martes, 25 de febrero de 2014

El partido popular y sus militantes franquistas


Episodio bochornoso en Quijorna

 


Son las fiestas de Quijorna, sus habitantes beben copas en una carpa y en los puestos se venden pulseras y camisetas de franco y de otros fascistas ya muertos por fortuna.

 Hay niños corriendo por las calles, otro número similar de ancianos caminando por el mercadillo donde se venden todo tipo de recuerdos del franquismo, la época más triste que tocó vivir a España donde el odio y el rencor se cobró la vida de miles de personas por creer en una sociedad justa donde pudiéramos vivir en democracia.

Ahora los conservadores se escandalizan por ocho muertos en Venezuela sin querer recordar las matanzas orquestadas por Franco y sus secuaces a quienes tanto ensalzan los políticos populares más conservadores.

No justifico las muertes en Venezuela, sólo pienso que Maduro debería de adelantar las elecciones para volver a derrotar a los fascistas y a los neoliberales que quieren privatizar los servicios públicos y el petróleo para que las empresas yanquis se hagan con el poder de la nación y regresar a la cuota de pobreza y marginalización existente antes de que gobernara Chávez, quien lo hizo siempre a favor de los más necesitados reduciendo la pobreza en un 70 por ciento.

 Debe vencerles en las urnas, sin usar la violencia en la calle porque eso le deslegitima y le hace perder apoyo internacional.

Pero regresemos a Quijorna.

 

 El pasado 28 de septiembre la ecoescuela sirvió para acoger un mercadillo militar autorizado por el Ayuntamiento -lo subvencionó con 700 euros, según fuentes de la Comunidad de Madrid- en el que se vendían banderas preconstitucionales, pósteres del dictador Francisco Franco, calendarios de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, tejidos y llaveros con esvásticas nazis.

La alcaldesa, Mercedes García (PP), visitó la feria y no le dio trascendencia a la venta de merchandising franquista y fascista —también había banderas del sol naciente, en representación de Japón, uno de los países que integraron el Eje junto a la Alemania de Adolf Hitler y la Italia de Benito Mussolini en la Segunda Guerra Mundial— que se vendía en paralelo a objetos militares de época.


Lejos de darle importancia a la presencia de stands con parafernalia ultraderechista a la venta sin nada que ver con la historia militar, con bufandas de ultras de clubes fútbol con un águila imperial como enseña no escogida aparentemente al azar, o parches con la calavera insignia de las SS Totenkop, la regidora colocó al día siguiente en un monolito situado en la parte trasera de la iglesia de Quijorna una placa a “los caídos por Dios y por España del 6 al 8 de julio de 1937” en la Guerra Civil.

Homenajea a las víctimas del bando fascista obviando a los 30.000 demócratas que murieron en el bando de los buenos, luchando por la igualdad material, la paz, la justicia universal y la democracia como valores esenciales del ser humano.

El revuelo por el mercadillo fascista y el homenaje de la alcaldesa a las víctimas de una sola parte prendió los días siguientes, en los que se buzoneó por todo el pueblo un escrito, con el logotipo del Ayuntamiento, en el que García defendía su gestión. García dio el paso animada por la falta de sanción del PP de Madrid, que tan solo la obligó a pedir disculpas —pese a que muchos responsables pedían “contundencia”— por si había herido alguna sensibilidad “sin ninguna intención”. Resulta que sí que lo hizo.

 

Lo peor de todo es que hubo gente que fue humillada e incluso recibió golpes de fascistas que eran familiares de concejales del pp en el pueblo. A esta gente no se le ha denunciado por miedo a recibir palizas.

Los fascistas campan a sus anchas por el pueblo y el miedo a denunciarles se hace latente, no hay suficiente policía como para asegurarse que si se les denuncian no habrá represalias en forma de golpizas en rostro y cuerpo.

Antes las golpizas venían de mano de fascistas de democracia nacional o España 2000, ahora vienen de los familiares de concejales del pp. Vergonzoso, deberían echarles del partido por permitir que esto suceda en su asqueroso pueblo infectado de fascistas del tres al cuarto.

