martes, 29 de septiembre de 2015

Micro relato: El desamor.

El desamor:

Todas las noches acudía a su cita con su amada, lo hacía con una puntualidad rayano lo enfermizo. Esta se descubría con ansías y cuando dejaba entrever su sensual figura a su amante se le iluminaban sus pequeños ojos de miope hasta parecer una luciérnaga.

En ocasiones el desabotonaba su blusa mientras ella le besaba los párpados y le atusaba el cabello. Él le quitaba el sostén y los senos de su esposa se llenaban de energía, de una extraña luz calorífica que iluminaba su corazón y le hacía palpitar a mil por hora.

Ella se percataba del trance en el que entraba su amado y hacía todo cuanto podía por complacerlo. En vez de cubrirse le asía de la cabeza y le apretujaba contra sus generosos pechos para hacerle babear como si fuera un bebé de cuatro meses. Él los acariciaba, los besaba y los mimaba como si se tratara de la última vez que fuera a tener acceso a ellos. Los mordía con suavidad antes de desabrocharse la bragueta y penetrarla de manera brusca y alocada en un frenético palpitar.

Lo hacían como conejos sin miramientos ni objeciones. Pasaban los meses y los años más no se perdía la magia del amor. Pero un día ella se fue y nunca más volvió, dejando su amante sumido en la desdicha de no saber que pasó, si se fue por su propia voluntad o si fue víctima de un fatal suceso.
Sea como fuere su corazón se marchitó y su miembro se contrajo. Evaristo nunca más pudo saborear las mieles de los placeres más intensos que descubrió en el interior del cuerpo afrodisiaco de Melisa.

Su cuerpo se precipitó en el torbellino infinito de imágenes sin sentido como una flor marchita que cae del cielo al manantial de los sueños interrumpidos. Era tan grande la intensidad del momento, tan fuerte la adrenalina que se deprendía de su ser, había tanta carga emotiva en el ambiente que pareciere que el corazón se le fuera a salir por los labios.






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