Episodio
bochornoso en Quijorna
Son las fiestas
de Quijorna, sus habitantes beben copas en una carpa y en los puestos se venden
pulseras y camisetas de franco y de otros fascistas ya muertos por fortuna.
Hay niños corriendo por las calles, otro
número similar de ancianos caminando por el mercadillo donde se venden todo
tipo de recuerdos del franquismo, la época más triste que tocó vivir a España
donde el odio y el rencor se cobró la vida de miles de personas por creer en
una sociedad justa donde pudiéramos vivir en democracia.
Ahora los
conservadores se escandalizan por ocho muertos en Venezuela sin querer recordar
las matanzas orquestadas por Franco y sus secuaces a quienes tanto ensalzan los
políticos populares más conservadores.
No
justifico las muertes en Venezuela, sólo pienso que Maduro debería de adelantar
las elecciones para volver a derrotar a los fascistas y a los neoliberales que
quieren privatizar los servicios públicos y el petróleo para que las empresas yanquis
se hagan con el poder de la nación y regresar a la cuota de pobreza y
marginalización existente antes de que gobernara Chávez, quien lo hizo siempre a
favor de los más necesitados reduciendo la pobreza en un 70 por ciento.
Debe vencerles en las urnas, sin usar la
violencia en la calle porque eso le deslegitima y le hace perder apoyo
internacional.
Pero
regresemos a Quijorna.
El pasado 28 de septiembre la ecoescuela
sirvió para acoger un mercadillo militar autorizado por el Ayuntamiento -lo
subvencionó con 700 euros, según fuentes de la Comunidad de Madrid- en el que
se vendían banderas preconstitucionales, pósteres del dictador Francisco
Franco, calendarios de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange,
tejidos y llaveros con esvásticas nazis.
La
alcaldesa, Mercedes García (PP), visitó la feria y no le dio trascendencia a la venta de merchandising franquista y fascista —también había banderas
del sol naciente, en representación de Japón, uno de los países que integraron
el Eje junto a la Alemania de Adolf Hitler y la Italia de Benito Mussolini en
la Segunda Guerra Mundial— que se vendía en paralelo a objetos militares de
época.
Lejos de
darle importancia a la presencia de stands con parafernalia
ultraderechista a la venta sin nada que ver con la historia militar, con
bufandas de ultras de clubes fútbol con un águila imperial como enseña no
escogida aparentemente al azar, o parches con la calavera insignia de
las SS Totenkop, la regidora colocó al día siguiente en un monolito situado en
la parte trasera de la iglesia de Quijorna una placa a “los caídos por Dios y
por España del 6 al 8 de julio de 1937” en la Guerra Civil.
Homenajea
a las víctimas del bando fascista obviando a los 30.000 demócratas que murieron
en el bando de los buenos, luchando por la igualdad material, la paz, la
justicia universal y la democracia como valores esenciales del ser humano.
El
revuelo por el mercadillo fascista y el homenaje de la alcaldesa a las víctimas
de una sola parte prendió los días siguientes, en los que se buzoneó por todo
el pueblo un escrito, con el logotipo del Ayuntamiento, en el que García
defendía su gestión. García dio el paso animada por la falta de sanción del PP
de Madrid, que tan solo la obligó a pedir disculpas —pese a que muchos
responsables pedían “contundencia”— por si había herido alguna sensibilidad
“sin ninguna intención”. Resulta que sí que lo hizo.
Lo peor de todo es que hubo gente
que fue humillada e incluso recibió golpes de fascistas que eran familiares de
concejales del pp en el pueblo. A esta gente no se le ha denunciado por miedo a
recibir palizas.
Los fascistas campan a sus anchas
por el pueblo y el miedo a denunciarles se hace latente, no hay suficiente
policía como para asegurarse que si se les denuncian no habrá represalias en
forma de golpizas en rostro y cuerpo.
Antes las golpizas venían de mano
de fascistas de democracia nacional o España 2000, ahora vienen de los
familiares de concejales del pp. Vergonzoso, deberían echarles del partido por
permitir que esto suceda en su asqueroso pueblo infectado de fascistas del tres
al cuarto.
