jueves, 6 de febrero de 2014

Incendios devastadores en grandes ciudades


Incendio de Mesa Redonda



El Incendio tuvo lugar en una zona céntrica de Lima conocida como "Mesa Redonda" la tarde del sábado 29 de diciembre de 2001 a las 19:15 horas. En el lugar ocurrió un pavoroso incendio que, contabilizando cifras oficiales causó la muerte de 277 personas, si bien se estima que la cifra de muertos fue superior a las 500 personas al no considerarse centenares de desaparecidos, y restos humanos no identificados.

Mesa Redonda es como se conoce a una zona del Centro histórico de Lima en torno a las calles Andahuaylas, Cuzco y Puno, en el Cercado, el sector denominado Barrios Altos, una de las partes más antiguas de la ciudad y cuyo urbanismo sufre de un gran deterioro. En los últimos años ha surgido en esta zona un pujante comercio basado en economía informal cuya principal atracción para el público es la de ofrecer precios más bajos que en otras zonas de la ciudad. Este comercio se desarrolla tanto en tiendas y "galerías comerciales" superiores e inferiores, como en puestos callejeros informales. En esta zona el comercio, además, aumenta con motivo de la Navidad. Sin embargo a pesar de la prohibición expresa, también se vendía material pirotécnico, el cual era almacenado sin reunir las más mínimas medidas de seguridad.

El incendio


A las 19.15 horas del 29 de diciembre de 2001 la demostración de un artefacto pirotécnico hecha por un vendedor informal desató un incendio en una tienda del jirón Cusco, cerca al cruce con la calle Andahuaylas, la acumulación de cajas conteniendo cohetecillos en tiendas vecinas generó una serie de explosiones en cadena que a su vez ocasionaron el rápido incendio de gran cantidad de material inflamable (plásticos y papeles).

El fuego destruyó cinco galerías comerciales en el cruce de las calles Andahuaylas y Cusco y se extendió velozmente a las cuatro manzanas vecinas, ayudado por la concentración de pirotecnia en las tiendas, pasillos, e incluso en las aceras de las calles. La zona comercial afectada, conocida como Mesa Redonda estaba identificada como una zona de muy alto riesgo por su extendida aglomeración, hacinamiento y sobreocupación de mercadería; se sabía que en el lugar se almacenaban unas 900 toneladas de pirotécnicos, que al incendiarse causaron una tormenta ígnea donde quedaron atrapados centenares de personas.

El hacinamiento mayor aún en aquellas fechas donde los transeúntes realizaban sus compras navideñas dificultó en extremo la evacuación de las tiendas, donde multitud de comerciantes y compradores quedaron atrapados por el fuego y el humo, pereciendo varios cientos por asfixia. Los automóviles fueron abandonados por sus propietarios en las citadas calles, quienes huyeron aterrorizados por el velocísimo avance del incendio complicando aún más las labores de los bomberos. Se necesitó que acudieran compañías de bomberos de otros distritos diferentes de Lima para extinguir el incendio, dado que los bomberos del cercado no daban abasto para sofocar las enormes llamas que trepaban con rapidez por los edificios de la zona. Los primeros en acudir a la zona fueron los bomberos de La Victoria, luego llegaron los de Breña y finalmente los de Jesús María y los de Lince, pero cuando esto ocurrió eran ya las 23.00 horas y para entonces las víctimas de las implacables y descontroladas llamas se contaban por centenares..

El evento causó la muerte de 277 personas, 247 resultaron heridos de los cuales 137 sufrieron quemaduras, 45 asfixia y 38 politraumatismos, se reportaron 180 desaparecidos, las pérdidas materiales alcanzaron unos diez millones de dólares. En la zona central del incendio se habrían producido temperaturas de hasta 1200 ºC lo cual carbonizó a las víctimas, una bola de fuego de 800 ºC se desplazó por la calles atrapando personas y vehículos como si de una película de Hollywood se tratase. La investigación preliminar demostró que hubo negligencia de autoridades, comerciantes y compradores, y  que se produjo un total incumplimiento de las normas de seguridad a pesar de las repetidas denuncias que los bomberos habían interpuesto meses antes de la catástrofe como prediciendo lo que desgraciadamente iba a ocurrir la navidad de aquel año.[]

Muchos limeños disfrutaban de unos días de descanso antes de la llegada del nuevo año. Los jóvenes y no tan jóvenes salían de las salas de cine, las mujeres compraban ropa de verano en la multitud de comercios que se aglutinan en esas céntricas calles, los vendedores ambulantes se hartaban de vender helados, refrescos y anticuchos a las masas hambrientas y sedientas que pululaban por las angostas aceras distraídas y ensimismadas mirando los escaparates de las innumerables tiendas y comercios.

Todos eran ajenos a la tragedia que se iba a cernir minutos después sobre aquellos desdichados viandantes que tuvieron la mala suerte de encontrarse en el lugar y en la hora equivocada para su desgracia.

La tarde había sido espléndida, había hecho una temperatura exquisita y el cielo limpio y despejado no hacía presagiar la desgracia que se avecinaba sin previo aviso. El sol se había puesto hacia aproximadamente media hora dando paso a una tranquila y apacible noche de verano donde los chibolos jugaban con sus trompos, balones y con sus juegos pirotécnicos como cualquier otro día de navidad. Fue entonces cuando un espectáculo dantesco tuvo lugar de repente, sin que nadie se imaginase que los cohetes, los morteros y la basura acumulada en las aceras pudieran ser tan peligrosos y cobrarse tantas vidas.

Las llamas brotaron de la nada como por arte de magia, aquello parecía una combustión espontánea que derivó en el incendio que más vidas se ha cobrado en América Latina de todos los tiempos.

 Miles de personas trataban de huir despavoridas de la zona para salvar sus vidas de las llamas que crecían descontroladas. Centenares de personas no tuvieron tiempo de huir, a otros le faltó espacio dado que la muchedumbre se tropezaba e impedía así que huyeran los que se encontraban detrás.

Se formó un cuello de botella en algunos establecimientos y comercios de manera que las llamas calcinaron estos lugares con los clientes a dentro sin tener opción de salir al exterior ni tan siquiera para respirar por última vez antes de fallecer abrasados por las feroces llamas.

Los que tuvieron mayor suerte y consiguieron abandonar dichos establecimientos y llegar a las calles aledañas libres del irrespetuoso fuego lloraban y gritaban desconsoladamente al contemplar como las llamas calcinaban a quienes no habían tenido tanta suerte.

Esa noche Lima lloró de dolor vertiendo tantas lágrimas como litros de agua vertieron las mangueras de los bomberos intentando sofocar cada una de las llamas que crecían en las calles, aceras y edificios de Mesa Redonda.

Al día siguiente comenzó el recuento de los muertos y de las personas desaparecidas, así como la evaluación de los daños materiales causados en tiendas, hogares y servicios públicos.

Las imágenes de la batalla contra el fuego hablaban por sí solas, un lugar lleno de cenizas humeantes, restos de carros, motos, papeleras, contenedores y señales de tráfico calcinadas por todas las esquinas. Los cadáveres de las personas delataban cuales fueron sus movimientos momentos antes de fallecer calcinados.

 Unos se encontraban en las salidas de los locales tratando de huir de las llamas, otros se encontraron en las aceras tras morir presumiblemente de asfixia y otros dentro de sus vehículos, no se sabe si dormían en ellos, esperaban a alguien o simplemente se les puso el semáforo en rojo en el momento en que fueron engullidos por las llamas.

