martes, 7 de julio de 2015

La masacre de Oklahoma.


Este artículo trata sobre el atentado terrorista más sangriento y atroz que sufrió Estados Unidos en el siglo xx. Para redactar lo acontecido he leído previamente muchos artículos de opinión acerca del caso y muchos testimonios de los sobrevivientes que rompieron el silencio y se animaron a contar lo sucedido tal y como lo vivieron. Para que no fuera demasiado extenso traté de abreviar y eliminar las partes que podían resultar menos interesante de los hechos. Esta es la página más triste de Oklahoma que probablemente nunca olvidarán por más que pasen los años.

El 19 de abril de 1995, un camión cargado con explosivos estalló frente al edificio gubernamental Alfred P. Murrah de Oklahoma City, y causó 168 muertos, el acto terrorista más mortífero hasta esa fecha en suelo estadounidense, pero también el más olvidado.
Seis años después de la masacre, cuando el país se empezaba a recuperar del impacto, los atentados del 11 de setiembre del 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono arrebataron con creces el trágico récord a Oklahoma, un atentado que desde entonces quedaría relegado a un segundo término en el imaginario popular estadounidense.
El atentado de Oklahoma City, del que se cumplen 20 años, no fue perpetrado por Al Qaeda ni por ningún grupo terrorista extranjero, sino que se trató de un caso de terrorismo doméstico.
El simpatizante ultraderechista Timothy McVeigh, blanco y ciudadano estadounidense, ejecutó la matanza con la ayuda de Terry Nichols, siendo condenado el primero a pena de muerte por la Justicia de EE.UU. y el segundo, a cadena perpetua. Un tercer hombre, Michael Fortier, fue condenado a doce años de prisión por no alertar a las autoridades de las intenciones de McVeigh y Nichols.
Timothy McVeigh tenía 27 años cuando perpetró el atentado. Fue capturado el mismo día.]
Que un atentado de las dimensiones del de Oklahoma City fuese planeado y ejecutado por solo dos hombres sigue siendo, junto a otros interrogantes sobre la investigación, motivo de toda clase de teorías de la conspiración.
McVeigh, de 32 años cuando se le ejecutó en el 2001 y ex combatiente de la Guerra del Golfo Pérsico, dijo que cometió el atentado en respuesta a la intervención de agentes federales contra el rancho de la secta de los Davidianos en Waco (Texas), en cuyo incendio fallecieron 83 personas el 19 de abril de 1993 después de un sitio policial de 52 días.
McVeigh consideraba al Gobierno su enemigo, y cuando fue arrestado el mismo día del atentado mientras huía hacia el norte, vestía una camiseta en la que aparecían el presidente Abraham Lincoln y los lemas "Sic semper tyrannis" (Así siempre a los tiranos) y "El árbol de la libertad debe refrescarse de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos".
La primera frase es atribuida a Marco Junio Bruto en el momento del asesinato de su padre adoptivo, Julio César, y también fue pronunciada por el asesino de Abraham Lincoln, John Wilkes Booth; mientras que la segunda es de Thomas Jefferson, tercer presidente y uno de los padres fundacionales de EE.UU.
Un caso cerrado
De entre las 168 personas que murieron a causa de la explosión en Oklahoma City, 19 eran niños pequeños que se encontraban en la guardería del edificio federal.
Además, la enorme potencia del explosivo hecho a base de fertilizantes destruyó o causó desperfectos en 312 edificios en un radio de 16 manzanas, destrozó 86 automóviles y causó daños por unos 652 millones de dólares.
"Todavía no sabemos cómo McVeigh y Nichols aprendieron a construir una bomba de ese tamaño y potencia”. Tampoco sabemos las identidades de las otras personas vistas con McVeigh en la mañana del atentado", recordaba en un artículo publicado esta semana Andrew Gumbel, autor de un libro sobre las incógnitas que aún envuelven el suceso.
En el 2001, tras el ajusticiamiento de McVeigh mediante inyección letal, la Justicia estadounidense dio el caso por cerrado, y las voces que entonces reclamaban más respuestas sobre el atentado y la investigación que le sucedió se vieron rápidamente eclipsadas por los trágicos acontecimientos del 11 de setiembre.
La de McVeigh fue la primera pena capital aplicada directamente por el Gobierno federal en 38 años, una medida excepcional para responder públicamente a uno de los episodios más trágicos de la historia reciente de EE.UU. que, veinte años después, parece haber caído en el olvido. 
“La explosión de un coche en Oklahoma City en 1995 se llevó la vida de 168 personas. Antes del ataque aéreo a las "torres gemelas" el 11 de septiembre del 2001 fue el ataque terrorista más grande de la historia de EE.UU. Muchos han escuchado de la tragedia pero no todos saben de los sucesos que le fueron precedentes y de motivos que hicieron a dos estadounidenses honrados cometer un atentado.”
11 junio, 2013