La
escalada de tensión que se masca en Quijorna pareció alcanzar su cénit la noche
del miércoles al jueves de esta semana, cuando un grupo de miembros de Yesca
antifascista arrancó la placa dorada del monolito con un destornillador
y echó pintura roja sobre la piedra. “No merecen monumento ni homenaje alguno,
sino nuestro más profundo desprecio”, dijeron en un comunicado en el que
homenajeaban a Oliver Law, el primer brigadista negro que lideró un escuadrón
en la Guerra Civil, y que murió el 9 de julio de 1937 muy cerca de Quijorna, en
el Cerro del Mosquito de Villaviciosa de Odón.
Ya en la
tarde del jueves, seguidores entrados en edad del partido de ultraderecha
Alternativa Española se dedicaron a repartir folletos por la localidad. El
viernes por la tarde, la Guardia Civil reforzó el primer día de las fiestas
locales con un dispositivo especial, reforzado con integrantes de otros
municipios. Este sábado, una falsa amenaza de bomba obligó a desalojar la iglesia y a
cancelar la misa matutina en homenaje a la patrona del municipio, la Virgen del
Pilar.
En fin,
que en Quijorna, están resurgiendo algunos viejos temores y símbolos de otras
épocas. En el pueblo, donde se refieren a la alcaldesa como La Civilona (es
hija de un guardia civil), sostienen que García, sostenida por Esperanza
Aguirre, “se ha quitado la careta en el último año”. “Se ha acompañado además
de un grupo de personas muy conservadoras y con afición a la cultura militar”,
dice un vecino que no quiere dar su nombre por temor a represalias. Aquí si
hablas te amenazan, sostiene el joven atemorizado.
Uno de
los hombres de confianza de García es José Luis Pérez Maroto, el primer
teniente de alcalde. Cuando se le preguntó por la venta de imaginería
franquista, Pérez Maroto replicó que no podía decir de Franco “si era bueno o
malo”. “No puedo opinar de algo que no he vivido", dijo. Ayer, Pérez
Maroto no quiso explicar por qué ha cambiado la bandera española
preconstitucional que tenía como imagen personal de WhatsApp por una del cavallino
rampante de la escudería Ferrari.
“En este
pueblo siempre hay que empezar de cero”, resume una vecina en la plaza del
pueblo. La torre de la iglesia es lo único que quedó en pie en el municipio
tras la batalla de Brunete.
Hubo que
reconstruir todo el pueblo, a lo que contribuyó Franco apadrinándolo —de vez en
cuando se acercaba a cazar por los alrededores— y destinando ayudas a través de
la Dirección General de Regiones Devastadas para erigir por ejemplo la calle
principal de la población. En sus casas bajas viven unos 3.000 habitantes,
muchos de los cuales trabajan en Madrid, a 40 kilómetros.
Algunos
autóctonos hablan de cómo el silencio se impone en los asuntos que tienen que
ver con aquellos años de guerra. “Mucha gente que huyó tuvo que regresar al
pueblo y hacerse franquista para sobrevivir. Hubo quien prefirió olvidar.
Todavía sigue habiendo temor a hablar”, relata una de las vecinas bajo la
condición de anonimato. Otra muestra su enfado por la pegatina con una cruz
gamada con la que su hijo pequeño apareció por casa el día del mercadillo con
iconografía ultraderechista: “El tipo que se la dio le dijo ‘Guárdatela, no se
la enseñes a tus padres, ¿eh?”.
Enfundada
en una camiseta verde en la que defiende la educación pública, Azucena Concejo,
la única concejal socialista (hay seis del PP y cuatro del Grupo Independiente),
sí que habla. Con nombre y apellidos. “No se pueden consentir semejantes
homenajes y actos fascistas. Deberían estar condenados, como en otras partes de
la Unión Europea. Debemos tener una legislación común que impida situaciones
tan lamentables”, expone. Florentino Serrano, exalcalde y portavoz del Grupo
Independiente, ha pedido a Aguirre, en un escrito que presentó en la sede del
PP en Génova, que deje de respaldar a García.