Por otro lado, los perros, los gatos  y las palomas tampoco lograron escapar del fuego, multitud de estos indefensos animales aparecieron calcinados en las calles de Mesa Redonda en los días venideros a la peor tragedia que se recuerda en los últimos años en la ciudad de Lima.

Mientras tanto los heridos se aglutinaban en las camas de los hospitales, médicos y enfermeras no daban abasto con lo que se les venía encima. Los familiares de las víctimas se agolpaban en las salas de espera de los hospitales aguardando la pronta recuperación de sus seres queridos.

Las colas en la Morgue eran enormes, rostros de desconsuelo, terror e indignación de personas que rezaban por que sus hijos y familiares no estuvieron muertos en las estancias de aquellas tétricas instalaciones.]

Tras el suceso, se endureció la vigilancia en la venta de material pirotécnico, se prohibieron multitud de cohetes, sobre todo de los que mayor peligro de soltar chispas ocasionaran. También se decretó la prohibición de la venta de pirotécnicos en "Mesa Redonda". En 2008 se inició el proceso judicial sobre el caso. A pesar de los centenares de muertos, lesionados, y desaparecidos los tribunales peruanos nunca llegaron a determinar responsabilidades por el caso, habiendo pasado más de 11 años.

Algunos medios informaron que las llamas se propagaron por la quema masiva de morteros y otros materiales pirotécnicos, otros dijeron que se debió a la falla de algún aparato electrónico como los aparatos de aire acondicionado, impresoras o máquinas fotocopiadoras que tanto abundan por la zona.

Lo cierto es que todo fueron meras conjeturas y tras ser imposible demostrar quién o qué fue la causa del fatal incendio, el juez que conocía el caso no tuvo más remedio que cerrar el caso por falta de pruebas inculpatorias.

El incendio del Edificio Joelma fue un siniestro  donde murieron 188 personas. Ocurrido la mañana del viernes 1 de febrero de 1974, en un edificio de oficinas de la Avenida 9 de Julio, en la ciudad brasileña de São Paulo, Brasil. El hecho produjo la muerte de 188 personas y dejó a 280 heridos.[1] Es el peor incendio ocurrido en aquella ciudad, y una de las tragedias más mortíferas del país.

El edificio Joelma fue construido entre 1969 y 1972, siendo uno de los edificios más representativos de la ciudad por aquel entonces.[2]

La mañana del viernes 1 de febrero de 1974 unos 756 trabajadores iniciaban sus actividades en el Edificio Joelma, imponente estructura de 25 pisos (los 10 primeros eran estacionamientos y los restantes 15 de oficinas)[3] ubicada en el 225 de la Avenida 9 de Julio, en el centro de la ciudad de São Paulo. Gran parte del edificio estaba ocupado por las instalaciones del Banco Crefisul.[4]

Este no fue el único incendio que ha sufrido la ciudad, dos años antes, el jueves 24 de febrero de 1972, un incendio afectó al Edificio Andraus, en el cual murieron 17 personas y 336 resultaron heridas. Aquello copó las primeras páginas de todos los periódicos brasileños sin que los lectores se pudieran ni imaginar que poco tiempo después iban a sufrir otro incendio, esta vez por desgracia mucho más devastador.[ ]

El fuego se originó en el piso 12, por una sobrecarga eléctrica en el sistema de aire acondicionado.[4] Esta unidad requería un tipo especial de interruptor, el cual no se encontraba disponible en el momento en que se instaló.[2]

Alrededor de las 8:50 horas de la mañana, cuando la mayoría de trabajadores se encontraban ya en el edificio se oyó un gran estruendo en el piso 12 que rompió los vidrios de varios pisos del citado edificio.[3]

A las 9:10 llegaron las primeras unidades de bomberos quienes se abrieron camino como buenamente pudieron por las caóticas calles infestadas de vehículos a todas horas del día, y mucho más aún  a esas horas donde la gente trata de llegar a su puesto de trabajo.[3]

El fuego se extendió rápidamente por las paredes de las diferentes dependencias del edificio, gracias en parte a la multitud de las alfombra, del forrado interior de plástico y de las numerosas cortinas existentes.[3]

El edificio no contaba con luces de emergencia, ni alarma contra incendios, sistemas de rociadores contra incendios y tampoco de las fundamentales salidas de emergencia con las que todo edificio moderno debe contar.[2]

Al interior del edificio, las llamas se propagaron hasta el piso 15 a través de las escaleras, las cuales se convirtieron en un pozo de humo y de calor, por lo que se hicieron intransitables. Los bomberos trataron de entrar al edificio usando esta escalera, pero no pudieron subir más arriba del piso 11.[2]

170 personas se dirigieron a la azotea de la estructura durante el siniestro con la esperanza de ser rescatados por un helicóptero. Sin embargo el lugar no era suficientemente grande para que aterrizaran, y eso sumado a que el ambiente era sumamente caluroso y había un denso humo alrededor propició que ninguna de estas personas pudiera ser rescatada por los servicios de emergencias.[2]

No obstante cerca de 80 personas, que se escondieron bajo el techo del edificio fueron encontrados con vida por los bomberos después de haber sofocado las llamas.[2]

En torno a unas 300 personas fueron evacuadas usando los ascensores, una práctica no recomendada por los bomberos. Los cuatro elevadores sólo fueron capaces de hacer unos cuantos viajes, ya que las condiciones dentro del edificio hicieron imposible continuar funcionando a los ascensores, quedándose atrapadas multitud de personas dentro de los mismos.[2]

Algunos pocos fueron capaces de bajar de un piso a otro y luego bajar a través de las escaleras aéreas de bomberos.[2]

El fuego fue extinguido alrededor de las 13:30 horas.[2]

El incendio del supermercado Ycuá Bolaños es la tragedia civil más grande sucedida en Paraguay, murieron 396 personas el domingo 1 de agosto de 2004 en la ciudad capital Asunción. El domingo, 1 de agosto de 2004, aproximadamente a las 11:25 (hora local) se produjeron dos grandes explosiones al interior del recinto comercial que albergaba, entre varias cosas, el supermercado, un estacionamiento para vehículos, oficinas comerciales y un restaurante. En las cocinas de este último lugar hubo una explosión que provocó un gigantesco incendio.

Según informes policiales, al momento de producirse el accidente, los guardias de seguridad cerraron las puertas del recinto para evitar que las personas, que colmaban el centro comercial, escaparan con bienes que no hubieran pagado. Como resultado 396 personas murieron (la mitad de ellas niños) y dejando a más de 500 con heridas de diversa consideración, incluyendo a 56 personas con quemaduras de tercer grado.[1]

El juicio seguido contra el dueño de la cadena Juan Pío Paiva, su hijo Víctor Daniel Paiva y al guardia Daniel Areco, que duró más de cuatro meses, culminó en primera instancia el martes 5 de diciembre de 2006, cuando el tribunal, con los votos de dos de sus tres jueces, los condenó como responsables de "homicidio culposo" con una pena de 5 años de prisión, en vez de los 25 años que solicitaban los querellantes y la fiscalía como autores del delito de "homicidio doloso agravado". Esta decisión provocó graves incidentes en la capital de Paraguay,[2] al considerarse que las penas eran muy bajas. Mientras el último juez leía los fundamentos de su decisión, las víctimas saltaron de sus asientos y tiraron las sillas contra los jueces, viéndose interrumpida la lectura de la sentencia. Este hecho ha sido argumentado por diversas instancias judiciales y por querellantes para sostener que en este juicio no hubo sentencia, puesto que no se leyó completamente la decisión de los jueces y el proceso quedó interrumpido antes de su conclusión.

