domingo, 11 de mayo de 2014

Se nos fue Yago Lamela, un auténtico crak en las pistas y fuera de ellas.

El jueves moría de un infarto el mejor saltador de longitud de todos los tiempos en España, sólo superado por cuatro atletas extranjeros. Mike Powel, Carl Lewis, Iván Pedroso y Sebastian Bayer.

Hace poco me pregunté que fue de él y me metí en internet para saber cuando se había retirado y si seguía ligado al mundo del atletismo.

Fue un deportista con carisma que aunque quienes le conocen afirman que era tímido siempre atendía con una sonrisa a los medios deportivos para explayarse a gusto acerca de sus actuaciones en los diferentes certámenes de atletismo en los que participó.

No sólo era atento con la prensa deportiva sino también con sus fans y en su página web mostraba su correo para que la gente le preguntase cualquier cuestión deportiva y así poderle contestar en cuanto tuviera un instante. A Yago le apasionaba el internet, las redes sociales y los foros.

Pese a sus grandes éxitos la beca Ado que le ayudaba a dedicarse profesionalmente al atletismo no era muy elevada y eso en parte ayudó a que nunca se le subiera la fama y el éxito a la cabeza. Cuando entrenaba en Madrid siempre acudía a la pista de atletismo en transporte público con su chandal y su mochila. Los taxis y los coches deportivas para las estrellas. Yago era un avilesino modesto que no tenía reparos en moverse en metro por la capital.

En un par de ocasiones tuve la oportunidad de encontrarme con él, precisamente en el metro. La primera de ellas apenas pude saludarle y desearle suerte para los juegos de Sidney que estaban a la vuelta de la esquina. Él me saludó con una sonrisa de oreja a oreja y prosiguió su camino melena al viento.

La siguiente vez pude charlar con él aprovechando que coincidimos dentro de un vagón. Le dije que en los próximos juegos de Atenas no se le escapaba el oro del que tan cerca había estado en un sin fin de oportunidades.

Me sonrió y me dijo que entre Pedroso y Dwight Philips le tenían comida la moral. No era para menos, le habían arrebatado el oro en el último salto hasta en tres ocasiones. Dos veces el cubano, en Sevilla por un sólo centímetro privándole de ser el campeón del mundo. En Birmingam fue Philips quien en el último salto del certamen superó a Yago por unos diez centímetros condenándolo otra vez a ser subcampeón mundial.

Seguro que esta vez les superas, eres mejor que ellos, le dije de la manera más convincente posible, en aquel momento creía que era el mejor del mundo en su disciplina y así se lo hice saber sin tapujos. Curiosamente esta vez no sonrió, bajó la cabeza con semblante serio y cambiando de tema me dijo que le gustaba la camiseta que llevaba. Yo acudía a un concierto de Bad Religion e iba ataviado con una camiseta de la mítica banda californiana. Tiempo después supe que a él le gustaba más la música electrónica. Las puertas del vagón se abrieron y Yago se levantó del asiento para despedirse de mí luego de estrecharme su mano derecha con gran energía. Esa energía de la que hacía gala cada vez que encaraba el foso rumbo a la arena sagrada.

Tras las olimpiadas pensé que esas palabras de que tenía que ganar sí o sí que escuchó constantemente de prensa, fans y familiares, lejos de alentarle y motivarle  le habían supuesto demasiada presión que le hizo sentirse atenazado en aquella final de ominoso recuerdo.
 Los excesivos ánimos que recibió de sus fans y familiares fueron contraproducentes. Yago era de esa clase de deportistas que rinde más cuando no es el favorito, pese a todo cosechó medallas en europeos y mundiales, aunque nunca de oro. Quizás el verse superado siempre en el último suspiro cuando ya saboreaba las mieles del triunfo fue lo que hizo mermar su auto estima en sus últimos años de vida.

Cual fue mi sorpresa cuando descubrí que se retiró en Marzo de 2009 tras cinco años de lucha contra las lesiones, muchos se hubieran rendido mucho antes, pero su amor al deporte y en concreto al salto de longitud le hizo perseverar una y otra vez superando obstáculos  en forma de contratiempos como si de un velocista de ciento diez metros vallas se tratara(disciplina para la que alguna vez se preparó antes de dedicarse en exclusiva al salto de longitud y al triple salto de manera esporádica).

 Primero fueron molestias leves pero persistentes que le impidieron rendir en sus primeros juegos de Sidney en el 2000.  Llegaba como segundo favorito tras el cubano Pedroso tras haber sido subcampeón en los mundiales al aire libre de Sevilla y en cubierta celebrados  en Mahebashi. Pero las molestias le jugaron una mala pasada y no obtuvo medalla. Sin embargo pronto se recuperó y consiguió otro subcampeonato mundial en donde sólo fue superado por Whigt Philips en Birmingham 2003. a parte del subcampeonato Europeo celebrado en Viena y del tercer puesto en el europeo de París. La maldición del segundo puesto pasó a ser la de las lesiones.

Los tendones le fallaron en plena  final de los Juegos de Atenas 2004, eran sus segundas Olimpiadas y aunque llegó lesionado de nuevo a la cita olímpica no dudó un instante en competir aunque luego le costó muy caro, de hecho ya nunca volvió a saltar en un campeonato. Yago y su entrenador estuvieron barajando hasta el último instante sobre la conveniencia o no de saltar en la gran final a la que se había clasificado la tarde anterior. 

Finalmente Yago tomó la decisión de competir y posteriormente se arrepentiría de aquella valiente pero temeraria decisión. "Si no hubiera saltado aquel día tal vez nunca hubiera tenido que pasar por el quirófano y hubiera estado en un par de juegos más". Llegó a decir tiempo después.