También ha interpuesto una denuncia ante la
Fiscalía General del Estado, que se ha pronunciado e investigará qué se vendía en lo que en teoría era una feria
de coleccionismo militar.
Víctor de
Miguel Rufes, de Orders & Medals, vendía medallas y condecoraciones de la
II Guerra Mundial militares y se queja “del daño” de algunos vendedores con los
que coincidió en Quijorna. “Lo que vendían estaba totalmente fuera de lugar en
una feria dedicada al coleccionismo militar”, sentencia, preocupado por la
imagen que se transmite del sector. El Pabellón de Convenciones de la Casa de
Campo tiene previsto acoger del 30 octubre al 1 de noviembre la XLII Bolsa No
Solo Militaria, dedicada a los objetos militares de época.
Mientras, los vecinos y políticos
de la oposición lamentan que el pueblo haya pasado a ser conocido por la feria
militar del colegio público Príncipes de Asturias. Antonio Jiménez, de la
Fundación Don Rodrigo, que aportó a la muestra unos vehículos militares de
época, asegura que el único interés de todos los participantes era cultural e
histórico.
Si haces una feria dedicada al
recuerdo de la república te llaman rojo de mierda y te amenazan, si lo haces en
recuerdo de los fascistas te ensalzan y te dejan vender todo cuanto quieres nos
cuenta otro joven de la localidad.
“El asunto se ha sacado de contexto”, dice por
teléfono. “No veo nada malo en vender esos símbolos si no hay intención de
usarlos políticamente. Es una cuestión histórica”, argumenta. Cuando se le
recuerdan los lazos de Alonso Ruiz de Castro, presidente de la Fundación Don
Rodrigo con el partido nacionalsocialista Bases Autónomas, Jiménez dice que es
un asunto del pasado. “Estamos hablando de una cosa que ocurrió hace 30 años y la
fundó su hermano [Carlos Ruiz de Castro]. El rey juró los principios del
movimiento y no lo vamos a llamar fascista ¿no? La gente puede cambiar”,
concluye.
Otros casos igual de deleznables
Empezó como una fiebre de verano. Con la solanera
de agosto brotó un sarpullido de
casos de militantes de Nuevas Generaciones del PP de Valencia que subían a
Twitter y Facebook fotos donde posaban, contentísimos, junto a iconos nazis y
banderas de España con el águila franquista.
La
erupción, calificada de “chiquillada” por Alfonso Rus, presidente popular
de la Diputación valenciana, se contagió a miembros de las juventudes de
Castilla-La Mancha, que fueron reprendidos con cariñosas broncas de
sus mayores.
“Cuando se es joven, se pueden permitir licencias
que de mayores son imperdonables”, declaró, paternal, Arturo Torró, alcalde de
Gandía, sobre la “broma” de Daniel Terrades, secretario de Nuevas Generaciones
de su pueblo, que publicó una imagen suya posando con el brazo en alto.
Tuvo que
pasar el mes para que Esteban González Pons, vicesecretario de Estudios y
Programas del Partido Popular, declarara que “quienes cometen la estupidez de
fotografiarse o mofarse haciendo gestos nazis o fascistas no merecen pertenecer
al PP”. Y anunciara la apertura de expedientes.
Pero lo cierto que pasan los meses y no se les
expedienta en un claro síntoma que desde el pp no se quiere atacar a sus
militantes neo fascistas que cada día son más. Se calcula que ya son el 30 por
ciento de su electorado, sin el cual está claro para todo el mundo que no
podrían gobernar.
Se venden símbolos franquistas
en los bazares chinos. Hay oferta y demanda con lo cual nosotros sólo hacemos
negocio
Mientras el fiscal general del Estado ha anunciado
que investigará los hechos acaecidos en Qijorna, Gandía y Canals, el PP no ha
reñido oficialmente a los alcaldes y concejales que extienden el brazo haciendo
el saludo fascista o se fotografían con la bandera de franco. Estos tampoco han
dimitido.