Este pequeño artículo escandalizó a quien lo leyó, pues consideraba como personas honradas a los asesinos de Oklahoma. A día de hoy sigue habiendo personas que defienden este atroz crimen por entender que era una venganza racional  contra un abuso reiterado de las fuerzas del orden en Estados Unidos. Por fortuna son pocas las personas que sostienen este criterio y esperemos que no haya ningún chalao al que se le crucen los cables y se despierte una mañana con ganas de hacer bolar un edificio repleto de gente.
El 19 de abril de 1995 en la capital del estado de Oklahoma explotó un coche con explosivos. 168 personas murieron, incluido19 niños menores de 6 años y tres mujeres embarazadas. Casi 700 personas fueron heridas. La explosión destruyó o dañó 324 edificios y derrotó 86 coches. El costo de los daños llegó a unos 652 millones de dólares.
Durante la investigación fueron recogidas más de 3 toneladas de pruebas materiales. Los investigadores analizaron más de 15 millones de documentos. Como resultado el FBI confirmó que el atentado fue organizado por Timothy McVeigh y Terry Nichols. El primero fue arrestado al pasar una media hora huyendo en un vehículo después de la explosión y el segundo fue detenido 24 horas más tarde cuando planeaba salir del país hacia una nación sin tratado de extradición para huir de la justicia. Los terroristas comenzaron a hacer declaraciones... y aquí empezó lo más interesante.

Se supo que eran extremistas de derechas creyentes de la supremacía blanca. McVeigh y Nichols se encontraron en 1988 durante el servicio en el Ejército de EE.UU.  Les unió  el odio al gobierno de EE.UU. En particular el rechazo de las restricciones de las ventas de armas y el deseo activo de "castigar" a las agencias federales por su política antiestadounidense.

El mayor odio que tenían era contra la Oficina de control de cumplimiento de las leyes acerca del alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos, la Oficina Federal de Investigación y el Departamento de lucha contra las drogas.

El motivo inmediato del ataque era el deseo de vengar a las autoridades de Estados Unidos por las acciones de fuerza realizadas unos años antes. Precisamente contra los extremistas religiosos y racistas de la familia de Weaver y su amigo Kevin Harris y también contra los miembros de la secta religiosa totalitaria "Ramo de David" (Branch Davidians).

En 1992 Randall Claude Weaver que pertenecía al grupo de extrema derecha "Naciones arias" fue declarado culpable por el gran jurado federal en las violaciones de las leyes de fabricación y almacenamiento de armas. Negó por completo su culpa y además no quiso cooperar con FBI.
Como Weaver fue acusado en fabricación y ventas de armas de fuego para capturarlo había sido desarrollada una operación especial. La casa estuvo rodeada por los miembros del Servicio de Alguaciles de EE.UU. y FBI así como por policías, empleados de la Oficina de control de circulación de alcohol, tabaco y armas de fuego, la Patrulla Fronteriza y la oficina del sheriff del distrito.

Fueron adoptadas unas normas especiales del asalto significativamente diferentes de las normas estándar de FBI. Durante el incidente también se utilizaba el transporte blindado para acudir a la finca donde residían los radicales.
Durante el asalto policial realizado a la finca de los Davidianos fueron asesinados la esposa de Randall, su hijo y uno de los aguaciles. Pero en el tribunal Weaver fue declarado inocente en todas las denuncias menos la no comparecencia y la violación de las condiciones de liberamiento bajo fianza. Por lo que fue condenado a 1,5 años de prisión.

La segunda historia tuvo lugar en 1993 y recibió el nombre "La masacre de Waco" por el nombre del lugar donde se encontraba el pueblo de los miembros de la secta religiosa totalitaria "Ramo de David" (Branch Davidians). La orden de allanamiento fue emitida a base de la información del agente de la Oficina de control de circulación de alcohol, tabaco y armas de fuego.

Este organismo informó que el líder espiritual de la secta, "mesías", David Koresh tenía relaciones sexuales con las niñas de 10 a 14 años. También se supo que los sectarios estaban muy bien armados. Durante el allanamiento de la estancia de la secta  fueron incautadas varias cajas de rifles semi-automáticos AR-15 y equipos para elaboración de explosivos. Fue desarrollado un plan de fuerza para la "invasión dinámica a la residencia» que salió correctamente según el ministro del interior
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El 28 de febrero de 1993 la hacienda de los sectarios fue rodeada. A continuación los agentes de ATF intentaron tomarlo por asalto pero encontraron una feroz resistencia armada. Los atacantes perdieron a 4 personas, 16 fueron heridas. Como resultado del asalto murieron 5 sectarios, uno fue asesinado durante su intento de entrar en el rancho. Koresh y sus compañeros negaron la propuesta de salir con las manos en alto pero accedieron a retirar del rancho a 19 niños menores de 12 años para evitar una masacre policial.