El edificio donde se produjo el incendio había sido inaugurado tres años antes y abarcaba una superficie de 12.000 metros cuadrados. Contaba con estacionamientos para más de 350 vehículos, además de oficinas y un restaurante. Había sido autorizado para su funcionamiento por las autoridades del municipio de Asunción, pese a que informes periciales lo calificaron con posterioridad como "una bomba de tiempo".[3] Según esos informes y declaraciones a la prensa de uno de los abogados defensores de los dueños de la firma, se estableció que "Tres de los ductos de la parrilla, de la panadería, de la confitería y la rotisería, no salían al exterior. Lo que significa que había una gran cantidad de humo y gases que desde la misma inauguración del supermercado se iban acumulando en la cámara que se formó entre el cielo raso y el techo del edificio que permitió una acumulación de gases de 9.000 metros cúbicos".[1]

Al no contar con medidas de extracción del material altamente inflamable acumulado en el recinto, este terminó convirtiéndose en una trampa mortal, una ratonera de la que era imposible salir con vida. Pese a lo anterior, la municipalidad afirma que en los planos el recinto contaba con alarmas de humo (que no se activaron), extintores, irrigadores, señal ética y otras medidas preventivas en caso de incendios o tragedias que por causas desconocidas no funcionaron o no fueron suficientes para evitar la tragedia.

El incendio se inició a las 11:25 (hora local), cuando el recinto se encontraba abarrotado por más de 800 personas. Según los primeros informes de los bomberos, se produjo una explosión en el sistema de gas de la cocina, que se propagó hacia la cafetería y arrasó con las dos plantas del edificio, incluyendo el estacionamiento. Según informes de supervivientes, eso provocó una estampida hacia las salidas durante la cual el recinto se llenó de humo y se produjo un apagón.

 Al llegar a las puertas, los compradores descubrieron que estas se encontraban cerradas, por lo que no pudieron huir, quedando todos encerrados a consecuencia del apagón electrónico originado por el incendio. Al no haber salidas de emergencia aquello se convirtió en una gran pira funeraria.

Según la prensa y las declaraciones vertidas durante el proceso criminal, las puertas no se cerraron por problemas técnicos, sino que fueron cerradas por órdenes de los superiores, con el fin de no dejar que nadie saliera sin pagar por los bienes adquiridos en el supermercado.[4]

Para extinguir las grotescas llamas fue necesaria la presencia de más de cincuenta carros bomba y más de 1.000 bomberos, que fueron ayudados a su vez por miembros del ejército y de la policía.[5]

La extinción completa tomó cerca de cuatro horas, durante las cuales los primeros heridos fueron derivados a distintos hospitales de la capital, los cuales se vieron superados por la magnitud de la tragedia.

El propietario de la firma Juan Pío Paiva, su hijo Víctor Daniel Paiva y al guardia Daniel Areco fueron procesados por los tribunales de Paraguay, en la investigación realizada por la fiscalía. Después de una larga investigación, se realizó un extenso juicio que duró más de cuatro meses en un recinto deportivo militar.

Las protestas salieron del lugar donde se realizaba el juicio para concentrarse en las oficinas centrales de la empresa Ycuá Bolaños, donde la policía, pese a tener órdenes de no dejarse provocar por los manifestantes, tuvo que intervenir dejando el grave saldo de más de 60 detenidos y 49 heridos de diversa consideración.

 

El Gran Incendio de Nueva York de 1835 fue un desastre que destruyó la Bolsa de Nueva York y la mayoría de los edificios del extremo sureste de Manhattan en torno a Wall Street en la noche del 16 al 17 de diciembre de 1835.

 

La ciudad estaba cubierta por la nieve y el incendio comenzó una tarde en un almacén de cinco pisos en la calle Merchant nº 25 (ahora llamada Calle Beaver)[1] en la intersección con la Calle Pearl entre Hanover Square (Manhattan)[2] y Wall Street. El fuego fue alimentado por los vientos huracanados que soplaban desde el noroeste hacia el río Este. Con temperaturas tan bajas como -27 ºC .

Los bomberos debieron cortar agujeros en el hielo para obtener agua; pero, a esa temperatura, el agua se congelaba en las mangueras y bombas. Los intentos de volar edificios a su paso fueron frustrados por la falta de pólvora en Manhattan. Los bomberos que llegaron a ayudar desde Filadelfia dijeron que vieron señales del incendio desde dicha ciudad.

Alrededor de las 2 a.m., los Marines regresaron con pólvora del Brooklyn Navy Yard y volaron edificios en el camino del incendio. Para entonces, el fuego cubría 50 acres, 17 manzanas de la ciudad y había destruido entre 530 y 700 edificios.[3]

Las pérdidas fueron estimadas en 20 millones de dólares, que al valor actual serían cientos de millones. Solo dos personas perecieron. El seguro no cubriría estas pérdidas debido a que las sedes de varias sedes de compañías aseguradoras terminaron quemadas, llevando a estas a la bancarrota.

Las investigaciones posteriores no encontraron algún culpable y se informó que la causa del incendio fue una ráfaga en una tubería de gas que fue encendida por una estufa de carbón.

Como el incendio tuvo lugar en medio de un boom económico ocasionado por la reciente inauguración del Canal de Erie, los edificios de madera destruidos fueron rápidamente remplazados por otros más grandes de piedra y ladrillo, menos propensos a grandes incendios generalizados. El incendio también provocó la construcción de un nuevo suministro de agua municipal, hoy conocido como el Acueducto Croton, y una reforma y expansión del servicio de bomberos. Como resultado, este fue el último gran incendio de Nueva York.

 

 



