Les
quería contar la historia de Oscar Miñambres, muy pocos se acordarán de él
porque aunque ganó dos ligas y una Champions League con el Real Madrid a
principios de este siglo su carrera se vio truncada cuando sólo contaba con 26
años. “Si al menos hubiera podido jugar hasta esa edad, desde la lesión que
tuve a los 23 años mi carrera fue un auténtico calvario, sólo pude jugar un
puñado de partidos amistosos y unos pocos de liga y copa”. Luego me volví a
lesionar y ya sólo jugué un partido antes de colgar las botas”.
Después
de esa segunda lesión se desvinculó del Real Madrid y lo intentó en el Hércules,
aunque jugaba en segunda por aquel entonces el equipo alicantino, Oscar no vio
inconveniente alguno, lo que necesitaba era jugar y no importaba que fuera en
segunda.
De hecho admite que no le hubiera importado
tener que jugar el resto de su carrera en segunda pese a todo lo que había
ganado en sus primeros años. Con poder seguir jugando como profesional le
bastaba. Pero no hubo forma por más que lo intentó una y otra vez. Al menos se
quedó con la conciencia tranquila de haber luchado hasta el final y sabiendo
que nadie puede pensar que lo dejó porque no tenía ofertas de grandes equipos.
Para los
que no le vieron jugar o ya no se acuerdan de él solo decirles que fue un
lateral habilidoso que le gustaba subir la banda para meter buenos centros. Su
estilo de juego era similar al de Marcelo, quien sabe si de no haberse
lesionado podría haberse erigido en titular indiscutible del equipo blanco como
hizo el carioca. Les dejo con la entrevista que le hizo un conocido diario
español:
Oscar
llega al restaurante en un Mini. A trabajar va con un scooter.
Le encantan los motores: fórmula 1, rally y motos. "Soy muy de Dani
Pedrosa, un tío humilde, mucho más que otros de la parrilla. Yo de pequeño
soñaba con ser piloto", dice. Finalmente, Óscar Miñambres fue futbolista.
Le duró demasiado poco.
Jugó en el Madrid de los galácticos,pero
una grave lesión de rodilla le hizo pasar por un calvario de tres años hasta
decir basta. Con 26 renunció al fútbol y a su dinero. Ahora es estanquero en
Móstoles y tiene una ITV en Illescas, mitad suya y de un par de amigos y mitad
de una empresa que consiguió el crédito. "Llevaba un año en el que solo
corría. Quería jugar y me fui al Hércules, un club de Segunda, con toda la
ilusión del mundo. Llego allí y, después del primer entrenamiento, veo que la
rodilla se inflama. El segundo día, igual.
Al tercero me dije: 'Por más que
lo intente no hay manera'. No podía ni entrenarme, lo intenté unos días más, el
entrenador y mis compañeros me animaban para que no claudicara y siguiera
entrenándome pero no había manera. Fueron días duros hasta que me reuní con el
presidente del club y le expliqué mi situación. El presi lo entendió y llegamos
a un acuerdo para rescindir mi contrato", recuerda ahora mientras come un
trozo de tortilla.
Era 2006. "Dejar el fútbol
significa también dejar de ingresar dinero", cuenta. Lo interrumpe un
camarero que quiere un autógrafo. "Es para mi hijo, está en Colombia, y
todo lo que sea Real Madrid...", le dice. Miñambres tenía una promoción de
pisos en Toledo pero, como tantos otros, se topó con la crisis. "Media
estructura lleva dos años y medio parada... Lo pasamos mal, pero tienes que
buscarte trabajo mientras te preguntas que hubiera pasado si hubiera continuado
entrenando con el Hércules.
Yo no quería trabajar por cuenta ajena, me iba
más ser empresario, quise montar una ITV, pero no nos concedían un crédito.
Pensé entonces que lo más seguro en tiempo de crisis era el tabaco",
cuenta. Compró una licencia y ahora tiene su estanco en Móstoles.
Se
levanta todos los días a las ocho de la mañana, vuelve a casa a comer y luego
vuelve a trabajar hasta las ocho de la tarde. Le ayuda su mujer. "Suele ir
algunas tardes. Por ejemplo, hoy voy a jugar al tenis y se queda ella en el
estanco. Si estoy dos días sin hacer deporte me falta algo. Siempre me gustó el
tenis y desde que me retiré del fútbol es el deporte que más practico".
Miñambres
hace ahora la vida de un trabajador cualquiera. Lejos quedan los tiempos galácticos. Se había comprado una casa en
Boadilla. "La que siempre quisimos tener. La tuvimos que vender porque era
muy cara y ya no tenía los ingresos de cuando jugaba en el Madrid ([tiene dos
hijos, de 4 y 2 años] así que nos hemos ido a vivir de alquiler. Cuando se
estabilice la cosa compraremos una. Tal vez no en el mismo vecindario ni en ningún
otro donde vivan futbolistas y banqueros pero al menos una propiedad que nos
proporcione cierto confort", cuenta.
Come despacio. Y siempre está
sonriendo. "No sé si me he arrepentido. Podría haber aguantado hasta que
la rodilla hubiese hecho crac de nuevo, pero estoy convencido que tarde o
temprano me hubiera vuelto a lesionar y me hubiera tenido que retirar. Era una
cuestión de tiempo, no sé decir si de tres meses, cuatro o cinco, pero no había
forma de recuperarme de manera definitiva. Pero vete a saber cómo se habría
quedado mi rodilla de seguir jugando. Por aquel entonces tenía otras
expectativas lejos del fútbol. Lo que no me esperaba era que llegara la
crisis", recuerda.
Ha pasado de viajar cada dos días
con el equipo -"los hoteles y las concentraciones me mataban"- a
tener que organizar su vida en función del horario de trabajo. "Hay normas
estrictas, no puedes decir 'hoy me pillo libre' porque si no los clientes dejan
de venir a mi estanco y luego es muy difícil recuperar a la clientela perdida.
Y yo que cuando jugaba me quejaba de viajar y de estar siempre fuera... los
futbolistas nos quejamos por vicio. Cualquier otro trabajo es igual de duro y
se gana mucho menos".
Una vez a la semana hace una
escapada a la ITV de la que se encargan dos amigos suyos. Juega al tenis y lo
sigue por la tele. Cuando puede se escapa a Montmeló, Cheste y Jerez a ver
motos y fórmula 1. No pide café y termina de beber tranquilamente su aquarius.¿No
ve fútbol? "No. Hace cuatro años y medio que no piso un estadio. Veo unos
pocos partidos al año por la tele, los derbis y a veces ni eso. No más. Me
duele aquello de no saber hasta dónde habría podido llegar. Pero no es un
arrepentimiento de la decisión que tomé en 2007, si no de lástima por ver truncada
mi carrera por un motivo tan ajeno y a la vez tan cercano a mí, como es mi
rodilla".
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