Goteo infame
Redes sociales. Varios cargos y
militantes de Nuevas Generaciones del PP en la Comunidad Valenciana y
Castilla-La Mancha colgaron este verano en sus perfiles de Facebook y Twitter
fotografías en las que aparecen realizando el saludo fascista, portando
banderas y símbolos franquistas y nazis.
Alcalde ultramontano. Senén
Pousa, alcalde popular de Beade, pequeño pueblo orensano, se declara
“franquista” y tiene un altar dedicado al dictador en su despacho. Nadie del PP
le ha recriminado su actitud, dice.
Asalto a Blanquerna. El 11 de
septiembre, unos 20 ultraderechistas irrumpieron en la celebración de la Diada
de Cataluña en el centro Blanquerna de Madrid, y causaron cinco heridos. 12
fueron detenidos. La Fiscalía y el Supremo estudian la ilegalización de Alianza
Nacional, partido fascista presuntamente implicado.
No hay que buscar bajo las piedras. Ahora mismo, en
cualquier bazar de chinos, se venden llaveros, mecheros y pulseras de goma con
la bandera franquista. Si los comerciantes asiáticos se toman la molestia de
fabricarlos, traerlos desde su país y exhibirlos —discretamente, eso sí— en sus
tiendas es porque venden.
“Sí, es un goteo. Si no tienes, siempre hay alguien
que te los pide”, confirma un adolescente oriental, criado en España, que cobra
en un bazar situado en el centro de la turística Alcalá de Henares (Madrid). El
chico, educado en un instituto público, solo sabe que Franco fue “un general
que mandaba mucho y que mató a mucha gente pero que nunca cumplió condena por
el genocidio orquestado”, y no ve problema en despachar esas baratijas.
No hace tanto, a ningún cargo del PP se le ocurría
exhibir símbolos franquistas, y mucho menos nazis. Mucha pulserita rojigualda,
mucho himno en el móvil, pero la bandera del aguilucho, el águila
imperial del escudo franquista, se dejaba para casa. La ostentación pública
quedaba para los franquistas irredentos en los fastos del 20-N, y los grupos
juveniles de ultraderecha. Ahora, sin embargo, algunos jóvenes populares sacan
pecho franquista sin complejos. Algo ha cambiado.
“No veo un aumento de la exaltación del franquismo,
pero sí un orgullo creciente por manifestarlo. Hay un caldo de cultivo con
varias vertientes. La atmósfera internacional de auge ultra en un escenario de
crisis.
En el plano local, una ofensiva contra los que
creen una conjura para liquidar el franquismo por parte de la ONU, la justicia
internacional y el soberanismo catalán. Y el espejo y altavoz de las TDT, que
han devuelto el tema a la agenda si no política, sí mediática”, dice el
historiador Julián Casanova. “No cerrar o cerrar mal el pasado trae esto. Urge
hacerlo, o existe el peligro de que pase como en Grecia o Hungría, donde los
ultras arrasan”, añade desde Budapest, donde ejerce de docente.
José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del
Tribunal Supremo, no considera “banales, en absoluto”, estos episodios, de los
que responsabiliza, en última instancia, a los propios “demócratas
antifranquistas”. “Ese caldo de cultivo existe desde que el PP y el PSOE, más
allá de la Ley de Memoria Histórica hecha para salir del paso y que ha muerto
de inanición, han permitido dejar intacta la simbología franquista, empezando
por el monolito del Valle de los Caídos, esa vergüenza”, acusa.
Según él, existe una masa sociológica franquista,
que sitúa en “más de un 20%”, del electorado que vota al PP. “Por eso, y por la
afinidad del partido con el franquismo, no condenan el régimen que sí ha
condenado la ONU, el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa.
En Francia, Alemania o Italia la exhibición de
símbolos fascistas es delito. Aquí, se penalizan las “actitudes que inciten al
odio”, pero se hizo pensando en ETA, no en Franco”, explica. “Mientras los
demócratas no proclamen sin fisuras que es imposible reconciliar la democracia
con la dictadura, no cesarán estos episodios”, añade.