En el nuevo asalto, el 19 de abril participaron 700 personas, tanques y helicópteros. Durante la batalla hubo un incendio en el rancho. Las causas según cada parte son bien distintas. Según la versión oficial los miembros de la secta "Ramo de David" se incendiaron a sí mismos, mientras que los sectarios que quedaron vivos afirmaron que el incendio fue organizado por los atacantes, es decir, por la policía y el ejército.

 David Koresh y casi todos sus seguidores murieron del fuego. En total durante la "masacre" fallecieron 82 miembros de la secta. Entre ellos hubo niños menores de 3 años.
Estas dos tragedias sirvieron de motivo "venganza" para Timothy McVeigh y Terry Nichols.

Organizaron un atentado en el que murieron dos veces más personas inocentes. En 1997 McVeigh fue condenado a muerte. El 11 de junio del 2001 murió tras serle aplicada una inyección letal. Por su parte Nichols está cumpliendo una sentencia de cadena perpetua.

En el año 2000 en Oklahoma City abrieron un complejo conmemorativo a las víctimas del ataque terrorista. Anualmente el día de la tragedia se celebran servicios conmemorativos.

El pasado 11 de junio, Timothy McVeigh, un veterano de la guerra del golfo, fue ejecutado por presuntamente detonar un carga explosiva en el edificio federal de la ciudad de Oklahoma, el 19 de abril de 1995.
La explosión causó la muerte a 168 personas y generó una de las campañas propagandísticas más grandes de la historia de los Estados Unidos. La ejecución por inyección letal de McVeigh ha provocado airadas protestas contra el presidente actual, pues durante sus gobiernos, primero como gobernador de Texas y ahora como ejecutivo, se ha ganado el primer lugar llevando condenados a muerte.
Poco después de que muriera McVeigh, el presidente George Walker Bush declaró que "no se trataba de una venganza sino de hacer justicia." Pero la muerte del presunto culpable no ha ofrecido respuesta a las interrogantes generadas por la investigación, el juicio y su extinción física a manos del estado.
Muchos se preguntan por qué una parte de la información relevante a la explosión en la ciudad de Oklahoma ha sido clasificada "de seguridad nacional." Además las grabaciones en audio de las observaciones que hicieron los bomberos mientras revisaban las ruinas del sitio del atentado un día después de la catástrofe, han sido casi totalmente borradas. Y cuestionan cómo es que algunos personajes centrales en la preparación del atentado trabajaban como informantes de varias agencias de gobierno.
Pongámoslo en un poco de contexto.. A mediados de los años 90's, Washington enfrentaba un movimiento de "milicianos" armados en varias partes del país. Los grupos de "hombres libres" cuestionaban la legitimidad del gobierno federal, hablaban del Nuevo Orden Económico Mundial y la coorporatización global y temían que millones de ciudadanos pasaran a las filas de desempleados.
En 1995, grupos neonazis, religiosos de la llamada orientación de "identidad cristiana" eran entrenados militarmente en ciudad Eloheen, una propiedad de 10.000 metros cuadrados al este del estado de Oklahoma. La educación militar allí estaba a cargo de Andrew Carl Straussmeyer, un soldado alemán especializado en inteligencia y miembro del colegio de guerra.
El curso incluía: aprender a convertir un arma regular en automática, cómo fabricar artefactos explosivos y tácticas terroristas. Los movimientos de los disidentes eran cuidadosamente observados por una agencia policial conocida como Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego ( la ATF por sus siglas en inglés) a través de Carol Howell, una informante confidencial que operaba dentro del campamento.
A fines de febrero de ese año, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) se percató de la infiltración por parte de la ATF y ordenó un cese en sus operaciones, afirma Roger Charles, periodista, veterano de la guerra de Vietnam y Teniente Coronel retirado de la Marina. Luego, argumentando que Howell experimentaba inestabilidad psicológica, la ATFl la despidió y el 20 abril, un día después del atentado que destruyó el edificio federal de la ciudad de Oklahoma (y por el cual Timothy McBay fue ejecutado), le dio nuevo contrato a la informante pero ésta vez le dobló el salario, anota John D. Cash, periodista independiente y abogado.
Según Charles, Howell vive ahora en la clandestinidad, manteniéndose alejada del gobierno.