Tras la operación en Finlandia sufrió  un accidente de tráfico en diciembre de 2005 cuando regresaba a Valencia por la A-3 a la altura de Albacete.  Cuando parecía recuperado tras probar la acupuntura y regresar a Oviedo donde en el mes de Abril consiguió de nuevo realizar saltos en los entrenamientos de siete metros sin sufrir dolor todo parecía ser parte del pasado.

Pero Yago volvió a lesionarse y a estar dos meses sin poder ni tan siquiera correr despacio. Esta lesión llegó una semana antes de que llegase el que iba ser su primer certamen y precisamente en Avilés, su ciudad natal en la que había regresado a entrenar. Aún así sacó fuerzas de flaqueza y volvió a entrenar con Azpeitia y con Alonso, los entrenadores que le llevaron a lo más alto a finales de los 90.

Pero en Enero de 2007, a los pocos días de conceder una entrevista en la que se sentía seguro de poder volver a saltar por encima de 8.50 en las olimpiadas de Pekín se levantó una mañana con los tobillos inflamados y tras hablar con los médicos le dijeron que tenía una bursitis que le alejaría de nuevo de las pistas de atletismo.

Los médicos de Madrid le dijeron que con trabajo de rehabilitación con el fisio podría regresar sin tener que pasar por el quirófano. Pero los médicos de Oviedo y sus entrenadores le aconsejaron que se volviera a operar de los tendones. Yago accedió y el 29 de Marzo del 2007 se volvió a operar con el mejor experto en operaciones de tendones un, doctor finés  que le operó de nuevo en la ciudad portuaria de Turku como lo había hecho en el 2004( población de infausto recuerdo para el avilesino).

Tras la segunda operación Yago volvió a entrenar a los tres meses una vez recuperado física y anímicamente. Pese a entrenar desde Agosto sin recaidas de ningún tipo el 29 de enero de 2008 anuncia de que no llegará a la cita olímpica por falta de ritmo.

Eso no fue lo peor, pues sus fans pensaban que mejor que se recuperase del todo y que no recayera por decidir regresar demasiado pronto a la competición de máximo nivel.

Pero unos meses después y otra vez días antes de tener la oportunidad de reaparecer en un certamen se volvió a lesionar, esta vez fueron los gemelos. Yago ya no volvió a ser el mismo, a parte de las lesiones su cabeza ya no aguantaba tantas lesiones y aunque no anunció su retirada hasta el 16 de marzo de 2009 muchos ya se olían en verano de 2008 que no iba a regresar.

"Lo intenté de todas las maneras, pero para arrastrarme por las pistas de atletismo prefiero dejarlo y dar paso a los jóvenes". Yago no sólo tuvo problemas las lesiones, sino también con sus otras metas y objetivos.

Primero lo intentó con su sueño de ser piloto de helicóptero, pero desafortunadamente la empresa que le proporcionaba las clases quebró y a Yago no le reconocieron las horas de vuelo que había realizado.

Fue entonces cuando en 2010 intentó retomar sus estudios de Ingeniero Informático que había comenzado en Iowa a finales de siglo pasado, cuando estudiaba por las mañanas y entrenaba por las tardes a pleno rendimiento.

Pero habían pasado más de diez años y en la universidad de Iowa no le dieron la oportunidad de continuar sus estudios. Aquello hundió del todo a Yago, que no se veía con fuerzas de empezar de cero la carrera de ingeniería cuando en Iowa había aprobado más de la mitad de los créditos.

 Tener que empezar de cero era un durísimo castigo que el avilesino no pudo asimilar y optó por regresar a Oviedo para lograr salir del enorme bache en que se encontraba con el apoyo de su familia. Desde 2009 había padecido diferentes periodos de depresión de los que había conseguido salir gracias al apoyo de familiares y amigos.

Pero en 2011 sin metas que realizar, sin trabajo, sin pareja y viendo todos sus objetivos en la cuneta por diferentes motivos a cual más inverosímil e increíble, Yago entra en una profunda depresión y es ingresado en la planta de psiquiatría del Hospital San Agustín de Avilés. Allí estuvo cinco días, en concreto desde el viernes 6 de Junio hasta el martes 10.

Al día siguiente concedió una breve entrevista a los medios en la que aparecía sonriente admitiendo que había estado en el abismo pero que ahora se encontraba mucho mejor.

"No he estado en al borde sino en el abismo, pero cuando estás en esa situación lo bueno es que ya no se puede estar peor y sólo queda mejorar. Me he sentido mal al ver que otros deportistas se recuperaban muy rápido de sus lesiones mientras que yo no podía regresar a la competición. Luchas y luchas por salir adelante y te hundes al ver que otros consiguen sus objetivos y tu no". Una serie de proyectos me salieron muy mal y otras cosas que no puedo contar  me llevaron a la depresión.

Después poco se sabe de Yago, tan sólo que continuaba en Avilés entrenando a un joven atleta asturiano y con la intención de sacarse el título de entrenador de atletismo. Pero no hubo forma, un infarto terminó con su vida el jueves 8 de Mayo de 2014, su padre se lo encontró durmiendo en su habitación. Una siesta perpetua que deseamos todos los que le admiramos que le mantenga alejado de los sufrimientos terrenales que no le dejaron disfrutar plenamente en los últimos cinco años de su corta pero intensa vida.

Descansa en paz Yago, los que amamos el deporte sabemos muy bien que no hace falta ser el campeón siempre para pasar a la historia. Muchos campeones nunca tuvieron ni la mitad de carisma que tú tenías.

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