 

La escalada de tensión que se masca en Quijorna pareció alcanzar su cénit la noche del miércoles al jueves de esta semana, cuando un grupo de miembros de Yesca antifascista arrancó la placa dorada del monolito con un destornillador y echó pintura roja sobre la piedra. “No merecen monumento ni homenaje alguno, sino nuestro más profundo desprecio”, dijeron en un comunicado en el que homenajeaban a Oliver Law, el primer brigadista negro que lideró un escuadrón en la Guerra Civil, y que murió el 9 de julio de 1937 muy cerca de Quijorna, en el Cerro del Mosquito de Villaviciosa de Odón.

 

Ya en la tarde del jueves, seguidores entrados en edad del partido de ultraderecha Alternativa Española se dedicaron a repartir folletos por la localidad. El viernes por la tarde, la Guardia Civil reforzó el primer día de las fiestas locales con un dispositivo especial, reforzado con integrantes de otros municipios. Este sábado, una falsa amenaza de bomba obligó a desalojar la iglesia y a cancelar la misa matutina en homenaje a la patrona del municipio, la Virgen del Pilar.

 

En fin, que en Quijorna, están resurgiendo algunos viejos temores y símbolos de otras épocas. En el pueblo, donde se refieren a la alcaldesa como La Civilona (es hija de un guardia civil), sostienen que García, sostenida por Esperanza Aguirre, “se ha quitado la careta en el último año”. “Se ha acompañado además de un grupo de personas muy conservadoras y con afición a la cultura militar”, dice un vecino que no quiere dar su nombre por temor a represalias. Aquí si hablas te amenazan, sostiene el joven atemorizado.



Uno de los hombres de confianza de García es José Luis Pérez Maroto, el primer teniente de alcalde. Cuando se le preguntó por la venta de imaginería franquista, Pérez Maroto replicó que no podía decir de Franco “si era bueno o malo”. “No puedo opinar de algo que no he vivido", dijo. Ayer, Pérez Maroto no quiso explicar por qué ha cambiado la bandera española preconstitucional que tenía como imagen personal de WhatsApp por una del cavallino rampante de la escudería Ferrari.

 

“En este pueblo siempre hay que empezar de cero”, resume una vecina en la plaza del pueblo. La torre de la iglesia es lo único que quedó en pie en el municipio tras la batalla de Brunete.

Hubo que reconstruir todo el pueblo, a lo que contribuyó Franco apadrinándolo —de vez en cuando se acercaba a cazar por los alrededores— y destinando ayudas a través de la Dirección General de Regiones Devastadas para erigir por ejemplo la calle principal de la población. En sus casas bajas viven unos 3.000 habitantes, muchos de los cuales trabajan en Madrid, a 40 kilómetros.

Algunos autóctonos hablan de cómo el silencio se impone en los asuntos que tienen que ver con aquellos años de guerra. “Mucha gente que huyó tuvo que regresar al pueblo y hacerse franquista para sobrevivir. Hubo quien prefirió olvidar. Todavía sigue habiendo temor a hablar”, relata una de las vecinas bajo la condición de anonimato. Otra muestra su enfado por la pegatina con una cruz gamada con la que su hijo pequeño apareció por casa el día del mercadillo con iconografía ultraderechista: “El tipo que se la dio le dijo ‘Guárdatela, no se la enseñes a tus padres, ¿eh?”.

Enfundada en una camiseta verde en la que defiende la educación pública, Azucena Concejo, la única concejal socialista (hay seis del PP y cuatro del Grupo Independiente), sí que habla. Con nombre y apellidos. “No se pueden consentir semejantes homenajes y actos fascistas. Deberían estar condenados, como en otras partes de la Unión Europea. Debemos tener una legislación común que impida situaciones tan lamentables”, expone. Florentino Serrano, exalcalde y portavoz del Grupo Independiente, ha pedido a Aguirre, en un escrito que presentó en la sede del PP en Génova, que deje de respaldar a García.