Otras preguntas sin respuesta son: declaraciones de varias personas que dicen haber visto a miembros de las fuerzas de seguridad introducir explosivos de alto grado al edificio, días antes del atentado, los encargados de la seguridad del lugar y los jueces no fueron a trabajar el día del magnicidio, y reportes de daños mayores en partes de la estructura, lejos del vehículo que supuestamente generó la explosión.
Cash afirma que Howell dijo haber visitado la ciudad de Oklahoma acompañada por tres individuos entre los que se encontraban Andrew Straussmeyer y Dennis Mayhoum. ¿El objeto de la visita? buscar sitios para destruirlos con explosivos. Esa información ha sido removida de los archivos que el gobierno tiene sobre los informes de Howell, subraya el periodista.
Una de las figuras centrales en todo eso es Mayhoum, ex líder del Ku Klux Klan en Tulsa éste individuo ha sido declarado persona non grata en Canadá, Alemania e Inglaterra pero es siempre bienvenido en las oficinas del FBI en esa ciudad, dice Charles.
Para el periodista Cash, la figura que quizá haya sido central en la operación es Pete Longen, un ex miembro de las Naciones Arias del Ku Klux Klan, que en 1983 fue enviado a prisión en el estado de Georgia, y que mientras se encontraba allí, recibió ofertas de empleo de parte del Servicio Secreto. Roger y yo tenemos evidencia de que la ATFproveyó a Carol Howell con materiales para fabricar artefactos explosivos, ella los llevó a Ciudad Eloheen e invitó a Dennis y a otros a fabricarlos y explotarlos, luego regresó con los pedazos y los archivó.
Después el FBI le ordenó a la ATF que terminara la investigación y destruyera la evidencia que tenían contra Dennis, dice. En el caso de Straussmeyer, Steven Johns, el abogado de Timothy McBay pidió al juez que ordenara a la fiscalía investigar todos los vínculos del alemán con agencias de policía e inteligencia.
Cuando llegaron los datos, la defensa no pudo tener acceso a ellos. Beth Wilkerson, la subjefa de equipo de la fiscalía, aseguró al juez en conferencia a puerta cerrada, que Straussmeyer no estaba vinculado a ningún órgano del gobierno.
En agosto de 1995, Straussmeyer se mudó de Oklahoma a Carolina del Norte, y en diciembre se trasladó a Texas, por donde cruzó la frontera a México rumbo a su nativa Alemania. Después de que el gobierno se enteró que Straussmeyer había retornado a su país de origen, la división antiterrorista del Departamento de Estado lo declaró un terrorista vinculado a la explosión de la ciudad de Oklahoma, comenta Cash.
 Por su parte el teniente coronel retirado dice tener información de que Straussmeyer vive ahora en Dublín, Irlanda, en una casa propiedad de la policía y que según reportes, trabaja con el Ejército Republicano Irlandés.
Cuando Michael Tigger, representante legal de Terry Nichols (supuesto cómplice de Timothy McBay en la destrucción del edificio federal), hacía su trabajo durante el juicio (de Nichols) dirigió su mirada a los miembros del jurado y dijo: el gobierno sabe la verdad de lo que pasó allá pero no les va decir porque piensa que ustedes no podrían entenderlo. Mientras tanto, McVeigh murió ejecutado por inyección letal, afirmando que él fue el responsable del magnicidio.
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Algunos incrédulos afirman que el gobierno hizo uso de varias agencias policiales que a través de informantes, persuadieron a McVeigh y otros como él, a ejecutar un plan gubernamental, destinado a fomentar apoyo político para aprobar legislación antiterrorista, preparada para contrarrestar a los grupos armados en el país.
Otros opinan que la tragedia pudo haberse evitado si los "supervisores" de informantes o soplones fueran menos ineptos. El resto cree casi todo lo que dice la prensa oficialista y responsabilizan a McBay del acto terrorista. Para Hugo Rodríguez, un veterano de 20 años en el FBI, la verdad se hará pública cuando el gobierno desista de pensar que los ciudadanos no son capaces de entender "top secrets".
A continuación, un segmento del libro "La Vida Secreta de Bill Clinton," del escritor Ambrose Evans, el cual incluye parte de una interrogación juramentada a puerta cerrada en abril 24 de 1997 de Angela Finley Graham. Finley era "la controladora" o supervisora de Carol Howell, la informante de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF), quien inicialmente fuera enviada a infiltrarse a la Resistencia Aria Blanca.

PREGUNTA: ¿La señorita Howell le dijo de las amenazas de Straussmeyer de dinamitar edificios federales, o no?