 
El gran incendio de Chicago fue un desastre en la ciudad de Chicago en la cual tomaron fuego y fueron destruidos aproximadamente 6 km^2 de la ciudad. El desastroso incendio duró tres días, del 8 de octubre al 10 de octubre de 1871. Es famoso por ser una de las catástrofes estadounidenses más grandes del siglo XIX y en la cual perdieron la vida cientos de personas.
La reconstrucción, sucedida inmediatamente después de la extinción del fuego, comenzó un proceso que llevó a Chicago a ser una de las ciudades estadounidenses
El Gran Incendio de Guayaquil[1] [2] fue un gran incendio que arrasó la ciudad de Guayaquil, Ecuador desde la noche del 5 de octubre hasta la mañana del 6 de octubre de 1896. El fuego destruyó aproximadamente la mitad de la ciudad, desde el sector de la Gobernación hasta el inicio del Barrio Las Peñas.[3]
]
Se inició a las 11 de la noche del 5 de octubre del año mencionado.
Se habló de un sabotaje al edificio de la gobernación iniciado en la manzana de enfrente, donde funcionaba el almacén de lencería denominado "La Joya", sin tomar en cuenta la dirección en la que el viento corría, posteriormente se enunciaron una o dos hipótesis más. Lo cierto es que jamás pudo descubrirse la causa real del siniestro.
En resumidas cuentas, el incendio que había comenzado casi a media noche del día cinco[4] , luego de una hora, había alcanzando proporciones colosales, principalmente gracias al fuerte viento del sudeste que esa noche corría. La compañía Salamandra fue la primera en llegar, pero solo para observar lo inmanejable del flagelo, pues ya cubría varias manzanas.
Esfuerzo inútil, pues el fuego lo devoraba todo insaciablemente. El incendio cogió varias direcciones: De este a oeste por la calle Aguirre; de norte a sur por el Malecón; y en dirección sudeste por la calle 9 de octubre.
Por la mañana del día 6 las tres lenguas de fuego se encontraron en la Plaza San Francisco y produjeron un infernal torbellino que calcinaba hasta las piedras y levantaba por los aires cuanta mercadería, muebles y objetos de valor habrían sido llevados a ese sitio para evitar su pérdida. A las 05H45 de la mañana las llamas devoraban las cúpulas de la Iglesia de San Francisco.
El incendio del Almacén Vida, fue una tragedia que tuvo lugar en Bogotá, Colombia, el 16 de diciembre de 1958. El fuego, de origen accidental, produjo la muerte por intoxicación a 88 personas, y según estimaciones de los propietarios del almacén, las pérdidas materiales ascendieron a más de medio millón de pesos colombianos de la época.
El Almacén Vida estaba ubicado entre las calles 12 y 13 sobre la Carrera Séptima en la La Candelaria, Bogotá. La construcción de varios pisos, se levantaba cerca del edificio Manuel Murillo Toro.
Ese sector formaba una de las principales zonas comerciales de la ciudad en la época. En 1948, esa parte de la ciudad fue epicentro de los desórdenes conocidos como el Bogotazo que habían provocado incendios en numerosos edificios.
El Almacén Vida contaba con otras sucursales que también fueron devastadas por el mayor incendio que ha sufrido Colombia en todos los tiempos.
A pesar de ser un martes, la zona comercial contaba ese día con una afluencia considerable de personas debido a la proximidad de la Navidad.
Pocos minutos después de las 17 horas, un cortocircuito hizo explotar unas bombillas que se encontraban en la parte central del almacén, en un punto donde se vendían artículos eléctricos y adornos para pesebres de navidad. Esto ocasionó que varias personas quedasen atrapadas entre ese punto y el fondo del local.
Un número indeterminado de personas logró escapar por la salida principal del almacén, evitando quedar atrapadas en la parte posterior que no contaba con salida.
La totalidad del cuerpo de bomberos de la ciudad se desplazó al sitio. Si bien las labores de rescate se iniciaron al anochecer, los bomberos no contaban con suficiente dotación para iluminar el lugar.
El almacén contaba con varios extintores que las víctimas no pudieron utilizar por razones desconocidas.
 
http://bits.wikimedia.org/static-1.23wmf10/skins/common/images/magnify-clip.png88 personas murieron por intoxicación con monóxido de carbono. La mayor parte de las víctimas eran mujeres y el segundo grupo estaba compuesto por menores de edad.
De las 126 mujeres que trabajaban para el Almacén Vida, 37 resultaron víctimas fatales. También se cuentan seis miembros de una misma familia, clientes del almacén.
De las personas que por error buscaron refugio en el interior del almacén, Victoria Celis Gómez fue la única sobreviviente. La joven reaccionó a un tratamiento de respiración artificial que le fue suministrado en una clínica.
La mayor parte de cadáveres fueron reconocidos en los diferentes hospitales de la ciudad, adonde habían sido llevados los afectados. Alrededor de treinta cuerpos fueron enviados al Instituto Nacional de Medicina Legal, donde fueron reconocidos posteriormente.
Se definió como tragedia o accidente de Tacoa al desastre que produjo la muerte de 190 personas. El incendio fue originado en la planta de generación eléctrica “Ricardo Zuloaga”  propiedad de la Electricidad de Caracas, ubicada en el departamento Vargas del Distrito Federal en Venezuela (hoy conocido como Estado Vargas).[1]
Este desastre es catalogado como la peor tragedia jamás vivida en Venezuela ( superior a los deslaves de diciembre de 1999, los cuales fueron de orden natural); ya que allí fallecieron más de 160 personas, entre ellos 9 comunicadores sociales; así como bomberos, policías, etc.
Al amanecer del día domingo 19 de diciembre de 1982, el barco petrolero “Murachí” (de la entonces empresa petrolera Lagoven, filial de PDVSA) se disponía a descargar 15.000 litros de fuel-oil, combustible necesario para activar la planta. No obstante, uno de los obreros se percató de que existía un punto sobrecalentado. Imprudentemente éste abrió la escotilla, lo cual originó la entrada de aire y por consiguiente el avivamiento de las llamas que alcanzaron el tanque Nº 8 y esto ocasionó la primera explosión que desató una inmensa bola de fuego, la cual acabó con la vida de los obreros de guardia.
Inmediatamente, fue lanzada la alerta tanto a las autoridades competentes como a los medios de comunicación social (radio, prensa y televisión); los cuales se apersonaron en el sitio del suceso para cubrir las incidencias.
Al mediodía, la situación se daba por controlada. Sin embargo, a las 12:45 p.m., debido al fenómeno de boil-over (acumulación de vapores calientes) se produce la segunda explosión. Fue el momento más trágico, ya que aquí es cuando hay mayor cantidad de víctimas fatales incluyendo policías, bomberos y comunicadores sociales que cubrían los acontecimientos[2].
Al lugar, se aproximaron bomberos del Distrito Federal, bomberos marinos del puerto de La Guaira, así como las unidades de intervención de los bomberos aeronáuticos del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía.
Durante la mañana de ese día, más de cien efectivos combatían el voraz incendio, relevados por bomberos del entonces Distrito Sucre, Defensa Civil, Guardia Nacional, Policía Metropolitana, técnicos de Petróleos de Venezuela, Electricidad de Caracas, entre decenas de voluntarios.
A mediodía, el fuego en el tanque número 8 estaba controlado, pero a las 12:35 explotó el número 9, lo que provocó una oleada de llamas que se extendió y ocasionó que cientos de personas perdieran la vida.

