La sonrisa:
Lo que hace posible la alegría,
Entre sus virtudes se halla
Convertir lo difícil en lo fácil
Lo complicado en lo sencillo,
Hacer ameno el encargo o cometido,
Liviano, decoroso y exitoso.
Que aunque azaroso sea el trabajo
Ya no importe a nadie un carajo
Es el camino que nos lleva a buen puerto
Olvida los dolores y parchea las heridas
Acaba con la desazón y las mentiras
Cuando al volver de una batalla que
lastima
Te sientas sucia y esquiva.
A
Castilla:
Así es la tierra de Castilla,
triste y gris como ninguna,
antaño rica ahora yerma
de naturaleza muerta
de paisajes quietos.
La
Felicidad:
La felicidad es como un algodón de
azúcar
Que se moja con los sueños
Y se aferra a nuestros dedos
Mientras nadamos entre sonrisas por el
Júcar.
Más las sonrisas no son siempre síntoma
de felicidad
Pues las ahí esquivas y mal
intencionadas
También las hay malévolas y mezquinas
Siniestras, traviesas y lascivas.
Muchas veces son bravuconas
Picaronas, irónicas y vacilonas.
Mi
rutina:
Hice todo cuanto pude hacer
Con el alma despierta
Absorbí un largo trago de rocío
Que parecía ser el final de mi astío
Pero mientras deambulaba por la vereda
Me percaté de que aun quedaba mucho
camino.
Los tallos de las mazorcas han reventado
de fulgor
Ya huele a la flor de la mazorca
aquí, en Burgos y hasta en Mallorca
tierna y reluciente, llena de esplendor.
Con la cera de la colmena
Parcheo mis zapatos rotos
Ha llegado el tiempo de la vendimia
Pronto el vino fermentará en la bodega.
Me recuesto sobre la sombra del abedul
Mientras oigo a los ruiseñores cantar
Observo
con desprecio al gandul
Que con su moto sierra el árbol quiere
talar.
Que fresco chorrito de agua clara y
dulce
Emana de la cercana fuente
En la que las abejas y las moscas
Convergen para finiquitar su sed.
Con la dulzura del verano
En las noches se desgajan pedazos de
cielo
Donde en el manantial cercano
Se vislumbran las estrellas sin velo.
Los
sueños:
Nuestros sueños se hacen realidad:
Soñar, que es soñar para ti,
Soñar es salir a pasear despierto
Y terminar deambulando al otro lado
Sintiendo el cuerpo muerto.
La luna huele a recién nacida
Hace dos lustros que ella salió
Tiene la carita crecida
Desde que el sol la torció.
Una nube la esconde a cada ratito
Para que ella no se enferme al tantito.
A veces mi camino se hace breve
Transitando por las copas de los árboles
Mientras medito entre la humedad del
rocío.
Anoche dejé mi alma dormida e inerte
y salí a caminar con paso ligero
luego corrí como guepardo
y volé como gaviota.
Hablé con difuntos
Me asusté de los fantasmas
Y escapé de los duendes.
Naranjos
y limoneros:
Entre los barrancos y el arado
Crecen limoneros y naranjos
Que en terreno abrupto y escarpado
emergen con sacrificio y esmero.
Río
grande
Quisiera ser río grande
Con multitud de afluentes
Arroyos y torrentes
Que me surtieran de agua y esplendor
Para surtir y alimentar
A cuantos peces me surcaren.
Y dejar que la rana se recueste
Sobre el fondo de mi pecho
Y así tenerla conmigo toda la noche
Antes de que continúe el trecho
Dando saltos siempre al acecho.
Los anfibios inundaren de color mis
aguas
Alumbrando mi corazón adonorem.
El
ciprés:
Detuve mi vista en el ciprés
En cuya cuna mi compañero
Derramó sus ilusiones.
El ciprés de la esquina
Es fuente de vida
Y la vereda por la que accedo a él
Es una bifurcación del camino principal
Por el cual he de pasar
Si quiero alcanzar
La satisfacción plena.
Sonata del patojo agonizante:
Resurge
patojo, resurge de tus entrañas
Cual
ave fénix despreocupada y desertora
Del
infame mundo en que por desgracia habitas
Desde
las calles aledañas a la iglesia te asomas,
mostrando
tus gráciles dotes teatrales
pese
a no ser nada de lo que antaño fuiste
pues
el odio y la envidia te despojaron
de
todo cuanto tenías en aquel triste pasado.
