walter descendió del vehículo y sacó el cuerpo de Mario que
había sido introducido en un saco de gran tamaño junto a su ropa, su cartera y
su celular. Walter comenzó a tirar de él mientras Sofía observaba hacia todos
los lados para cerciorarse de que no hubiera nadie en aquel lugar.
Una vez que Walter logró tirar el cadáver al río regresó rápido al
auto y se marchó del lugar en un abrir y cerrar de ojos.
Dos días después Celeste se personó en su casa a las siete de la
tarde.
-Hola Celeste que sorpresa verte por aquí-Walter la conminó a
pasar y a que se sentara en el sofá-¿A qué se debe tu visita?
-Venía a preguntarte si sabías algo de Mario.
-Antes de ayer estuvimos tomándonos una cerveza en mi casa. En
torno a las ocho se marchó y ya no volví a saber nada más de él-contestó Walter
sin tapujos.
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