 También ha interpuesto una denuncia ante la Fiscalía General del Estado, que se ha pronunciado e investigará qué se vendía en lo que en teoría era una feria de coleccionismo militar.

Víctor de Miguel Rufes, de Orders & Medals, vendía medallas y condecoraciones de la II Guerra Mundial militares y se queja “del daño” de algunos vendedores con los que coincidió en Quijorna. “Lo que vendían estaba totalmente fuera de lugar en una feria dedicada al coleccionismo militar”, sentencia, preocupado por la imagen que se transmite del sector. El Pabellón de Convenciones de la Casa de Campo tiene previsto acoger del 30 octubre al 1 de noviembre la XLII Bolsa No Solo Militaria, dedicada a los objetos militares de época.

Mientras, los vecinos y políticos de la oposición lamentan que el pueblo haya pasado a ser conocido por la feria militar del colegio público Príncipes de Asturias. Antonio Jiménez, de la Fundación Don Rodrigo, que aportó a la muestra unos vehículos militares de época, asegura que el único interés de todos los participantes era cultural e histórico.

Si haces una feria dedicada al recuerdo de la república te llaman rojo de mierda y te amenazan, si lo haces en recuerdo de los fascistas te ensalzan y te dejan vender todo cuanto quieres nos cuenta otro joven de la localidad.

 “El asunto se ha sacado de contexto”, dice por teléfono. “No veo nada malo en vender esos símbolos si no hay intención de usarlos políticamente. Es una cuestión histórica”, argumenta. Cuando se le recuerdan los lazos de Alonso Ruiz de Castro, presidente de la Fundación Don Rodrigo con el partido nacionalsocialista Bases Autónomas, Jiménez dice que es un asunto del pasado. “Estamos hablando de una cosa que ocurrió hace 30 años y la fundó su hermano [Carlos Ruiz de Castro]. El rey juró los principios del movimiento y no lo vamos a llamar fascista ¿no? La gente puede cambiar”, concluye.

Otros casos igual de deleznables

Empezó como una fiebre de verano. Con la solanera de agosto brotó un sarpullido de casos de militantes de Nuevas Generaciones del PP de Valencia que subían a Twitter y Facebook fotos donde posaban, contentísimos, junto a iconos nazis y banderas de España con el águila franquista.

 La erupción, calificada de “chiquillada” por Alfonso Rus, presidente popular de la Diputación valenciana, se contagió a miembros de las juventudes de Castilla-La Mancha, que fueron reprendidos con cariñosas broncas de sus mayores.

“Cuando se es joven, se pueden permitir licencias que de mayores son imperdonables”, declaró, paternal, Arturo Torró, alcalde de Gandía, sobre la “broma” de Daniel Terrades, secretario de Nuevas Generaciones de su pueblo, que publicó una imagen suya posando con el brazo en alto.

 Tuvo que pasar el mes para que Esteban González Pons, vicesecretario de Estudios y Programas del Partido Popular, declarara que “quienes cometen la estupidez de fotografiarse o mofarse haciendo gestos nazis o fascistas no merecen pertenecer al PP”. Y anunciara la apertura de expedientes.

Pero lo cierto que pasan los meses y no se les expedienta en un claro síntoma que desde el pp no se quiere atacar a sus militantes neo fascistas que cada día son más. Se calcula que ya son el 30 por ciento de su electorado, sin el cual está claro para todo el mundo que no podrían gobernar.

Se venden símbolos franquistas en los bazares chinos. Hay oferta y demanda con lo cual nosotros sólo hacemos negocio

 

Mientras el fiscal general del Estado ha anunciado que investigará los hechos acaecidos en Qijorna, Gandía y Canals, el PP no ha reñido oficialmente a los alcaldes y concejales que extienden el brazo haciendo el saludo fascista o se fotografían con la bandera de franco. Estos tampoco han dimitido.

