Accidente de Spainair:
Ocho años después de
este horrible accidente ocurrido en Madrid los familiares de los fallecidos y
los supervivientes que sufrieron lesiones siguen esperando que se les indemnice
por los daños sufridos. Una historia que dio mucho de qué hablar y que
irremediablemente seguirá dando de qué hablar por muchos años.
Comenzaré narrando como
se produjo el accidente para luego describir con todo lujo de detalle cómo se
las ingeniaron los sobrevivientes para salvar sus vidas en medio de la vorágine
destructiva que se generó en cuestión de segundos. Algunas de estas personas
todavía tienen pesadillas con la enorme bola de fuego generada por el queroseno
que recorrió el fuselaje arramplando con todo.
El accidente se produjo
a las 14:45 del 20 de Agosto de 2008 en el momento del despegue, según Spanair.
El avión con número de serie del fabricante 53148, número de la línea Douglas
2142 bautizado «Sunbreeze», había sido entregado a Korean Air el 18 de
noviembre de 1993 y
fue alquilado por Spanair en julio de 1999. Transportaba un total de 172
personas de las cuales 162 eran pasajeros, 4 tripulantes en movimiento y 6
tripulantes de vuelo.
El vídeo tomado por la
autoridad aeroportuaria española AENA no mostró ninguna explosión del motor ni
incendio mientras el MD-82 de Spanair estaba despegando.
Todo parecía ir
correctamente cuando el avión giró a la derecha, fue
incapaz de mantener una velocidad aérea suficiente para evitar perder altitud y
se estrelló en las inmediaciones de la pista, partiéndose en al menos dos
pedazos que fueron destrozados por la posterior explosión.
Spanair informó de que el piloto había
intentado y abortado anteriormente la salida debido a un sensor que daba una
temperatura excesiva en una toma de aire, y que el sensor de temperatura fue
desactivado en tierra (supuestamente un procedimiento establecido ya que ese
sensor no es esencial). Sin embargo el vuelo se retrasó en su salida más de una
hora por esta causa. Se intentó el despegue de nuevo, al entenderse que no se
corría riesgo si se volaba con el sensor apagado y a los pocos segundos de
despegar ocurrió el accidente mortal.
No
sólo murieron pasajeros de Spanair sino también de Lufthansa, en
concreto siete pasajeros con billetes de esta compañía tenían reserva. Cuatro
de los pasajeros de Lufthansa eran de Alemania
y otros tres españoles.
Los primeros informes
sobre el número de víctimas fueron contradictorios. Las fuentes inicialmente
informaron de tan solo entre 2 y 45 muertes. Sin embargo, mientras se
desarrollaba el incidente, la cifra rápidamente superó la centena.
Se informó que un
oficial español del rescate de emergencia había afirmado que tan solo 26
pasajeros sobrevivieron al accidente pero sólo ocho de ellos lograron
sobrevivir a las lesiones y heridas que les produjo el accidente.
El día 21 de agosto, los informes aclararon
que hubo 153 víctimas mortales y solo 19 supervivientes. Los informes
anteriores habían contado 26 supervivientes, pero seis de ellos murieron antes
de llegar al hospital, y otro murió durante la noche. A los pocos días murió el
último de los heridos para completar las 154 víctimas.
Según funcionarios del
gobierno, al menos 15 de los difuntos no son españoles, incluyendo al menos
cinco alemanes, dos franceses, un mauritano, un turco, un búlgaro, un gambiano,
un italiano, un indonesio y dos brasileños. Entre los supervivientes hay al
menos tres ciudadanos no españoles: un sueco, un finlandés y un boliviano.
Ninguno de los
integrantes de la tripulación sobrevivió al accidente, de los 18 supervivientes
sólo cuatro fueron rescatados del fuselaje del avión. El resto fueron
encontrados esparcidos por diferentes pistas y por un descampado adyacente al
aeropuerto tras salir expulsados del avión tras la colisión con el asfalto.