Lo cierto es que han tenido oportunidades de
hacerlo. En mayo, el PP rechazó una propuesta de IU para declarar el 18 de
julio “Día de condena del franquismo” con el argumento de “que es mejor mirar
al futuro que al pasado”. Y, esta semana, ha tumbado en solitario la propuesta
de IU y UPyD para tipificar como delito en el Código Penal la apología del
franquismo, calificando la propuesta de “extemporánea”.
Lo nuevo es que los jóvenes los
exhiben sin los complejos de sus mayores
Esteban Ibarra, del Movimiento contra la
Intolerancia, insiste en deslindar casos como el de Quijorna de otros “más
graves”, como el asalto del centro catalán Blanquerna en Madrid por parte de
sujetos ultraderechistas donde amenazaron y zarandearon a políticos de ciu como
Sánchez Llibre.
“Los jóvenes
que cuelgan fotos con banderas fascistas mezclan a Franco, Hitler y Mussolini
en el mismo saco. Se han infectado de la cultura ultra del fútbol. Es la
absoluta banalización del mal. Internet ahí ha jugado un papel fundamental
extendiendo el virus”, sostiene.
El historiador militar y coronel Fernando Puell de
la Villa reseña el hecho de que “nadie hable del Ejército en este contexto”.
Los militares, constata, están callados. “El Ejército es la institución que ha
hecho una transformación más profunda en los últimos 30 años. Los militares son
conservadores en su mayoría, pero perfectamente demócratas. No hacen
manifestaciones públicas porque, entre otras cosas, saben que si lo hacen, les
cortan la cabeza, como al general Mena. Y eso no es mala cosa”, apunta.
Pero es cierto que hay un núcleo duro en el
ejército que podría secundar las propuestas del general Mena.
Muchos militares están callados porque los recortes
no han llegado al ministerio de defensa. El día que recorten en el ministerio
dejarán de estar callados. El presupuesto para los militares es muy alto y aún
así hay facturas a nombre de otros ministerios cuyo dinero se está destinando a
defensa. Esto lo han recogido varios historiadores y periodistas de diversos
medios como La Vanguardia o Público.
El mundo, El país y el Abc, así como la razón, no
quieren hablar de este asunto por peliagudo, se callan como putas y miran hacia
otro lado hablando de la ley del aborto, de Venezuela o de Ucrania.
Jaime Alonso, vicepresidente de la Fundación Franco
—“Francisco Franco”, caudillo de España, puntualiza— opina otra cosa. “Los
jóvenes no tienen complejos porque no tienen servidumbres. No quieren ser como
los padres, hipócritas que dicen una cosa en público y otra en privado y que,
al final, gobiernan como los otros”, se desfoga.
El
Partido Popular ha tardado más de tres semanas en reaccionar con decisión ante
la proliferación de imágenes, difundidas en distintos medios y a través de las
redes sociales, de afiliados a Nuevas Generaciones (NN GG), la rama juvenil del
PP en la Comunidad Valenciana, saludando brazo en alto a la manera fascista o
posando junto a símbolos característicos de la ultraderecha.
La presión social y la de los partidos de la
oposición obligaron a la dirección nacional de NN GG a tomar medidas, frente a
la pasividad o incluso comprensión de dirigentes populares como el presidente
del PP en la provincia de Valencia y de la Diputación, Alfonso Rus, o Arturo
Torró, alcalde de Gandía.
La
dirección de NN GG anunció ayer por la tarde la apertura de expedientes
informativos a los afiliados valencianos que han aparecido en fotografías en
las que mostraban su simpatía por la simbología fascista. La investigación
quiere aclarar “posibles casos de actuación contraria al ordenamiento jurídico
o a los estatutos” de la organización. Horas antes, Serafín Castellano,
secretario general del PP valenciano había sugerido públicamente esa
posibilidad en una comparecencia ante los medios en Xilxes (Castellón) al decir
que “se tomarán las medidas que se tengan que tomar dentro de la organización
de NN GG, que tiene sus estatutos y también su Comité de Derechos y Garantías a
nivel nacional”.