 

Goteo infame


 


Redes sociales. Varios cargos y militantes de Nuevas Generaciones del PP en la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha colgaron este verano en sus perfiles de Facebook y Twitter fotografías en las que aparecen realizando el saludo fascista, portando banderas y símbolos franquistas y nazis.

 

Alcalde ultramontano. Senén Pousa, alcalde popular de Beade, pequeño pueblo orensano, se declara “franquista” y tiene un altar dedicado al dictador en su despacho. Nadie del PP le ha recriminado su actitud, dice.

 

Asalto a Blanquerna. El 11 de septiembre, unos 20 ultraderechistas irrumpieron en la celebración de la Diada de Cataluña en el centro Blanquerna de Madrid, y causaron cinco heridos. 12 fueron detenidos. La Fiscalía y el Supremo estudian la ilegalización de Alianza Nacional, partido fascista presuntamente implicado.

 

 

No hay que buscar bajo las piedras. Ahora mismo, en cualquier bazar de chinos, se venden llaveros, mecheros y pulseras de goma con la bandera franquista. Si los comerciantes asiáticos se toman la molestia de fabricarlos, traerlos desde su país y exhibirlos —discretamente, eso sí— en sus tiendas es porque venden.

“Sí, es un goteo. Si no tienes, siempre hay alguien que te los pide”, confirma un adolescente oriental, criado en España, que cobra en un bazar situado en el centro de la turística Alcalá de Henares (Madrid). El chico, educado en un instituto público, solo sabe que Franco fue “un general que mandaba mucho y que mató a mucha gente pero que nunca cumplió condena por el genocidio orquestado”, y no ve problema en despachar esas baratijas.

 

No hace tanto, a ningún cargo del PP se le ocurría exhibir símbolos franquistas, y mucho menos nazis. Mucha pulserita rojigualda, mucho himno en el móvil, pero la bandera del aguilucho, el águila imperial del escudo franquista, se dejaba para casa. La ostentación pública quedaba para los franquistas irredentos en los fastos del 20-N, y los grupos juveniles de ultraderecha. Ahora, sin embargo, algunos jóvenes populares sacan pecho franquista sin complejos. Algo ha cambiado.

“No veo un aumento de la exaltación del franquismo, pero sí un orgullo creciente por manifestarlo. Hay un caldo de cultivo con varias vertientes. La atmósfera internacional de auge ultra en un escenario de crisis.

 

En el plano local, una ofensiva contra los que creen una conjura para liquidar el franquismo por parte de la ONU, la justicia internacional y el soberanismo catalán. Y el espejo y altavoz de las TDT, que han devuelto el tema a la agenda si no política, sí mediática”, dice el historiador Julián Casanova. “No cerrar o cerrar mal el pasado trae esto. Urge hacerlo, o existe el peligro de que pase como en Grecia o Hungría, donde los ultras arrasan”, añade desde Budapest, donde ejerce de docente.

 

José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo, no considera “banales, en absoluto”, estos episodios, de los que responsabiliza, en última instancia, a los propios “demócratas antifranquistas”. “Ese caldo de cultivo existe desde que el PP y el PSOE, más allá de la Ley de Memoria Histórica hecha para salir del paso y que ha muerto de inanición, han permitido dejar intacta la simbología franquista, empezando por el monolito del Valle de los Caídos, esa vergüenza”, acusa.

 

Según él, existe una masa sociológica franquista, que sitúa en “más de un 20%”, del electorado que vota al PP. “Por eso, y por la afinidad del partido con el franquismo, no condenan el régimen que sí ha condenado la ONU, el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa.

En Francia, Alemania o Italia la exhibición de símbolos fascistas es delito. Aquí, se penalizan las “actitudes que inciten al odio”, pero se hizo pensando en ETA, no en Franco”, explica. “Mientras los demócratas no proclamen sin fisuras que es imposible reconciliar la democracia con la dictadura, no cesarán estos episodios”, añade.

