viernes, 21 de noviembre de 2014

Algunas de mi poesías


La sonrisa:

 Sonreír es el secreto de la vida

Lo que hace posible la alegría,

Entre sus virtudes se halla

Convertir lo difícil en lo fácil

Lo complicado en lo sencillo,

Hacer ameno el encargo o cometido,

Liviano, decoroso y exitoso.

Que aunque azaroso sea el trabajo

Ya no importe a nadie un carajo

Es el camino que nos lleva a buen puerto

Olvida los dolores y parchea las heridas

Acaba con la desazón y las mentiras

Cuando al volver de una batalla que lastima

Te sientas sucia y esquiva.

 

A Castilla:

Así es la tierra de Castilla,

triste y gris como ninguna,

antaño rica ahora yerma

de naturaleza muerta

de paisajes quietos.

La Felicidad:

La felicidad es como un algodón de azúcar

Que se moja con los sueños

Y se aferra a nuestros dedos

Mientras nadamos entre sonrisas por el Júcar.

Más las sonrisas no son siempre síntoma de felicidad

Pues las ahí esquivas y mal intencionadas

También las hay malévolas y mezquinas

Siniestras, traviesas y lascivas.

Muchas veces son bravuconas

Picaronas, irónicas  y vacilonas.

 

Mi rutina:

Hice todo cuanto pude hacer

Con el alma despierta

Absorbí un largo trago de rocío

Que parecía ser el final de mi astío

Pero mientras deambulaba por la vereda

Me percaté de que aun quedaba mucho camino.

Los tallos de las mazorcas han reventado de fulgor

Ya huele a la flor de la mazorca

aquí, en Burgos y hasta en Mallorca

tierna y reluciente, llena de esplendor.

Con la cera de la colmena

Parcheo mis zapatos rotos

Ha llegado el tiempo de la vendimia

Pronto el vino fermentará en la bodega.

Me recuesto sobre la sombra del abedul

Mientras oigo a los ruiseñores cantar

Observo  con desprecio al gandul

Que con su moto sierra el árbol quiere talar.

Que fresco chorrito de agua clara y dulce

Emana de la cercana fuente

En la que las abejas y las moscas

Convergen para finiquitar su sed.

 

 

Con la dulzura del verano

En las noches se desgajan pedazos de cielo

Donde en el manantial cercano

Se vislumbran las estrellas sin velo.

 

Los sueños:

Nuestros sueños se hacen realidad:

Soñar, que es soñar para ti,

Soñar es salir a pasear despierto

Y terminar deambulando al otro lado

Sintiendo el cuerpo muerto.

La luna huele a recién nacida

Hace dos lustros que ella salió

Tiene la carita crecida

Desde que el sol la torció.

Una nube la esconde a cada ratito

Para que ella no se enferme al tantito.

A veces mi camino se hace breve

Transitando por las copas de los árboles

Mientras medito entre la humedad del rocío.

Anoche dejé mi alma dormida e inerte

y salí a caminar con paso ligero

luego corrí como guepardo

y volé como gaviota.

Hablé con difuntos

Me asusté de los fantasmas

Y escapé de los duendes.

 

Naranjos y limoneros:

Entre los barrancos y el arado

Crecen limoneros y naranjos

Que en terreno abrupto y escarpado

emergen con sacrificio y esmero.

 

Río grande

Quisiera ser río grande

Con multitud de afluentes

Arroyos y torrentes

Que me surtieran de agua y esplendor

Para surtir y alimentar

A cuantos peces me surcaren.

Y dejar que la rana se recueste

Sobre el fondo de mi pecho

Y así tenerla conmigo toda la noche

Antes de que continúe el trecho

Dando saltos siempre al acecho.

Los anfibios inundaren de color mis aguas

Alumbrando mi corazón adonorem.

 

El ciprés:

Detuve mi vista en el ciprés

En cuya cuna mi compañero

Derramó sus ilusiones.

El ciprés de la esquina

Es fuente de vida

Y la vereda por la que accedo a él

Es una bifurcación del camino principal

Por el cual he de pasar

Si quiero alcanzar

La satisfacción plena.