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El Incendio en la clínica Saint Emilien fue un desastre acontecido en la noche del día 26 de abril de 1985 en la ciudad de Buenos Aires, cuando una clínica neuro psiquiátrica del barrio porteño de Saavedra ardió en llamas.
El gravísimo siniestro provocó la muerte de 78 personas y dejó heridas a otras 248, constituyendo el segundo peor incendio en la historia del país luego del desastre de la discoteca cromagnon en 2004.
 El fuego se inició en el tercer piso y se propagó rápidamente a las demás dependencias. Un hecho desafortunado como ese se convirtió en una catástrofe por una suma de factores. Tratándose de un centro psiquiátrico, algunos pacientes habían sido dormidos con sedantes como parte de su tratamiento y no pudieron huir de las llamas.
Otros hallaron las puertas de seguridad de sus habitaciones cerradas y no pudieron atravesarlas por sus barrotes. Lo mismo ocurrió con algunas ventanas. Las víctimas quedaron así a merced de las llamas y de los gases. Los que no murieron calcinados lo hicieron por asfixia.
Casi todas las ambulancias de los hospitales metropolitanos fueron puestas a disposición para completar el rescate de los heridos y para el traslado de los cuerpos. En el momento de la tragedia se encontraban allí internados unos 410 pacientes.
Los atónitos observadores del incendio vieron cómo una enfermera de la clínica se arrojaba por una ventana del tercer piso para escapar de las llamas. Iba envuelta en un colchón. La joven encontró la muerte por el impacto de la caída. También los internos pretendían huir arrojándose desde las alturas al ver como las puertas de la las habitaciones en las que se encontraban estaban cerradas a cal y canto.
Un gran número de bomberos, con las mangueras de alta presión, escaleras mecánicas y un hidroelevador, luchó por controlar el fuego. A la medianoche hicieron el primer intento de ingresar al lugar, pero aún las llamas dominaban el interior. Cuando dos horas más tarde pudieron realizarse los rescates, los bomberos se encontraron con un panorama tétrico.
Cuerpos calcinados, un edificio consumido y habitaciones cerradas con trabas y barrotes. Algunos de los rescatados enfermos mentales intentaban escapar de las manos de sus salvadores para internarse nuevamente en el infierno, creyendo que en sus habitaciones estarían más seguros.
Muy pronto, tanto las dotaciones de bomberos como los hospitales entraron en estado de alerta ante la crítica situación. Los primeros evacuados encontraron asilo en la Parroquia Santa María de los Ángeles. Finalmente, los heridos fueron trasladados y distribuidos en el Instituto del Quemado, en los hospitales bonaerenses.
 A las cinco de la madrugada del sábado 27 de abril los bomberos comenzaron a retirar los cadáveres de las víctimas, la mayoría de ellos carbonizados. Los cuerpos fueron trasladados en un móvil de la Dirección General de Asuntos Judiciales de la Policía Federal hacia la morgue.
La primera acusación respecto del posible causante de la tragedia la realizó, en esos mismos días, un empleado de la clínica. Según él, un paciente de 19 años apodado 'Chapita', habría sido el que comenzó el fuego. Relató que el individuo ya había protagonizado un hecho de las mismas características ocho meses atrás, cuando intentó quemar la sala de terapia intensiva y provocó heridas a cincuenta personas.
Según la Cámara Civil y Comercial Federal, el incendio se debió a notorias deficiencias edilicias de la clínica. Había poca iluminación, sobreabundancia de camas y faltaba ventilación en el subsuelo. Se habían labrado 46 actas en seis años por diferente tipo de anomalías en el funcionamiento del edificio siniestrado.
En uno de los fallos posteriores a la tragedia se afirma que el edificio se encontraba en situación irregular desde 1979. Otro de los elementos curiosos del caso es que, a pesar de haber muerto 78 personas, no más de veinte iniciaron una causa judicial; los demás arreglaron con la clínica o no hicieron el correspondiente reclamo.

Incendio de la discoteca Utopía

El Incendio de la discoteca Utopía fue un trágico suceso ocurrido en las instalaciones de la discoteca Utopía ubicada en el centro comercial Jockey Plaza de la ciudad de Lima, el 20 de julio del año 2002.
La discoteca utopía fue inaugurada en el mes de mayo de 2002; sin embargo no tenía licencia de funcionamiento porque no cumplía con las normas mínimas de Defensa Civil.
El día 19 de julio la discoteca organizó una fiesta con motivo del lanzamiento de una fragancia del diseñador Hugo Boss, la administración del centro nocturno contrató con el circo mexicano Los hermanos Gasca la presencia en su local de un león, un tigre de Bengala, un chimpancé y un caballo. Los animales, algunos desde sus jaulas, le darían ambiente al espectáculo. La administración había cursado más de tres mil invitaciones dobles, además la fiesta coincidía con el vecino concierto de Los Prisioneros en el Jockey Club.
A las dos de la madrugada del sábado, en la cabina que corresponde a los disk jockeys, iniciaron un espectáculo con animales y fuego. Según algunos de los supervivientes, al costado de la pista de baile y frente a la cabina de los pincha-discos se había colocado, para formar un rectángulo que sugiriera el escenario para el espectáculo, varias latas con bencina. Al frente se encontraban dos grandes jaulas, una para el tigre y la otra para el león, mientras que el chimpancé y el caballo estaban sueltos.
En el momento en el que los encargados del espectáculo se acercaban con sus antorchas encendidas para prender las latas de bencina, uno de ellos, que se había quedado parado delante de la cabina, levantó demasiado la antorcha y prendió uno de los aleros del falso techo de madera.
En cuestión de pocos segundos la cabina se prendió, los jóvenes que observaban el espectáculo desde los dos niveles de la discoteca, empezaron a correr hasta la única puerta de salida que estaba señalizada. Los que estaban más cerca del fuego quisieron ayudar y para apagarlo le arrojaron cerveza y licores, que avivaron las llamas.
Ante esta situación, el personal del Centro Comercial desconectó el suministro eléctrico, se cortó la música, se apagó la luz y los gritos de los animales, asustados por las llamas, sembraron el pánico y la desesperación en los asistentes, quienes llamaron a los bomberos en medio del caos.
Al llegar los equipos de rescate y la policía se toparon con un tétrico cuadro: gente saliendo desesperadamente por las escaleras y tratando de aspirar aire, cuerpos tirados en el suelo, jóvenes en estado de shock, otros buscando a sus amigos, y el humo que inundaba los cuatro niveles de la discoteca cobrándose vida de los asfixiados y quemados.
29 jóvenes murieron evenenados a causa de los gases que se emitieron al quemarse el material plástico con el cual estaban revestidas las columnas del local, además el local de cuatro niveles se convirtió en una trampa mortal para los alrededor de 1.000 asistentes, al constatarse que no habían salidas de emergencia señalizadas, suficientes extintores, alarmas ni aspersores de agua.
 Entre las víctimas, se encontraban varios familiares de conocidas personas del ámbito político nacional, jóvenes entre los 25 y 30 años de edad que pertenecían a la clase media y alta de Lima.
El alcalde del distrito de Surco, Carlos Dargent, dijo que este es un desastre anunciado, y responsabilizó del siniestro a los dueños de la discoteca que carecía de licencias municipales, ni de construcción ni de funcionamiento, y a los concesionarios del Centro Comercial Jockey Plaza, quienes según el alcalde, permitían el funcionamiento del centro nocturno sin que reuniera las mínimas condiciones de seguridad.
El alcalde de Lima, Alberto Andrade propuso que durante 60 días se cierren todas las discotecas y centros de esparcimiento masivo para que los bomberos, Defensa Civil y las propias comunas puedan verificar qué locales cumplen los estándares de seguridad requeridos.
Luego de la tragedia, los padres de las víctimas iniciaron un juicio contra los administradores del local.
República Cromañón, también conocida como República Cromagnón[2] o simplemente como Cromañón, fue una discoteca ubicada en el barrio de Balvanera en la ciudad de Buenos Aires (Argentina), trágicamente conocida a raíz de un incendio que comenzó la noche del 30 de diciembre de 2004, durante un recital de la banda de rock Callejeros. El incendio provocó una de las mayores tragedias no naturales en Argentina,[3] y dejó un saldo de 194 muertos y al menos 1432 heridos.[1]
El incendio causó, además, importantes cambios políticos y culturales. En relación a lo político, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires inició un juicio político para destituir al entonces Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra por considerarlo responsable político de la tragedia.
 En cuanto a lo cultural, la tragedia concientizó a la sociedad sobre el estado de las discotecas y locales destinados a espectáculos musicales. El gobierno revisó el estado de las discotecas y locales bailables, lo que resultó en la clausura de una gran cantidad de ellos.
República Cromañón era un establecimiento donde se realizaban conciertos y eventos. Se encontraba ubicado en la calle Bartolomé Mitre 3060/3066/3070, en el barrio de Balvanera de la Ciudad de Buenos Aires.
En todas estas semanas de autocríticas más o menos reflexivas, el mundo del rock se olvidó de mencionar que los antros de Chabán representaban, en efecto, una especie de alternativa al circuito de espacios civilizados que creció en los últimos tres o cuatro años: Obras concesionado por Pop Art, El Teatro, La Trastienda, etcétera.
El 30 de diciembre de 2004 se presentaba en República Cromañón el grupo Callejeros, que ya había tocado en el lugar meses antes en la inauguración del local.[4] El incendio comenzó aproximadamente a las 22 horas con 50 minutos, después de que uno de los asistentes al espectáculo encendiera un elemento de pirotecnia, cuyos proyectiles incandescentes impactaron en una media sombra, una especie de tela de plástico inflamable, que a su vez apoyaba sobre guata recubierta por planchas de poliuretano.[1]
Al notar el incendio, los espectadores comenzaron a evacuar el lugar. Sin embargo, esta evacuación no se realizó en forma normal por diversos motivos: la cantidad de personas que concurrieron al recital era mucho mayor que la capacidad del local, una de las salidas se encontraba cerrada con un candado y alambres, los gases tóxicos producto de los materiales inflamables asfixiaron rápidamente a muchas personas y el corte de luz producido al comenzar el incendio hizo más difícil si cabe la huida.
Se formó un cuello de botella en la única salida habilitada y una gran parte de los asistentes al evento no lograron salir de la sala pereciendo entre las llamas y el denso humo que se formó en un abrir y cerrar de ojos.[4]
Casi todos los decesos se produjeron por la inhalación de diferentes gases (principalmente monóxido de carbono y ácido cianhídrico), excepto uno producido por una compresión torácico-abdominal.[1]
Muchos de los que lograron salir del lugar volvieron a ingresar para rescatar a las personas que todavía se encontraban en el interior del edificio.[4] Pese a sus esfuerzos, en el incendio y en los días subsiguientes murieron 194 personas y al menos 1432 resultaron heridas.
[1] Fallecieron varios niños, y varios medios de información declararon que había una guardería en el baño de damas,[15] lo que fue desmentido por testigos.[16] Los mismos informaron que el día de la tragedia sólo se encontraba habilitado el baño de damas, y que sus pequeñas dimensiones imposibilitaban que allí funcionara la supuesta guardería.[16]
Durante el operativo de socorro participaron 46 ambulancias, encargadas de trasladar a las víctimas hacia alguno de los 24 hospitales públicos u 11 clínicas privadas.[4] Las personas contratadas por los organizadores para brindar primeros auxilios no contaban con la preparación requerida, ya que no fueron contratados profesionales para disminuir los costos.[17]
A raíz de la tragedia se sucedieron fallecimientos de sobrevivientes por parte de graves secuelas físicas y psicológicas.
Hoy alrededor del 30% de los sobrevivientes del incendio sigue bajo tratamiento ya sea médico, psiquiátrico o psicológico[18] Uno de cada cuatro de los pacientes bajo tratamiento estuvo medicado fundamentalmente con antidepresivos y antirrecurrenciales (estabilizadores de los estados anímicos). De acuerdo a cifras oficiales de 2009, en los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires había 565 sobrevivientes bajo tratamiento estable. Según un estudio, practicado en 800 sobrevivientes y familiares de las víctimas, presentado por especialistas del Hospital Alvear en el IV Congreso Mundial de Estrés Postraumático, reveló que la mayoría de los sobrevivientes del incendio sufrió de graves cuadros de estrés postraumático con síntomas que van desde taquicardias, náuseas, vómitos, sensación de mareo, y trastornos del sueño[19]
Se han reportado también varios intentos de suicidios. Entre 2005 y 2007 se reportaron tres suicidios por parte de sobrevivientes en su mayoría jóvenes de entre 21 y 24 años.[20] [21] [22]
El foco de incendio comenzó en una superficie de unos 20 o 30 centímetros, pero comenzó a expandirse rápidamente debido a la presencia de la guata.[1] El material del techo comenzó a quemarse y a liberar gases tóxicos, la temperatura alcanzó los 400 °C y la combustión terminó una vez que se había consumido todo el material.[1]
 Al disminuir la temperatura, el humo tóxico comenzó a descender y comenzó a ser aspirado por las personas que se encontraban en el lugar.[1] El humo a altas temperaturas produce edema pulmonar y tapiza las mucosas formando una capa impermeable al oxígeno, algo que afectó a muchas de las víctimas del incendio.[1]