FINLEY: Sí.
PREGUNTA: ¿Agente Finley de la ATF, eso fue antes del bombazo contra el edificio federal de la ciudad de Oklahoma?
FINLEY: Sí.
PREGUNTA: ¿Bajo sus órdenes la señorita Howell trasladó a esa gente desde ciudad Eloheen hasta la ciudad de Oklahoma?
FINLEY: Ella fue con ellos, probablemente ella condujo (el auto).
PREGUNTA: ¿Ella le llamó antes y dijo que esos tipos de ciudad Eloheen deseaban ir a la ciudad de Oklahoma y que tenían algunos lugares en mente?
FINLEY: Esos lugares no incluían al edificio federal. PREGUNTA:
¿Ese viaje de residentes de ciudad Eloheen ocurrió antes del bombazo, mejor dicho, sólo unas semanas antes, verdad?
FINLEY: No, fueron meses, en el otoño de 1994.
PREGUNTA: ¿Está segura, acaso no fue en la tercera semana de febrero?
FINLEY: Estoy segura.

Poco después de la explosión mortal en Oklahoma, el periodista y Teniente Coronel retirado de la marina Roger Charles, trabajó con la cadena televisiva ABC y preparó un par de reportes para el noticiero vespertino "ABC Nightly News" con Peter Jennings. El contenido era información recogida a través de entrevistas con Carol Howell y corroborada con un vocero de prensa del Departamento de Justicia.
 Los dos trabajos fueron cancelados, según dice Charles, por presiones del Departamento de Justicia y la Casa Blanca. Los datos recabados por Charles aparecieron en la edición de junio de 2001 de la revista "Soldier of Fortune".

El atentado de Oklahoma City fue un ataque terrorista explosivo perpetrado el miércoles 19 de abril de 1995 por Timothy McVeigh y Terry Nichols, que tuvo como blanco el Edificio Federal Alfred P. Murrah, ubicado en el centro de la ciudad estadounidense de Oklahoma City, capital del estado homónimo.
Numerosas agencias locales, estatales, federales y de todo el mundo llevaron a cabo extensos esfuerzos de rescate a raíz de los bombardeos, y se recibieron importantes donaciones de todo el país.
LaAgencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) activó once de sus grupos de acción de búsqueda y rescate urbano, que constaba de 665 trabajadores de rescate que ayudaron en las operaciones de rescate y recuperación de las zonas afectadas.
McVeigh fue detenido pasados 90 minutos de la explosión por Charlie Hanger, un policía estatal de Oklahoma, por conducir sin matrícula y arrestado por posesión ilegal de armas.
Las pruebas forenses rápidamente vincularon a McVeigh y Nichols al ataque; Nichols fue arrestado al día siguiente y en pocos días ambos fueron acusados. Más tarde Michael y Lori Fortier fueron identificados como cómplices.
McVeigh, que era un veterano de la Guerra del Golfo, había detonado un camión de alquiler Ryder lleno de explosivos aparcado en frente del edificio. El co-conspirador de McVeigh, Nichols, lo había asistido en la preparación de las bombas.
Motivado por su odio al gobierno federal y enojado por su manejo del asedio de Waco en 1993 y el incidente de Ruby Ridge en 1992, McVeigh programó su ataque coincidiendo con el segundo aniversario del incendio mortal que acabó con el asedio de Waco.
Aunque la explosión destruyó completamente la fachada del edificio, no logró derribarlo en su totalidad.
Durante la investigación oficial, conocida como "OKBOMB", los agentes del FBI realizaron 28.000 entrevistas, acumularon 3,5 toneladas de pruebas y recogieron casi mil millones de piezas de información.
Los bombarderos fueron juzgados y condenado en 1997. McVeigh fue ejecutado mediante inyección letal el 11 de junio de 2001, y Nichols fue sentenciado a cadena perpetua. Michael y Lori Fortier testificaron contra McVeigh y Nichols; Michael fue condenado a 12 años de cárcel por no advertir al gobierno de los Estados Unidos del atentado que fraguaban sus amigos y compañeros, y Lori recibió inmunidad judicial a cambio de su testimonio.
Como resultado de los bombardeos, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley de Antiterrorismo y Pena de Muerte Efectiva de 1996, que endureció las normas de hábeas corpus en los Estados Unidos, así como una legislación diseñada para aumentar la protección en torno a los edificios federales para disuadir futuros ataques terroristas.
A las 9:02 de la mañana del miércoles 19 de abril de 1995, en la calle frente al edificio federal, Alfred P. Murrah, detonó un camión alquilado de la firma Ryder, con una carga de alrededor de 2.300 kg de explosivos caseros. La bomba estaba compuesta de nitrato de amonio mezclado con combustible y nitrometano (un combustible altamente volátil).  Los efectos de la explosión se sintieron hasta en el Puente Creek, a una distancia de 48 kilómetros.
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Víctimas y daños materiales

