jueves, 13 de febrero de 2014

Desastre de Chernóbil


En cuanto accidentes nucleares el peor de todos con gran diferencia fue el accidente de Chernóbil que causó algunas decenas de muertos inmediatos debido al envenenamiento por radiación.

La central de Chernóbil se encuentra en las cercanías de Pripiat, una ciudad al sur de Ucrania que contaba con más de 40.000 habitantes justo antes de que se produjera la catástrofe nuclear.

Una de las principales avenidas de la deshabitada ciudad aún conserva los murales de Lenin y de otro líder comunista. Cuando cayó el telón de acero en 1991 no cayó del todo, en Pripiat nadie se atrevió a derribar los bloques de pisos que recuerdan a épocas pasadas. La radiación lo impidió.

 Todos los vecinos de la ciudad fueron obligados a desocupar sus casas y a abandonar la ciudad por las fuerzas de seguridad y el por el ejército ucraniano.

En cuestión de horas la poblada ciudad quedó deshabitada, los vecinos apenas tuvieron una hora para recoger sus pertenencias de mayor valor y abandonar la ciudad a la carrera antes de morir a consecuencia de los altísimos niveles de radiación.

A consecuencia de ello, hoy en día esta ciudad permanece aún desierta estando restringido su acceso a toda persona que no sea del gobierno o del ejército ucraniano.

En los últimos años han regresado a las inmediaciones de la ciudad algunas familias desobedeciendo los consejos de las autoridades. Pese a no vivir en el centro de la ciudad lo hacen a escasos kilómetros donde los niveles de radiación siguen siendo alarmantemente altos y muy peligrosos para cualquier ser humano.

Pese a ello estas familias no presentan ningún tipo de enfermedad derivada de la contaminación nuclear y cultivan tomates, patatas, cebollas y otras hortalizas en esas tierras  sin que su ingesta les afecte negativamente.



Varios programas de televisión e incluso algunos directores de cine han grabado en la ciudad de Kripyak en los últimos años, tras pedir el pertinente permiso a las autoridades ucranianas para poder adentrarse en la ciudad y filmar en ella.

Las carreteras y calles están destrozadas por las enormes raíces de los árboles que crecen en los laterales, los enormes bloques de pisos continúan en pie pero la acción erosiva de la lluvia, el viento y la nieve hacen mella en las vetustas construcciones edificadas en época del comunismo soviético y presentan una imagen tétrica, similar a las de las ciudades abandonadas tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

En el interior de las viejas casas aún se pueden encontrar cuadros, espejos, radios, televisiones y otros enseres y abalorios de sus propietarios que no tuvieron tiempo o dinero para transportar sus pertenencias a su nueva morada.

Afuera el paso del tiempo se aprecia en todos los rincones, la naturaleza le ha ganado espacio a la ciudad de la misma forma que lo hizo con antiguas civilizaciones como los Mayas o los Incas.

Pero en el interior de las viviendas todo sigue igual que el 26 de marzo de 1986, como si el reloj se hubiera parado y el tiempo no pasara por esas viejas habitaciones. Aquel fatídico día la tragedia se cebó con Pripiat robándole a la ciudad su boyante actividad y cualquier vestigio de vida humana.


En el antiguo hospicio de Pripiat, las camas están oxidadas y los muñecos y las mantas con las que se arropaba a los recién nacidos continúan en el lugar donde se dejaron el día en que se produjo la temible tragedia.


Aunque no todo sigue igual, como vemos en las imágenes el paso del tiempo es indeleble a todos, incluido al inmobiliario y demás enseres. Uno de los gimnasios de la ciudad se encuentra en mal estado a consecuencia del inexorable paso de los años.

Sus antiguos moradores se preguntan día sí, día también cuándo demonios podrán regresar a la que algún día fue su casa y todavía hoy les pertenece aunque no puedan disfrutar de ella. La contestación de las autoridades siempre es la misma. Hasta que no desciendan los niveles de radiación no se puede volver a la ciudad.

Muchos expertos aseguran que los niveles de radiación han descendido en los 28 años que han transcurrido desde la tragedia a un ritmo muy lento que hacen pensar que jamás podrá ser habitada. O al menos en unos cuantos siglos.


La noria era uno de los emblemas de la ciudad, junto a ella había columpios y una pista de coches de choque que todavía perduran aunque en avanzado estado de destrucción. Algunos sujetos alcoholizados se suben a los viejos y oxidados carros sin percatarse de que la radiación no es el único peligro que se desprende de esa zona.

De manera que la actividad en Pripiat queda aplazada por mucho tiempo, ninguno de nosotros viviremos por aquel entonces para contarlo. Quién sabe si cuando la ciudad se vuelva a ocupar sus vetustos apartamentos continuaran de pie o habrán sido vencidos por las inclemencias del tiempo y el transcurso de los años.

Para nuestra generación y las venideras, Pripiat seguirá siendo la ciudad fantasma por excelencia. Hay muchas otras, algunas abandonadas por estar enclavadas en pequeñas islas donde no es rentable vivir, otras por desaparecer o quebrar la empresa o la fábrica que sustentaba la economía de la misma. En otras ocasiones a consecuencia de una catástrofe natural, pero ninguna de ellas por una tragedia nuclear como la que azotó a Ucrania aquel ominoso día de 1986 en el que un reactor nuclear presentó una fuga de Uranio que no fue bien sellada.

Además de la tragedia inmediata se han producido miles de muertes prematuras en bebes que nacieron con malformaciones genéticas a consecuencia de la fuga de Uranio. En general no es posible probar el origen del cáncer que causa la muerte de una persona, y es muy difícil estimar las muertes a largo plazo debidas a Chernóbil.

Lo preocupante es que después de esa tragedia y la que ocurrió en Fukushima en el 2011 todavía continúen abriéndose más centrales nucleares.

Es penoso ver como la mayoría de países al igual que España invierten más dinero en armamento y en gasto militar que en energías renovables.

Si a los gobiernos les diera por invertir en energías limpias, con la energía eólica, la solar, la hidráulica y la biomasa sería suficiente como para no depender del petróleo ni de la energía nuclear.

 La inversión es necesaria y a corto plazo sería rentable económicamente puesto que nos ahorraríamos miles de millones en la compra del sucio petróleo que llega de Oriente Medio. Si al menos se le comprase a Venezuela, pero lo peor es que se les compra a esos desgraciados jeques que viven en la más absoluta opulencia mientras su pueblo se muere de hambre.

La industria petrolera es muy fuerte y los coches eléctricos todavía son muy escasos por lo que desgraciadamente creo que ninguno de nosotros viviremos en una sociedad sin petróleo y sin energía nuclear. A los poderosos no les conviene apostar por las energías limpias.

Ojala se agoten los pozos petrolíferos. Quizás entonces y sólo entonces, seremos más los qué apostamos por las energías renovables.



Son numerosos los artistas callejeros que se adentran en Pripiat para hacer murales aprovechando que no hay policías que les pongan multas por realizar arte urbano. Algunos vienen de lejos, de Minsk e incluso de Berlín. Lástima que no pueda colgar las fotos.

A continuación recojo otras catástrofes que obedecen a causas diversas y que probablemente narre en un futuro de manera más extensa.

El fallo de la presa de Banqiao (Henan, China, 1975) causó al menos la muerte de 26.000 personas debido a la inundación, y otras 145.000 murieron debido a las epidemias y hambrunas subsiguientes.

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