E. Corral, el jefe del
equipo de rescate del servicio de emergencias, dijo que el choque lanzó a
muchos de los supervivientes a un erial cercano a un arroyo, al conseguir
llegar a este redujeron la gravedad de sus quemaduras y lograron escapar de las
llamas. “No sabemos si se de no existir el arroyo hubieran muerto quemados,
pero lo que sí es cierto es que por estas fechas veraniegas el cauce de este
arroyo suele estar completamente seco”.
Las palabras de este
operario contribuyeron a dar mayor espectacularidad y asombro a la existencia
de supervivientes, pues salieron disparados del avión cayendo a centenares de
metros de distancia en un paraje silvestre y aún así sobrevivieron a las
múltiples heridas y quemaduras que padecieron. Los más alejados cayeron a un
kilómetro de distancia del lugar de la pista de despegue donde fueron
expulsados.
Los primeros en llegar a
la zona del accidente fueron unos empleados del aeropuerto que se encontraban
en las proximidades. Además de
ellos, en la operación de rescate intervinieron alrededor de 230 sanitarios,
170 policías, 70 bomberos y cerca de 45 ambulancias. Se montaron cuatro
hospitales de campaña en el lugar. Los heridos con quemaduras severas fueron
enviados a la unidad de quemados del Hospital Universitario La Paz,
mientras que varios politraumatizados sin quemaduras fueron evacuados en
helicóptero al Hospital Universitario 12 de Octubre;
El Plan de Emergencias
dependiente de la comunidad de Madrid, fue activado por la llamada de dos ciudadanos
antes del aviso desde el aeropuerto.
El 10 de
mayo de
2010 una de las cajas negras del avión siniestrado reveló que el avión regresó
al hangar donde el mecánico desconectó el sistema de calefacción de la sonda
RAT del relé 2-5 que, a su vez, gobernaba más sistemas del avión como el Sistema
de Sensación de Tierra.
Una vez desactivada aplicó una bolsa de hielo
para enfriar la misma. Una tercera persona estuvo en la cabina del avión. Dijo
y afirmó que era una chapuza lo que hicieron los mecánicos. Pese a ello tanto
piloto como copiloto aprobaron la decisión del mecánico. Una vez en dirección a
la pista del accidente, el piloto comunica que es el tercer incidente que ha
tenido en esa semana y el copiloto le dice que no quiere volver a volar con él.
Sin embargo por razones
desconocidas termina aceptando volar. Antes del despegue, el comandante cede el
mando al copiloto que realiza el despegue, algo que está permitido aunque no es
muy habitual que el piloto delegue la ejecución más importante del vuelo en el
segundo de abordo.
En el preciso momento
del despegue suena una alarma 4 veces. La tensión que se vivió en ese instante
se hace palpable a través de la caja negra. Merced a las grabaciones se puede
apreciar nítidamente cómo el comandante suplicaba al copiloto que elevara el
avión "Vuela el avión me cagüen la mar. Vuélalo". No hubo tiempo para
nada más. El copiloto trata de levantar sin éxito el avión, en el último
segundo previo al accidente sólo se oye un grito del copiloto que precede al
enorme estruendo que produce la colisión de la aeronave con el asfalto de la pista
que debió haber abandonado de no haber fallado en su intento de tomar aire.
El 9 de
octubre de
2008, se dio a conocer públicamente el informe preliminar de la Comisión de
Investigación del accidente.
En dicho informe se
señala que los flaps,
una superficie situada en las alas del avión, fundamentales para el despegue,
no se desplegaron, algo que se consideraría como causa suficiente para haber
provocado el accidente.
También, según se
registró en una de las cajas negras que se rescataron del avión de Spanair, que
el TOWS (un sistema que alerta si la configuración de los flaps y los slats no
es correcta) no funcionó, por lo que el piloto siguió su curso y comenzó la
carrera de despegue con los flaps replegados sin saberlo.