En el momento del ataque había unas 646 personas dentro del edificio Murrah. 167 personas murieron a causa de la explosión (de las cuales 163 estaban en el edificio; 99 eran empleados), mientras que otra murió aplastada en un derrumbe de escombros cuando prestaba servicios de rescate.
De los diecinueve niños menores de 6 años que perdieron la vida, quince se encontraban en la guardería America's Kids Day Care Center, que funcionaba al interior del edificio. Además, tres de las víctimas fatales eran mujeres embarazadas.
Entre los restos recuperados figuraba la pierna izquierda de una persona cuya identidad nunca se pudo constatar de forma concluyente, por lo que el número de víctimas fatales podría ascender a 169. La defensa de McVeigh sugirió durante el juicio en 1997 que la extremidad correspondería al supuesto «verdadero» autor del atentado, pero esta tesis fue rechazada de inmediato.
El número de heridos se estimó entre unos 680 a 800, la mayoría por quemaduras graves, laceraciones y fracturas.
Además, la explosión destruyó o dañó 324 construcciones en un radio de dieciséis manzanas, destruyó o quemó ochenta y seis automóviles, y provocó rotura de cristales en 258 edificios cercanos, causando daños de por lo menos 652 millones de dólares.
La matanza de Oslo remite inevitablemente al atentado de Oklahoma, Estados Unidos, ocurrido en 1995. Hay dos circunstancias clave que unen ambos episodios. Primero la similitud del material explosivo hecho con fertilizantes usado por los terroristas. Y segundo, las coincidencias ideológicas de los autores, ambos jóvenes fundamentalistas de ultraderecha.
La potencia de la explosión fue tal que destrozó la mayor parte del enorme edificio y provocó un derrumbe parcial. Los árboles y los parquímetros fueron arrancados de cuajo, los autos arrojados a varios metros de distancia y otras 25 construcciones de la zona sufrieron daños severos. Una cortina de escombros, vidrios fuego y humo ahogaron los gritos de los sobrevivientes.
Sólo un 10 por ciento de las personas presentes en el edificio salieron indemnes. Después de 16 días de angustiosa búsqueda, se estableció el balance final de la tragedia. Más de 200 niños y adolescentes habían perdido a uno de sus padres y 30 quedaron huérfanos de padre y madre.
El cerco policial resultó efectivo y a las pocas horas fue detenido el autor en el norte del Estado. Su auto fue interceptado porque no tenía placas. Era un joven de 27 años, de pelo corto y aire de adolescente. Se llamaba Timothy McVeigh, era simpatizante de las milicias de Oklahoma, un grupo pequeño y hostil al gobierno federal. Había sido combatiente de la Guerra del Golfo.
Para EE.UU. fue un episodio sumamente traumático, que marcó el grado de violencia que podría brotar en su sociedad. Particularmente de los sectores nacionalistas, donde latía con fuerza el odio al control estatal.

El terrorista Timothy McVeigh, ha lamentado en varias cartas publicadas por un rotativo de su ciudad natal la matanza con las siguientes palabras algo irónicas:

"Lamento que haya gente que perdiera la vida. Pero está en la naturaleza de las cosas. Si me voy al infierno, estaré acompañado", ha añadido.
Otras pequeñas muestras de sus lamentos fueron las hechas en entrevistas con dos periodistas que escribieron el libro ‘American Terrorist’, cuando dijo que habría elegido otro ataque si hubiera sabido que en el edificio había una guardería infantil.
El atentado causó la muerte de 19 niños, en lo que McVeigh calificó como "un daño colateral" en su lucha contra el gobierno federal.
McVeigh ha pasado algunas de sus últimas horas confinado en una celda aislada y bajo la estrecha vigilancia de sus guardianes, posiblemente escribiendo algunas cartas, según ha explicado Richard Burr, uno de sus abogados.
 Burr también ha señalado que su cliente, agotadas las apelaciones, "se prepara psicológica y emocionalmente" para su ejecución.
Esta se llevará a cabo siguiendo al pie de la letra el protocolo que en 1993 elaboró la Oficina de Prisiones de EEUU y que en 54 páginas describe la manera de realizar las ejecuciones de forma "eficiente y humana".
Este ordena que McVeigh llegue maniatado a la sala de ejecución de la penitenciaria de Terre Haute después de haber sido desnudado y registrado por los oficiales de la prisión, que le harán vestirse con pantalones y camisa verde caqui y zapatos sin cordones.
McVeigh ha pasado su última jornada en una celda de menos de 12 metros cuadrados que tiene una ducha, un retrete, una cama y un escritorio metálico, y cuya única ventana da a una sala desde la que es vigilado continuamente.
A ella se le ha permitido llevar tan sólo un libro, una revista o un periódico, pero no la televisión, como tenía en su celda anterior.
Tres horas y 30 minutos antes de su muerte, se escoltará a los verdugos hasta la sala de ejecución y, 45 minutos antes de ese momento, la dirección de la prisión reunirá y dará instrucciones finales a los funcionarios involucrados.
Media hora antes de su ejecución, escoltado y maniatado, McVeigh llegará a esa sala, en la que sólo permanecerá el jefe de la policía local y los verdugos.
Testigos de su muerte serán 30 personas, de las que 10 serán periodistas, pero otras 300, entre víctimas y familiares de los que murieron en Oklahoma City, hace seis años, le verán expirar por circuito cerrado de televisión en el aeropuerto de esa ciudad.
Se espera que las últimas palabras del terrorista sean el poema "Invicto", incluido en su biografía, "Un terrorista estadounidense", en que dice: "Soy el dueño de mi destino/Soy el capitán de mi alma".
Ultimas palabras y rituales
Después, el alcaide de la prisión, Harley Lappin, pronunciará las palabras rituales "estamos preparados", que darán paso a que McVeigh reciba la inyección letal, mientras un electrocardiograma seguirá sus últimas señales de vida.
Fuera de la prisión, unos 1.500 representantes de los medios de comunicación esperarán a que un funcionario lea el comunicado sobre la muerte de McVeigh.
En preparación a ese momento, las autoridades de Terre Haute -una pequeña ciudad que se llama así misma "Travesía de América"- han ordenado el cierre de las escuelas y de las organismos oficiales, además de haber desplegado fuertes dispositivos policiales para evitar que terroristas de ultraderecha puedan cometer una matanza.