Sonata del patojo agonizante:
 
Resurge patojo, resurge de tus entrañas
Cual ave fénix despreocupada y desertora
Del infame mundo en que por desgracia habitas
Desde las calles aledañas a la iglesia te asomas,
mostrando tus gráciles dotes teatrales
pese a no ser nada de lo que antaño fuiste
pues el odio y la envidia te despojaron
de todo cuanto tenías en aquel triste pasado.
Sabedor eres que una cosa no pudieron arrebatarte,
los que con las flechas, los yugos y los crucifijos
mataron a tus padres, hermanos y allegados.
Esa cosa a la que me refiero no es otra cosa distinta,
que la posibilidad de levantarte y resurgir
de entre las cenizas, lodazales y escombreras
de barro, tierra y  polvo recubiertas.
Para con la palabra y el corazón en la mano
Poder rendir honores de una vez por todas.
A los olvidados, torturados y vilipendiados
por aquel régimen católico-fascista saqueados.
 Lucharon y buscaron tus padres un mundo mejor,
más no hallaron nada más que tristeza y un frío paredón.
Aquella tapia del cementerio de la Almudena en la cual,
ante el fervor de los centenares de fascistas allí congregados,
fueron a perder tan heroicos familiares sus vidas tal cual.
Como perros rabiosos y sarnosos, acribillados, baleados,
fusilados, mutilados, entre sollozos malhumorados.
Pidiendo clemencia ante los gritos inhumanos,
de centenares, sino miles, sacrílegos ciudadanos.
Soledad completa:
El vacío crea ecos persistentes
En las paredes de tu cuerpo en deleble
De cualquier manera tu fin es una miseria
Que se traga como un agujero negro
A la angustia de no saber cuando llega el final.
Esta camino es el embudo por el cual
Pasan todas mis opciones
De alcanzar la felicidad
Y así dejar atrás la soledad.
Sólo así lo efímero que habita en mí
Me abandonará por siempre
Dejando paz y después gloria.
Lo efímero habita en mis entrañas
Lo eterno cohabita en mi desdichada vida
Paso incendiando el bosque con mi aliento
Con mi voz voy quebrando riscos y montañas
Con mis pasos desbordo torrentes y ríos
Loco y desorientado, taciturno y meditabundo.
Mi sombra me pide a gritos, que deshaga el camino,
Quisiera ir más despacio, desoyendo consejos
Pero camino a voz en grito,
sorteando piedras y obstáculos,
saltando roquedales que aparecen a raudales.
Por aquel entonces me enardeció la sangre
Y por el transitar intenso
sintiendo vértigo ante mi paso acelerado
Como toro desbocado
Camino entre tinieblas.
Mi peor herida el cansancio
Mi mejor amiga la arrogancia.
Tu corazón tembló en mi regazo
Y sintió paz y descanso.
Paz al sentirse segura
tras el impacto recio
del temible huracán furibundo
que golpeó tu pecho.
Noches insondables de cubatas
En cuchitriles de mala muerte
Escusados malolientes
qué ofenden la pituitaria
 hasta del más valiente.
 
 
La primavera:
Hondo me dueles primavera
Surges como una llaga agria
En mi dedo índice.
Eres una desgracia que se incrementa
Con el transcurrir de los días.
Juegas con mi esperanza rota
Con mi hastío y mi letargo.
Enciendes tus delirios entre pecho y espalda
Mientras me sueltas para que el viento
Me lleve como a un pelele a su antojo
Delirando entre sollozos.
Tus ráfagas de odio en mis brazos
Acaban con mi aliento
Me trasladan con locura
Mientras la savia nueva
Crece entre los árboles
Como fiebre y sudor, con gran fervor.
 
Las largas noches sin dormir:
Estas luengas noches están en disposición diagonal y así es como se va rebanando nuestras tristes vidas, esfumándose hasta nuestros abatidos ojos que ven pasar los días como si fueran segundos, y los años como si fueran minutos.
La vida es una eterna evacuación de horas, que se esfuman por un plano inclinado de 180 grados en dirección norte. Pasan los días como gestos imperceptibles y en ocasiones desconcertantes fruto del desconocimiento y la ignorancia. Sin embargo el silencio impera en el ambiente hasta que un latido irrumpe entre los muros de nuestra alma imperturbable al transcurso del tiempo.
La tierra se estremece, el silencio sacude los vastos terrenos yermos de vegetación secundados por el graznido de los cuervos apostados en el tendido eléctrico a la espera de un tiempo mejor.
Estos páramos otrora abundantes maizales ahora relucen polvorientos. Por ellos, el aire frio de la austral mañana se esfuma por el horizonte mientras una buena parte de los escombros se levantan reconociendo al viento su esfuerzo por hacerlos volar entre tanto barbecho improductivo y tanta escoria calcinada. Tu rostro ajado delata insatisfacción, mientras transitas por estas vastas tierras carentes de calor humano, carentes de apego por la vida.
 
 

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