Durante todo el
recorrido para el despegue "no se registró ningún sonido relacionado con
el sistema de advertencia de configuración inadecuada para el despegue".
No obstante, "la vibración de la palanca de control del sistema avisador
de pérdida aerodinámica se activó en cabina y sonaron alternativamente en tres
ocasiones la bocina y una voz sintética anunciando la condición de pérdida aerodinámica".
Hecho que debió ser motivo suficiente para que el copiloto abortase el
despegue. El piloto en vez de pedirle que frenara le solicitó que despegara
pocos segundos antes del accidente.
El análisis de los
parámetros de los motores indica, según la Comisión, que los dos se comportaron
correctamente durante toda la secuencia del accidente, aunque sí se muestra que
uno de los motores estaba "plegado" y el otro "desplegado"
en el momento del despegue.
Según el informe, el avión se elevó unos 12
metros y desde el punto del primer impacto en el suelo hasta el lugar más
alejado donde se localizaron restos del avión había una distancia de 1.093
metros. Además se originó un incendio que afectó a un área aproximada de 12
hectáreas. Algunos de los supervivientes, luego de
sobrevivir a la caída, tuvieron que desprenderse de su asiento rápidamente para
huir del incendio que comenzaba a fraguarse.
Contrariamente a las
especulaciones antes del informe, éste resalta que los pilotos realizaron la
lista de comprobación obligada. Respecto a la temperatura de los motores, otro
motivo de especulación, el informe señala que "la tripulación había
detectado un excesivo calentamiento de la sonda de temperatura y lo anotó en el
registro técnico del avión. En el registro quedó grabada una temperatura máxima
de la sonda de 104 °C.
El informe final del
estudio del accidente demuestra que su causa fundamental fue que los pilotos
intentaran realizar el despegue sin haber activado los flaps y slats del avión,
al no bajar la palanca de mando necesaria para ello y tampoco comprobar los
indicadores de su posición como estaban obligados por el procedimiento.
Además, no se percataron
de su gravísimo error en ningún momento porque la alarma de configuración que
les podría haber advertido no funcionó, aparentemente por la avería fortuita y
probablemente reciente e intermitente, de un relé eléctrico que ni los pilotos
ni los técnicos fueron capaces de notar a tiempo. El intento de despegar con la
configuración incorrecta hizo que, siendo insuficiente la superficie de
sustentación a baja velocidad, el avión permaneciera pegado al suelo
lateralmente cuando intentaba el despegue.
El despegue en el accidente de Barajas era de "imposible
ejecución" según la palabra de los peritos.
El avión del accidente de Spanair ocurrido en Barajas el 20 de agosto de 2008, en el que murieron 154 personas, no podía despegar porque el "despegue con los 'flaps' y los 'slats' retraídos es de dificilísima o imposible ejecución", según concluye el informe pericial encargado por el juez que instruye la investigación. En su informe los ocho peritos subrayan que los pilotos "no contaban con esa información" por lo que no conocían la configuración del avión.
Pese a que el grave olvido de los pilotos fue la principal causa del siniestro el juez condenó a los encargados del mantenimiento de la aeronave por no arreglar y ni tan siquiera reportar los fallos en el sistema de información de abordo. De haber funcionado hubieran avisado al piloto de que los flaps y los slats no se habían activado.
El avión del accidente de Spanair ocurrido en Barajas el 20 de agosto de 2008, en el que murieron 154 personas, no podía despegar porque el "despegue con los 'flaps' y los 'slats' retraídos es de dificilísima o imposible ejecución", según concluye el informe pericial encargado por el juez que instruye la investigación. En su informe los ocho peritos subrayan que los pilotos "no contaban con esa información" por lo que no conocían la configuración del avión.
Pese a que el grave olvido de los pilotos fue la principal causa del siniestro el juez condenó a los encargados del mantenimiento de la aeronave por no arreglar y ni tan siquiera reportar los fallos en el sistema de información de abordo. De haber funcionado hubieran avisado al piloto de que los flaps y los slats no se habían activado.
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