Capacidad del local y salida de emergencia[editar · editar código]

El local se encontraba habilitado para dichos espectáculos con una capacidad de hasta 1031 personas;[14] sin embargo el recuento del público era bastante mayor a dicha cifra.[14] En la causa judicial se asegura que ingresaron al menos 4500 personas, ya que se habían vendido las 3500 entradas disponibles y se calculó la existencia de 1000 personas que ingresaron sin la misma.[14] Según el fallo,
En suma, es evidente pues que esta cantidad abrumadora de concurrentes acreditada, tuvo una influencia decisiva en la configuración concreta del supuesto de hecho analizado, dado que atentó contra la evacuación del local y permitió que los asistentes se vieran expuestos a los gases nocivos producto de la combustión, es decir, al peligro común que comporta un incendio típico.[14]
Para agravar la situación, las salidas presentaban irregularidades, lo que dificultó la evacuación.[14] El local contaba con una entrada principal compuesta por dos portones y una salida de emergencia ubicada a la derecha de la entrada principal.[14] Ambas daban a un hall donde se encontraban las boleterías, y desde allí se accedía al salón principal, donde se encontraba el escenario, a través de seis puertas tipo cine.[14] Hacia el lado izquierdo del escenario se encontraba una salida alternativa que comunicaba el salón con la salida del estacionamiento de un hotel vecino, el cual pertenecía a los mismos dueños de Cromañón.[14]
La salida de emergencia se encontraba obstaculizada por la presencia de vallas, algo que dificultó la evacuación. La entrada principal también dificultó la salida, debido a su propia estructura:
El uso de pirotecnia ya había causado focos de incendio en el local. El 1 de mayo de 2004, durante un recital de Jóvenes Pordioseros, un principio de incendio causó la evacuación de todos los espectadores y debió ser extinguido por el personal de seguridad.[7] El 25 de diciembre, pocos días antes de la tragedia, se produjo otro foco durante un recital de La 25, que también logró ser sofocado.[7]
El incendio de la discoteca Factory fue un suceso trágico ocurrido en la inmediaciones de una discoteca ubicada al sur de la ciudad de Quito, el 19 de abril del año 2008. En las instalaciones de la discoteca se realizaba un festival de Rock gótico, se produjo un incendio en su interior, 19 personas murieron y otras tantas resultaron heridas.
Las instalaciones no cumplían con las normas de funcionamiento de discotecas. Entre otros problemas, las instalaciones fueron construidas de latón, teniendo en su interior gran cantidad de material inflamable (esponjas destinadas a mejorar la acústica del local). La discoteca tampoco tenía seguridades, únicamente contaba con dos puertas: la principal (de tres metros de ancho) y la secundaria -salida de emergencia- que medía apenas 1,5 metros de ancho y quedaba cerca de unas baterías sanitarias.
El día 19 de abril del 2008, en horas de la tarde, se iniciaba el concierto de rock gótico Ultratumba 2008. Participaban bandas de amplia trayectoria musical como Vendimia, Zelestial, Empírica y Lamento. Unas 300 personas aproximadamente se habían dado cita en el lugar, así como un grupo reducido de adolescentes quienes ingresarían a un matiné con DJ y mezclas en vivo realizado en el mismo local.
A las 16, la banda de rock gótico Vendimia inició su repertorio con una representación teatral, incluyendo un espectáculo de fuego característico de la banda. Media hora más tarde, uno de los integrantes de esta banda lanza una llamarada que chocaba contra una viga de hierro, se desvió y quemó la esponja del techo, iniciando así el incendio de la discoteca.
Según testimonios de personas que se encontraban en el concierto, una persona pidió que se detenga el espectáculo, al ver que una llama encendía el techo de la discoteca, de donde se desprendían gotas de material inflamable. Los asistentes iniciaron una precipitada carrera hacia las puertas de salida, causando la saturación de la única salida del local, la puerta grande, ya que la de emergencia estaba cerrada con candados.
El local se llenó de humo de color negro lo cual favorecía a la confusión de los asistentes al concierto. Quienes salieron antes del local intentaron romper las paredes de latón de la discoteca con piedras, con escaso resultado. En esos momentos ya descansaban sobre los pisos de lo que fuera la discoteca Factory, los cuerpos de 13 personas que fallecieron calcinadas en el acto, incluyendo a todos los integrantes del grupo de rock gótico Zelestial, quienes iban a presentarse a continuación del grupo Vendimia.
[1]La banda de rock gótico Zelestial se convirtió en el emblema de la tragedia de la discoteca Factory. En ese evento iba a ser galardonada como banda pionera y banda más representativa del género gótico del Ecuador.
El hecho desató una discusión sobre la discriminación a la cultura rockera y más aún Gótica en el Ecuador. Según el movimiento rockero, la tragedia se produjo debido a la discriminación y prejuicios contra el movimiento, por lo que no se daban las facilidades necesarias para que se organicen conciertos de esta índole en lugares seguros, sino que únicamente han podido organizarlos en lugares apartados y clandestinos.[4]
 