Sabedor
eres que una cosa no pudieron arrebatarte,
los
que con las flechas, los yugos y los crucifijos
mataron
a tus padres, hermanos y allegados.
Esa
cosa a la que me refiero no es otra cosa distinta,
que
la posibilidad de levantarte y resurgir
de
entre las cenizas, lodazales y escombreras
de
barro, tierra y polvo recubiertas.
Para
con la palabra y el corazón en la mano
Poder
rendir honores de una vez por todas.
A los
olvidados, torturados y vilipendiados
por
aquel régimen católico-fascista saqueados.
Lucharon y buscaron tus padres un mundo mejor,
más
no hallaron nada más que tristeza y un frío paredón.
Aquella
tapia del cementerio de la Almudena en la cual,
ante
el fervor de los centenares de fascistas allí congregados,
fueron
a perder tan heroicos familiares sus vidas tal cual.
Como
perros rabiosos y sarnosos, acribillados, baleados,
fusilados,
mutilados, entre sollozos malhumorados.
Pidiendo
clemencia ante los gritos inhumanos,
de
centenares, sino miles, sacrílegos ciudadanos.
Soledad
completa:
El vacío crea ecos persistentes
En las paredes de tu cuerpo en deleble
De cualquier manera tu fin es una miseria
Que se traga como un agujero negro
A la angustia de no saber cuando llega el
final.
Esta camino es el embudo por el cual
Pasan todas mis opciones
De alcanzar la felicidad
Y así dejar atrás la soledad.
Sólo así lo efímero que habita en mí
Me abandonará por siempre
Dejando paz y después gloria.
Lo efímero habita en mis entrañas
Lo eterno cohabita en mi desdichada vida
Paso incendiando el bosque con mi aliento
Con mi voz voy quebrando riscos y montañas
Con mis pasos desbordo torrentes y ríos
Loco y desorientado, taciturno y
meditabundo.
Mi sombra me pide a gritos, que deshaga el camino,
Quisiera ir más despacio, desoyendo
consejos
Pero camino a voz en grito,
sorteando piedras y obstáculos,
saltando roquedales que aparecen a
raudales.
Por aquel entonces me enardeció la sangre
Y por el transitar intenso
sintiendo vértigo ante mi paso acelerado
Como toro desbocado
Camino entre tinieblas.
Mi peor herida el cansancio
Mi mejor amiga la arrogancia.
Tu corazón tembló en mi regazo
Y sintió paz y descanso.
Paz al sentirse segura
tras el impacto recio
del temible huracán furibundo
que golpeó tu pecho.
Noches insondables de cubatas
En cuchitriles de mala muerte
Escusados malolientes
qué ofenden la pituitaria
hasta del más valiente.
La primavera:
Hondo me dueles primavera
Surges como una llaga agria
En mi dedo índice.
Eres una desgracia que se incrementa
Con el transcurrir de los días.
Juegas con mi esperanza rota
Con mi hastío y mi letargo.
Enciendes tus delirios entre pecho y
espalda
Mientras me sueltas para que el viento
Me lleve como a un pelele a su antojo
Delirando entre sollozos.
Tus ráfagas de odio en mis brazos
Acaban con mi aliento
Me trasladan con locura
Mientras la savia nueva
Crece entre los árboles
Como fiebre y sudor, con gran fervor.
Las largas noches sin dormir:
Estas luengas noches están en disposición
diagonal y así es como se va rebanando nuestras tristes vidas, esfumándose
hasta nuestros abatidos ojos que ven pasar los días como si fueran segundos, y
los años como si fueran minutos.
La vida es una eterna evacuación de horas,
que se esfuman por un plano inclinado de 180 grados en dirección norte. Pasan
los días como gestos imperceptibles y en ocasiones desconcertantes fruto del
desconocimiento y la ignorancia. Sin embargo el silencio impera en el ambiente
hasta que un latido irrumpe entre los muros de nuestra alma imperturbable al
transcurso del tiempo.
La tierra se estremece, el silencio sacude
los vastos terrenos yermos de vegetación secundados por el graznido de los
cuervos apostados en el tendido eléctrico a la espera de un tiempo mejor.
Estos páramos otrora abundantes maizales
ahora relucen polvorientos. Por ellos, el aire frio de la austral mañana se
esfuma por el horizonte mientras una buena parte de los escombros se levantan
reconociendo al viento su esfuerzo por hacerlos volar entre tanto barbecho
improductivo y tanta escoria calcinada. Tu rostro ajado delata insatisfacción,
mientras transitas por estas vastas tierras carentes de calor humano, carentes
de apego por la vida.
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