  La antecámara donde aguarda su muerte es de unos tres metros cuadrados y está dentro de una pequeña construcción de ladrillo separada del edificio principal de la prisión donde McVeigh pasó los últimos dos años. En la pequeña construcción se encuentra también la cámara de ejecuciones y las salas donde estarán los testigos que asistirán a la pena de muerte.

El condenado está "muy calmo y coopera con nosotros permanentemente", aseguró el director de la prisión, Harley Lapin.

El ritual de ejecución está ajustado como un reloj. Luego de ser transferido a la "cámara de espera", las visitas y las llamadas a McVeigh serán limitadas y no se le permitirá ningún contacto físico durante sus últimas 24 horas de vida.

Los últimos visitantes deberán abandonar la prisión dos horas antes de la ejecución. En ese momento, McVeigh será revisado y se cambiará de ropa. Luego será esposado y escoltado hasta la cámara de ejecución.

Una vez allí, será inyectado por vía intravenosa en el brazo con tres sustancias "en cantidad suficiente" -según el reglamento de prisiones- "para provocar la muerte". Las sustancias son sodio pentotal (desvanecedor), bromuro de pancuronio (bloqueo de la respiración) y cloruro de sodio (detiene el corazón).

Los funcionarios de la prisión ensayan los procedimientos mientras los presos cortan el césped del frente de la prisión y parte de los 1.400 periodistas desplazados llegan a la ciudad para presenciar la ejecución del responsable del atentado en Oklahoma.

 Las vallas para los dos grupos de manifestantes ya están colocadas y las instalaciones para los sistemas de televisión -incluyendo generadores y servicio de comedor- están instaladas en el exterior de la prisión de máxima seguridad, en una habitualmente tranquila esquina de esta ciudad de 60.000 habitantes.

Manifestantes contra la pena de muerte organizaron una vigilia nocturna para la víspera de la ejecución y se apuran a reagruparse a tiempo para la primera ejecución federal en casi 40 años. Muchos de ellos no estaban preparados, convencidos de que los abogados del veterano de la guerra del Golfo lograrían una postergación de la pena para revisar la evidencia aportada tardíamente por el FBI.

"No podemos creer que decidieran seguir adelante y matarlo", dijo la coordinadora de la Red de Abolición de Terre Haute, Suzanne Carter.

McVeigh, condenado a muerte el 13 de junio de 1997, autorizó a sus abogados a solicitar la postergación de su ejecución para examinar los nuevos documentos. Pero el sentenciado abandonó el proceso legal y se concentró en la mejor manera de prepararse para morir.

Contrastando con la gran actividad en Indiana, el ánimo en Oklahoma era calmado. "Vamos a pasar este tiempo con nuestra familia e intentar estar tranquilos por un par de días", aseguró Stan Kok, cuya esposa, Aren Almon Kok, perdió a su hija de un año en el atentado.

McVeigh "merece morir", afirmó por su parte Kathy Wilburn, quien perdió a dos nietos en la explosión.

Para el sacerdote Ron Ashmore -que conoció a McVeigh en sus visitas a la cárcel como capellán- “es importante considerarlo como a un ser humano que hizo algo horrendo".

Por otra parte, el Tribunal Supremo de EEUU recibió ayer un recurso de apelación para que permita la grabación en video de la ejecución de McVeigh.
 La petición ha sido presentada por los abogados de otro reo, Joseph Minerd, que podría enfrentarse a la misma condena por una acusación de doble asesinato. Su objetivo es utilizar la grabación en futuros juicios en los que el Gobierno federal pida la pena de muerte, para demostrar que es un castigo cruel e inhumano. (AFP)
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El Misterio de Sondika.