Incendio en Taldykorgan de 2009

El domingo 13 de septiembre de 2009, a las 5h30 locales (las 23h30 GMT del sábado), se decraró un incendio en un centro de rehabilitación para drogodependientes próximo a la ciudad de Almaty, Kazajistán .
De momento, se desconocen las causas del incendio en el centro de rehabilitación situado en la ciudad de Taldykorgan. "Según las informaciones preliminares, 38 personas murieron", indicó el ministerio kazajo en un comunicado difundido en su sitio de Internet. [1]
Los socorristas pudieron rescatar a 40 personas, entre ellos pacientes y miembros del personal del centro de rehabilitación, agregó el ministerio.
El primer ministro kazajo, Karim Masimov, llamó a la creación de una comisión de investigación para establecer las causas del incendio, indicó un vocero del gobierno.
El incendio afectó a un área de unos 650 metros cuadrados.
Algunas fuentes señalan que el edificio había sido construido hace casi seis décadas con bloques de caña prensados lo que explicaría la rapidez de la llamas.[2]
Las violaciones a los reglamentos de seguridad son comunes en el ex estado soviético y las muertes causadas por accidentes e incendios son frecuentes. De acuerdo a cifras entregadas por el Ministerio de Emergencia, han ocurrido cerca de 10 mil incendios en Kazajstán sólo en los primeros ocho meses del 2009.[3]

Tragedia de la discoteca Kiss

Se conoce como la tragedia de la discoteca Kiss a una catástrofe incendiaria ocurrida en aquel club nocturno, situado en el número 1925 en la Rua dos Andradas,[4] en el centro de Santa María, en el estado brasileño de Rio Grande do Sul, a las 2:30 am (hora local) el 27 de enero de 2013.
Es la tragedia más grande en la historia de ese estado[5] y dejó un saldo de 239 personas muertas y 124 heridos.[6] Es considerado el segundo incendio del país en número de víctimas, sólo superado por la Tragedia del Gran Circo de América del Norte, sucedida en 1961 en Niteroi, donde fallecieron 503 personas.[7] [8] Además, posee características similares con la tragedia de República Cromañón, ocurrida en Buenos Aires, Argentina en 2004.[9] También es la quinta mayor tragedia de la historia de Brasil,[10] la de mayor número de víctimas en los últimos 50 años de ese país,[11] y la tercera en desastres de discotecas en el mundo.[12]
Una fiesta llamada "Agromerados" había comenzado a las 23:00 (UTC-2) del sábado 26 de enero de 2013 en la discoteca Kiss, situada en la Rua dos Andradas de 1925, en el centro de la ciudad de Santa María. La fiesta fue organizada por estudiantes de seis universidades y cursos técnicos de la Universidad Federal de Santa María (cursos de Pedagogía, Agronomía, Medicina Veterinaria y Zootecnia). Dos bandas tenían previsto presentarse esa noche.[13]
En las primeras horas del 27 de enero de 2013, se estaba realizando una presentación de la banda Gurizada Fandangueira con un show de pirotecnia,[14] en ese momento entre 300 y 500 personas estaban en el lugar[9] (aunque otros medios informan que habían entre 1000 y 2000 personas y la policía estima que sólo eran 900).[15]
A eso de las 2:30 am (hora local), durante la primera canción de la banda que subió al escenario, uno de los miembros encendió un fuego artificial conocido "Lluvia de plata".[16] Las consecuencias de ésta maniobra que pretendía animar a la multitud, dio inicio a un incendio en la espuma acústica del techo que acabó con la vida de al menos 230 personas.[17] [18] [19] Al ver el fuego, la banda intentó apagarlo con agua. Algunas personas, luego, trataron de contener las llamas con extintores, pero en cuestión de tres minutos el fuego se extendió por todo el club.[20]
Según los informes de las personas que se encontraban en el lugar, mientras el incendio se producía, los guardias de seguridad del evento cerraron las puertas del club, creyendo que se trataba de una pelea con el fin de evitar que la gente saliera del establecimiento sin pagar. Esto hizo que la gente se amontonara forzando la salida y también algunas personas forzaron las puertas de los baños, confundiéndolos con salidas de emergencia que en realidad no existían.[21] Como resultado, el 90% de los cuerpos estaban en el cuarto de baño.[22]
A las 03:20 horas, en el interior del club, una joven llamada Michele Cardoso fue capaz de enviar un mensaje a través de la red social Facebook informando del incendio y pidiendo ayuda. Aún sin conocer las dimensiones de la situación, los amigos pidieron más información, pero no obtuvieron respuesta. Uno de ellos dijo que vio el coche de bomberos dirigiéndose a la discoteca. Horas más tarde, el nombre de la joven fue lanzado en la primera lista de víctimas.[16]
Los primeros informes hablaron de 93 muertos, aunque la cifra fue aumentando a lo largo de la mañana del domingo hasta llegar a 245, finalmente se confirmó que eran 238 los fallecidos y 124 los heridos.[13] [23] Bomberos que estaban en el local relataron que, al retirar los cuerpos, notaron que los celulares de las víctimas sonaban "ininterrumpidamente", significando que los padres trataban de comunicarse con sus hijos, aunque habían fallecido.[24] [25] Santa María es una ciudad universitaria, la mayoría de los asistentes al club son jóvenes entre 18 y 24 años de edad.
El incendio fue controlado alrededor de las 05:00 horas del 27 de enero, pero alrededor de las 7:00 am, los bomberos aún estaban en el lugar haciendo el trabajo de las secuelas. El edificio fue destruido y está en riesgo de colapso según los bomberos.
A eso de las 12:45 (hora local), todos los cuerpos habían sido retirados del lugar. Debido al gran número de víctimas, los bomberos tuvieron que utilizar camiones refrigerados para transportar los cuerpos para el Centro Deportivo Municipal Miguel Sevi Viero,[26] donde los profesionales de diversos campos se unieron como voluntarios para ayudar a los autoridades y familiares de las víctimas.[27] Humberto Trezzi, reportero de la Agencia RBS informó de la situación del gimnasio de la siguiente manera:[28]
El Centro Deportivo Municipal se utilizó inicialmente para que las familias realizaran el reconocimiento de los cuerpos, porque la morgue de la ciudad sólo tenía capacidad para diez cuerpos.[29] [30]
El Gobierno de Brasil ha publicado una lista con los nombres de 230 de las 237 víctimas del incendio, siendo 120 hombres y 113 mujeres,[31] cuyas edades se encuentran entre los 18 y 30 años.[19] Además, entre las víctimas se encuentran Danilo Jaques (miembro de la banda Gurizada Fandangueira) y Marcos Rigoli y Robson Van Der Ham (miembros de la banda Pimenta e seus Comparsas, que también tocaban en el lugar).[32] [33] [34] [35]
El 31 de enero, 143 personas fueron hospitalizadas por neumonitis química en Santa María, de los cuales 75 se encuentran en estado crítico. La enfermedad es causada por la inhalación de gases tóxicos y produce falta de aire, lo que puede conducir a la muerte. El número de pacientes aumentó progresivamente debido a que los síntomas tardan varias horas en manifestarse. Es otra consecuencia de la demora en la aplicación de los incendios por trastorno de estrés postraumático de los sobrevivientes.[36]

