lunes, 24 de marzo de 2014

Adolfo Suárez, el político conservador que impidió que los asesinos franquistas cumplieran condena por sus delitos de lesa humanidad

Torturas, violaciones, humillaciones, y vejaciones de todo tipo sufrieron miles de estudiantes durante los últimos años del franquismo por pedir democracia.

Mucha de esta gente ahora ocupa altos cargos en la política y en otros ámbitos del poder y en concreto en los medios de comunicación.

La mayoría no quieren recordar aquellos años. Muchos son conservadores y acérrimos seguidores de las políticas de los recortes del partido popular que cercenan a cada día más españoles que no pueden pagar la luz, el agua ni el colegio de sus hijos.

Esos mismos individuos son los que pidieron en los ochenta que no se tomasen represalias contra sus torturadores siguiendo la línea conservadora de Felipe González y de Adolfo Suárez porque había que cerrar la herida.

Cerrar la herida y que no se hiciera justicia porque entre otras cosas había miedo de un golpe de estado de la ultra derecha. Siempre se vive con ese miedo porque el ejército estaba y sigue estando plagado de fascistas que en cualquier momento pueden usar las armas para imponer la fuerza de la incultura y el desprecio al que piensa diferente.

En los ochenta no se debió vivir con ese miedo sin querer hacer justicia, permitiendo que los asesinos viviesen en libertad por miedo a que los militares se pusieran del lado de dichos asesinos.

Desgraciadamente así ocurrió y Suárez pasará a la historia por ser el político que impidió que los cerdos franquistas  entraran en la cárcel.

Siento  asco y repugnancia por las muestras de agradecimiento que la gente está entregando a la familia del difunto político.

Cuando murió Dolores Ibárruri no hubo tantas muestras de aprecio y eso que aquella mujer hizo mucho más por la democracia que lo que hizo el desgraciado de Adolfo.

En los campos de fútbol se guarda un minuto de silencio, las televisiones no paran de hablar de él, el gobierno declara tres días de luto oficial en su recuerdo y la gente haciendo cola para velar su féretro.

Sólo me hace pensar una cosa, que rápido olvida la gente los crímenes que cometió la derecha española y que rápido olvidará las atrocidades de este gobierno que conducen a la miseria, a la marginación y al desempleo de la mitad de los jóvenes del país.

 No hay un sólo medio de comunicación que haya sacado a relucir la imagen real de Suárez, la del político que impidió que se hiciera justicia con los asesinos franquistas.

Cuando dicen que hay democracia en España se refieren a que todos los periódicos, radios y televisiones del país ofrecen la misma versión acerca de cada acontecimiento político.

La que marcan los que ponen el dinero que siempre son de derechas. Sólo así se entiende que no haya ni un sólo periodista en este país de cobardes que hable de la gente que no puede encender la luz, que no puede bañarse con agua caliente, que no puede coger el autobús, que ni siquiera puede pagar los libros de sus hijos.

Esta gente no existe para los periodistas españoles, están más pendientes en alabar a un político de tres al cuarto que en denunciar las atrocidades y la marginalidad a la que están conduciendo las políticas del partido popular.

Que poca independencia, que poca ética en el periodismo español, todos se prostituyen al servicio del bipartidismo, al servicio de los banqueros que son los que les financian y los que  deciden lo que se debe escribir y lo que no se  debe que escribir.

Por eso nadie informar con exactitud de lo que sucede en Venezuela o en Ucrania.

En Venezuela los que se manifiestan contra el gobierno son niñatos pijos que estudian en universidades privadas y que van a la facultad en un mercedes que les han comprado sus papás adinerados, esos papás que ahora andan molestos porque Nicolás Maduro acomete reformas para continuar reduciendo la enorme brecha social que las políticas neoliberales anteriores al Chavismo crearon en los ochenta y en los noventa.

Cada vez hay menos pobres y eso no gusta entre los manifestantes que huelen a chanel y visten jerseys de Ralph Lauren.

No les gusta porque ahora cuando van a restaurantes, al cine o a espectáculos deportivos tienen que hacer más cola y ya no son los únicos que tienen dinero en el país. Les molesta que el progreso cada día llega a más venezolanos que antes eran excluidos, marginados e insultados por las altas esferas del país, es decir por los ricos de derechas que ahora se manifiestan en las calles de Caracas, de Valencia y de Táchira.

El día que se manifiesten en Venezuela los pobres y los excluidos me uniré a ellos en sus reivindicaciones, mientras lo hagan los niñatos pijos que estudian en la universidad privada y que apestan a colonia cara seguiré riéndome de ellos y disfrutando viendo como hacen el ridículo día tras día.

De Ucrania tampoco nos cuentan los periodistas cobardes al servicio de la tiranía del bipartidismo que los crimeos quieren ser rusos y no pertenecer a la Unión Europea.

Quien va a querer pertenecer a esta unión dirigida por parásitos que lo único que hacen es difamar contra los gobiernos no alineados con ellos, al mismo tiempo  que hunden más y más a los ciudadanos europeos.

Cada vez somos más los que nos sentimos obligados a abandonar la Unión Europea al contemplar estupefactos que los que nos cercenan las puertas a un trabajo profesional son la mayoría de las veces personas menos preparadas que nosotros. Que han tenido la suerte de incorporarse al puesto de trabajo en otra época donde si había oportunidades.

Ahora no las hay y lo peor es que con el partido popular o con la socialdemocracia va a ser muy difícil que las vuelva a ver.

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