 

Lo cierto es que han tenido oportunidades de hacerlo. En mayo, el PP rechazó una propuesta de IU para declarar el 18 de julio “Día de condena del franquismo” con el argumento de “que es mejor mirar al futuro que al pasado”. Y, esta semana, ha tumbado en solitario la propuesta de IU y UPyD para tipificar como delito en el Código Penal la apología del franquismo, calificando la propuesta de “extemporánea”.

Lo nuevo es que los jóvenes los exhiben sin los complejos de sus mayores

Esteban Ibarra, del Movimiento contra la Intolerancia, insiste en deslindar casos como el de Quijorna de otros “más graves”, como el asalto del centro catalán Blanquerna en Madrid por parte de sujetos ultraderechistas donde amenazaron y zarandearon a políticos de ciu como Sánchez Llibre.

 “Los jóvenes que cuelgan fotos con banderas fascistas mezclan a Franco, Hitler y Mussolini en el mismo saco. Se han infectado de la cultura ultra del fútbol. Es la absoluta banalización del mal. Internet ahí ha jugado un papel fundamental extendiendo el virus”, sostiene.

El historiador militar y coronel Fernando Puell de la Villa reseña el hecho de que “nadie hable del Ejército en este contexto”. Los militares, constata, están callados. “El Ejército es la institución que ha hecho una transformación más profunda en los últimos 30 años. Los militares son conservadores en su mayoría, pero perfectamente demócratas. No hacen manifestaciones públicas porque, entre otras cosas, saben que si lo hacen, les cortan la cabeza, como al general Mena. Y eso no es mala cosa”, apunta.

Pero es cierto que hay un núcleo duro en el ejército que podría secundar las propuestas del general Mena.

Muchos militares están callados porque los recortes no han llegado al ministerio de defensa. El día que recorten en el ministerio dejarán de estar callados. El presupuesto para los militares es muy alto y aún así hay facturas a nombre de otros ministerios cuyo dinero se está destinando a defensa. Esto lo han recogido varios historiadores y periodistas de diversos medios como La Vanguardia o Público.

El mundo, El país y el Abc, así como la razón, no quieren hablar de este asunto por peliagudo, se callan como putas y miran hacia otro lado hablando de la ley del aborto, de Venezuela o de Ucrania.

Martín Pallín: “No es un brote banal. Los demócratas han permitido esto”

 

Jaime Alonso, vicepresidente de la Fundación Franco —“Francisco Franco”, caudillo de España, puntualiza— opina otra cosa. “Los jóvenes no tienen complejos porque no tienen servidumbres. No quieren ser como los padres, hipócritas que dicen una cosa en público y otra en privado y que, al final, gobiernan como los otros”, se desfoga.

 

El Partido Popular ha tardado más de tres semanas en reaccionar con decisión ante la proliferación de imágenes, difundidas en distintos medios y a través de las redes sociales, de afiliados a Nuevas Generaciones (NN GG), la rama juvenil del PP en la Comunidad Valenciana, saludando brazo en alto a la manera fascista o posando junto a símbolos característicos de la ultraderecha.

 

 La presión social y la de los partidos de la oposición obligaron a la dirección nacional de NN GG a tomar medidas, frente a la pasividad o incluso comprensión de dirigentes populares como el presidente del PP en la provincia de Valencia y de la Diputación, Alfonso Rus, o Arturo Torró, alcalde de Gandía.


 

La dirección de NN GG anunció ayer por la tarde la apertura de expedientes informativos a los afiliados valencianos que han aparecido en fotografías en las que mostraban su simpatía por la simbología fascista. La investigación quiere aclarar “posibles casos de actuación contraria al ordenamiento jurídico o a los estatutos” de la organización. Horas antes, Serafín Castellano, secretario general del PP valenciano había sugerido públicamente esa posibilidad en una comparecencia ante los medios en Xilxes (Castellón) al decir que “se tomarán las medidas que se tengan que tomar dentro de la organización de NN GG, que tiene sus estatutos y también su Comité de Derechos y Garantías a nivel nacional”.