Misterio en el cielo de Sondika.

Sondika es conocida por los surfistas de todo el mundo por tener buenas olas casi todo el año, en la vecina localidad de Mundaka se han llegado a realizar numerosas pruebas y campeonatos internacionales de surf.

Pero la historia que voy a contar nada tiene que ver con las olas y con las tablas de surf, ni tampoco con las playas de arena de esta zona de Euskadi que dicho sea de paso recomiendo visitar.

El 31 de enero de 1978 el vuelo 502 de Aviaco que cubre la ruta Valencia-Bilbao, un Caravelle 10-R, sobrevuela el cielo vizcaíno en las proximidades del Aeropuerto de Sondika. El comandante Carlos García Bermúdez maniobra con cautela por encima de una densa capa nubosa que dificulta la visibilidad e impide la navegación a baja altura sin instrumentos.

Más abajo, a unos mil metros de altitud, otra cortina de nubes oculta la pista de aterrizaje. El viejo aeropuerto, una ratonera encajada entre montañas, tiene merecida fama de pista difícil y peligrosa. Las condiciones meteorológicas dificultan aún más el aterrizaje y pese a su contrastada pericia el comandante Bermúdez recibe aliviado la orden de abortar la maniobra de aproximación y dirigirse al Aeropuerto de Santander-Parayas, donde a solo cien kilómetros y unos quince minutos de vuelo le espera una pista despejada.

Bermúdez mantiene la nave a 10.000 metros de altitud y corrige el rumbo hacia Santander, pero cuando ha recorrido aproximadamente veinte millas observa sorprendido cómo de pronto se forma una nube compacta y brillante que engulle la aeronave y obliga a su tripulación colocarse las gafas de sol para evitar el deslumbramiento. Volar entre nubes no es nada extraordinario, aunque tampoco resulta en absoluto frecuente que se formen a 10.000 metros de altitud, pero lo que provoca su inquietud es lo que sucede a continuación.

De pronto todos los instrumentos de navegación dejan de responder, las brújulas se vuelven locas, como neutralizadas por alguna extraña fuente magnética, el cuenta millas comienza a contar al revés y la cabina pierde las comunicaciones con Parayas y Sondika, desde cuyas torres de control se llama insistentemente a la aeronave sin recibir respuesta alguna.
 Los indicadores indican un rumbo inverso al correcto y en cabina no comprenden qué sucede con el aparato, que teóricamente responde a los mandos pero no a tenor de los indicadores.
Siete minutos después el vuelo 502 sale de la nube electromagnética. Recupera el radar y las comunicaciones con tierra y el instrumental vuelve a mostrar unas mediciones correctas. Sin embargo, el comandante Bermúdez repara en que el medidor de distancias señala exactamente las mismas millas recorridas que siete minutos antes, cuando el avión entró en el vórtice. Como si hubiera permanecido estático en el aire durante esos siete minutos.
Superada la crisis, la tripulación inicia la maniobra de aproximación y aterriza sin incidencias en el Aeropuerto de Parayas. Ya en tierra piloto y copiloto comprueban atónitos que han tardado nada menos que 32 minutos, más del doble de lo previsto, en recorrer la escasa distancia entre Bilbao y Santander.
Lo que para ellos habían sido siete minutos envueltos en una nube parecen haber resultado 24 para el resto de la humanidad, como si el cielo de la Cantabria oriental albergara una grieta espacio-temporal o un portal dimensional capaz de congelar el tiempo. Ninguna lectura ni teoría podía explicar lo sucedido, y menos aún para el experimentado comandante Bermúdez. Más de siete lustros después sigue sin haber explicación.

Quizás este caso no se conocería si no fuera por la valentía del piloto que no tuvo reparos en comentar a la prensa lo que sucedió en aquel vuelo. Bien podría haber dicho que tardaron más tiempo del previsto porque tuvieron que dar varias vueltas antes de que el controlador aéreo le diera el visto bueno para iniciar las maniobras de aterrizaje.

Pero eso no fue lo que sucedió y Bermúdez entendió que había que contar la verdad de cuanto sucedió en esos intensos y misteriosos minutos surcando el cielo cántabro y el cielo vasco.

Algunos pensaron que no debió dar tantas declaraciones, otros pensaron que no había nada de extraño y otros que tardó más tiempo porque voló a menor velocidad y el viento soplaba en contra.

Sea como fuere nadie ha podido explicar que es lo que ocurrió aquel día y actualmente, habiendo pasado tantos años lo único que sabemos con certeza en torno a este caso es que nunca se desvelará el misterio.