Las
reacciones de los dirigentes del PP a la aparición de la primera fotografía, en
la que se ve a Jorge Roca, miembro de la ejecutiva de NN GG de Xàtiva
(Valencia) tras una bandera nazi y racista, evidenciaron dos maneras de
afrontar el problema. Rus no dudó en defenderle, mientras que el vicepresidente
del Consell, José Ciscar, afirmaba que los estatutos del PP sancionan conductas
de ese tipo, con medidas que “podrían llegar incluso a la expulsión” al
tratarse de “faltas muy graves”. “Si la cosa es como dicen, sería reprobable al
100 por cien”, dijo Ciscar sin haber visto la foto. Pero todo queda de cara a
la opinión pública, porque al final nunca se consuman las sanciones.
Imágenes
con miembros de NN GG brazos en alto o fotografiándose junto a la bandera
franquista de España se sucedieron. El secretario general de las juventudes del
PP en Gandia (Valencia), Daniel Terrades, apareció haciendo el saludo romano
junto a un monolito por los caídos.
Con el
mismo gesto fascista se publicó una fotografía del presidente de NN GG en
Xàtiva, Xesco Sáez, y una concejala de la localidad valenciana de Canals,
Carmen Melissa Ferrer, posaba junto a una bandera preconstitucional.
Por si no fuera suficiente tanta exhibición de
simpatía por la extrema derecha, el hijo de una concejala del PP de Bétera
(Valencia) publicaba un artículo en el programa de fiestas de la localidad en
el que aparecía como un Capitán España, envuelto en la bandera
rojigualda, presentándose como el encargado de rescatar a una joven secuestrada
por “guerrillas de rojos” que operaban en la vecina Sierra Calderona.
Alfonso
Rus y Arturo Torró, alcaldes de Xàtiva y Gandia, respectivamente, se refirieron
a los hechos protagonizados por sus cachorros locales calificándolos de
“chiquilladas” y “bromas amistosas”. La dirección valenciana de NN GG se limitó
a decir a través de su cuenta Twitter que se trataba de “actitudes aisladas”,
considerando las críticas como ataques a la organización. Pero lo cierto es que
dejan de ser aisladas para ser muy frecuentes.
Los
intentos de reducir a meras anécdotas aisladas los hechos denunciados no
prosperaron. Las redes sociales reprodujeron miles de veces las imágenes, al
tiempo que se reclamaban respuestas más contundentes. Todos los partidos de la
oposición se unieron a estas exigencias de responsabilidades, reclamando a los
máximos dirigentes del PP valenciano que tomara cartas en el asunto.
Más de 20 días han tardado los
responsables populares en atajar el problema desde que apareció la imagen de
Jorge Roca. Ayer pareció que la consigna había llegado por fin desde Génova.
Por la mañana, Serafín Castellano censuraba “todas las actitudes,
manifestaciones y simbología que no respondan a la Constitución, el Estatuto de
Autonomía, la democracia, las libertades y los derechos de los ciudadanos”.
Por la tarde, llegaba el comunicado de la
dirección de NN GG e, incluso, el PP de Canals pedía perdón por el
comportamiento de su concejala. Ninguno de los implicados ha dimitido de sus
cargos ni ha sido sancionado económicamente.
Se pasan todo el día criticando
al gobierno de Nicolás Maduro y son incapaces de condenar el franquismo. No
sólo no lo condenan sino que se sienten atraídos por cómo se actuó durante la
época del genocidio franquista.
¿Y estos se consideran adalides
de la democracia?
No nos representan, ni ellos ni
los del psoe que cuando gobernaron tampoco crearon sanciones para los idiotas
que portan símbolos fascistas y permitieron que las calles se llenaran de
delincuentes neo nazis que pegan palizas a inmigrantes y jóvenes de izquierdas.
La culpa no es de la policía
porque no se le dota de medios para combatir a estos mequetrefes. La culpa es
del bipartidismo que no ha hecho nada para acabar con este tipo de delincuentes
que campan a sus anchas por las ciudades y pueblos de España sembrando de odio
e incomprensión nuestras calles.
Información obtenida del Diario El país,
modificada por el autor del blog
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