 

Las reacciones de los dirigentes del PP a la aparición de la primera fotografía, en la que se ve a Jorge Roca, miembro de la ejecutiva de NN GG de Xàtiva (Valencia) tras una bandera nazi y racista, evidenciaron dos maneras de afrontar el problema. Rus no dudó en defenderle, mientras que el vicepresidente del Consell, José Ciscar, afirmaba que los estatutos del PP sancionan conductas de ese tipo, con medidas que “podrían llegar incluso a la expulsión” al tratarse de “faltas muy graves”. “Si la cosa es como dicen, sería reprobable al 100 por cien”, dijo Ciscar sin haber visto la foto. Pero todo queda de cara a la opinión pública, porque al final nunca se consuman las sanciones.

 

 

Imágenes con miembros de NN GG brazos en alto o fotografiándose junto a la bandera franquista de España se sucedieron. El secretario general de las juventudes del PP en Gandia (Valencia), Daniel Terrades, apareció haciendo el saludo romano junto a un monolito por los caídos.

Con el mismo gesto fascista se publicó una fotografía del presidente de NN GG en Xàtiva, Xesco Sáez, y una concejala de la localidad valenciana de Canals, Carmen Melissa Ferrer, posaba junto a una bandera preconstitucional.

 

 Por si no fuera suficiente tanta exhibición de simpatía por la extrema derecha, el hijo de una concejala del PP de Bétera (Valencia) publicaba un artículo en el programa de fiestas de la localidad en el que aparecía como un Capitán España, envuelto en la bandera rojigualda, presentándose como el encargado de rescatar a una joven secuestrada por “guerrillas de rojos” que operaban en la vecina Sierra Calderona.

 

Alfonso Rus y Arturo Torró, alcaldes de Xàtiva y Gandia, respectivamente, se refirieron a los hechos protagonizados por sus cachorros locales calificándolos de “chiquilladas” y “bromas amistosas”. La dirección valenciana de NN GG se limitó a decir a través de su cuenta Twitter que se trataba de “actitudes aisladas”, considerando las críticas como ataques a la organización. Pero lo cierto es que dejan de ser aisladas para ser muy frecuentes.

 

Los intentos de reducir a meras anécdotas aisladas los hechos denunciados no prosperaron. Las redes sociales reprodujeron miles de veces las imágenes, al tiempo que se reclamaban respuestas más contundentes. Todos los partidos de la oposición se unieron a estas exigencias de responsabilidades, reclamando a los máximos dirigentes del PP valenciano que tomara cartas en el asunto.

 


Más de 20 días han tardado los responsables populares en atajar el problema desde que apareció la imagen de Jorge Roca. Ayer pareció que la consigna había llegado por fin desde Génova. Por la mañana, Serafín Castellano censuraba “todas las actitudes, manifestaciones y simbología que no respondan a la Constitución, el Estatuto de Autonomía, la democracia, las libertades y los derechos de los ciudadanos”.

 Por la tarde, llegaba el comunicado de la dirección de NN GG e, incluso, el PP de Canals pedía perdón por el comportamiento de su concejala. Ninguno de los implicados ha dimitido de sus cargos ni ha sido sancionado económicamente.

Se pasan todo el día criticando al gobierno de Nicolás Maduro y son incapaces de condenar el franquismo. No sólo no lo condenan sino que se sienten atraídos por cómo se actuó durante la época del genocidio franquista.

¿Y estos se consideran adalides de la democracia?

No nos representan, ni ellos ni los del psoe que cuando gobernaron tampoco crearon sanciones para los idiotas que portan símbolos fascistas y permitieron que las calles se llenaran de delincuentes neo nazis que pegan palizas a inmigrantes y jóvenes de izquierdas.

La culpa no es de la policía porque no se le dota de medios para combatir a estos mequetrefes. La culpa es del bipartidismo que no ha hecho nada para acabar con este tipo de delincuentes que campan a sus anchas por las ciudades y pueblos de España sembrando de odio e incomprensión nuestras calles.
Información obtenida del Diario El país, modificada por el autor del blog

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