 

Las autoridades también informaron que la mayoría de las víctimas no fallecieron por consecuencia de quemaduras, si no que fue por asfixia de monóxido de carbono presente en el humo, otras fueron pisoteadas.[41] [42]
En esta etapa preliminar de la investigación, las autoridades han reportado que la discoteca habría superado su capacidad máxima de ingreso de personas:
"Cuando llegué, analizamos la escena y vimos que había una capacidad máxima de 1.000 personas, pero según entendimos había alrededor de 2.000, y por tanto había un caso de sobreaforo"
Ya el domingo por la tarde, el Ministerio Público de Río Grande do Sul ordenó la detención de los dueños del club y los miembros del grupo musical Gurizada Fandangueira, quiénes fueron arrestados en la mañana del 28 de enero.[47]
El club Kiss había sufrido una demanda en 2012 por tratar de impedir la salida de una persona que no había pagado la factura. En la ocasión, un funcionario dijo que la orientación de la empresa era que los clientes paguen antes de su salida del lugar.
 El tribunal calificó el procedimiento como detención ilegal y ordenó al club a pagar diez mil dólares de indemnización a la chica que estaba impedida de salir. Por otra parte se supo después del incendio que nunca un guardia de seguridad que trabajó durante más de un año en el club recibió capacitación alguna y se comprobó que no había puertas de salida de emergencia.[49]
El 29 de enero, se señalaron al menos cuatro irregularidades en el club:
  1. Una sola salida (y poco espaciosa);
  2. Uso de bengalas en el interior;
  3. Hacinamiento (había 1.300 personas, cuando la capacidad máxima era 691);
  4. Material de revestimiento inapropiado.
Además, el computador con la grabación de las cámaras de seguridad desapareció del sitio del club, de acuerdo con el oficial a cargo de las investigaciones, hecho que llevó a la policía a cambiar el tratamiento del delito de asesinato y homicidio culposo a homicidio con posible engaño.[50] [51]
Fotos presentadas el 31 de enero mostraron que el club no tenía extintores en las paredes y un empleado confirmó que los dueños les dijieron que debían quitar los dispositivos por razones estéticas. El comandante del departamento de bomberos local dijo que la solicitud de renovación de licencia de incendio fue hecha en su momento, mientras que el comandante estatal dijo que el permiso no fue renovado porque estaba en línea (pero la ordenanza estado determina que el plazo para la renovación no es más de veinte días).[54]
El uso de pirotecnia en el club era muy común como muestran fotos y describen los asistentes a discotecas. Aunque el comandante de los bomberos denegó la autorización para el uso de artefactos, un estudiante universitario describe el uso de la siguiente manera: "El artefacto utilizado era pegado en las botellas de bebidas alcohólicas. Era bien común. El personal colocaba una lista de cumpleaños, que si llegaba a 20 invitados, ganaban una botella de champán, y con pirotecnia.
Luego, el personal salía caminando con aquello". Según él, el cumpleañero podía moverse libremente a través del local con la pirotecnia y cada pedido de champán era dado con dos botellas con el artefacto encendido. También dijo que la práctica es común en otros clubes nocturnos de la ciudad.[55]
El jefe de la policía, Marcelo Arigony, confirmó el 31 de enero que la causa de la muerte fue gas cianuro liberado por la espuma acústica en contacto con el fuego. Es el mismo gas utilizado como arma química en la Primera Guerra Mundial y en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, en este caso como una forma de exterminar a los Judíos. Así que, los estudiantes que estaban en el club fallecieron en una cámara de gas simulado, no por el fuego mismo. El DJ Lucas Peranzoni, quien se encontraba en la fiesta, dijo que el humo negro tardó sólo quince segundos en ocupar todo el sitio.[56]
El 2 de febrero, el fiscal João Marcos Adede y Castro anunció que había presentado una solicitud de inspección del club por la Fiscalía, en 2011, debido al mal estado de la discoteca. "He recibido muchas quejas de los bomberos que monitorean los sitios y no fueron obedecidas por los propietarios. Así que vino a verme porque se sentían impotentes e incapaces de obligar a los propietarios a cumplir con las leyes. Fue un caso de denuncia de este club", dijo.
 La solicitud fue destinada a Wladimir Comassetto, el comandante local de la Brigada Militar, que es responsable del Departamento de Bomberos. El fiscal dijo había cuatrocientas órdenes de supervisión en los clubes de la ciudad, pero la resistencia fue grande debido a los costes de la prevención y por no haber ninguna acción de las autoridades.[57]
El delegado Meinerz Sandro, quien participó en la investigación, encontró que los bomberos les entregaron a la policía civil un plan para combatir el incendio del club nocturno que en realidad no era más que un informe de inspección emitido electrónicamente en 2009. Es un sistema computarizado llevado a cabo en 2005, que opera de la siguiente manera: el responsable técnico protegía una obra, asistida por el departamento de bomberos, y presenta la información básica que es analizada por un software.
El informe que se genera automáticamente sirve como una guía para el ingeniero sepa si su proyecto está dentro de las especificaciones o necesita una mejora. Sin embargo, los propietarios de la discoteca Kiss utilizaron este informe como si se tratara de un plan de prevención completo y los propios bomberos trataron al informe como un documento final

 Bibliografía empleada:

Información obtenida de diversos periódicos y programas de televisión peruanos así como de la Wikipedia.

 

 

 

 




 

 

 

 

 

 

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