miércoles, 19 de agosto de 2015

Dejó el fútbol y pensó: "Lo más seguro era el tabaco".

Les quería contar la historia de Oscar Miñambres, muy pocos se acordarán de él porque aunque ganó dos ligas y una Champions League con el Real Madrid a principios de este siglo su carrera se vio truncada cuando sólo contaba con 26 años. “Si al menos hubiera podido jugar hasta esa edad, desde la lesión que tuve a los 23 años mi carrera fue un auténtico calvario, sólo pude jugar un puñado de partidos amistosos y unos pocos de liga y copa”. Luego me volví a lesionar y ya sólo jugué un partido antes de colgar las botas”.
Después de esa segunda lesión se desvinculó del Real Madrid y lo intentó en el Hércules, aunque jugaba en segunda por aquel entonces el equipo alicantino, Oscar no vio inconveniente alguno, lo que necesitaba era jugar y no importaba que fuera en segunda.
 De hecho admite que no le hubiera importado tener que jugar el resto de su carrera en segunda pese a todo lo que había ganado en sus primeros años. Con poder seguir jugando como profesional le bastaba. Pero no hubo forma por más que lo intentó una y otra vez. Al menos se quedó con la conciencia tranquila de haber luchado hasta el final y sabiendo que nadie puede pensar que lo dejó porque no tenía ofertas de grandes equipos.
Para los que no le vieron jugar o ya no se acuerdan de él solo decirles que fue un lateral habilidoso que le gustaba subir la banda para meter buenos centros. Su estilo de juego era similar al de Marcelo, quien sabe si de no haberse lesionado podría haberse erigido en titular indiscutible del equipo blanco como hizo el carioca. Les dejo con la entrevista que le hizo un conocido diario español:
Oscar llega al restaurante en un Mini. A trabajar va con un scooter. Le encantan los motores: fórmula 1, rally y motos. "Soy muy de Dani Pedrosa, un tío humilde, mucho más que otros de la parrilla. Yo de pequeño soñaba con ser piloto", dice. Finalmente, Óscar Miñambres fue futbolista. Le duró demasiado poco.
Jugó en el Madrid de los galácticos,pero una grave lesión de rodilla le hizo pasar por un calvario de tres años hasta decir basta. Con 26 renunció al fútbol y a su dinero. Ahora es estanquero en Móstoles y tiene una ITV en Illescas, mitad suya y de un par de amigos y mitad de una empresa que consiguió el crédito. "Llevaba un año en el que solo corría. Quería jugar y me fui al Hércules, un club de Segunda, con toda la ilusión del mundo. Llego allí y, después del primer entrenamiento, veo que la rodilla se inflama. El segundo día, igual.
Al tercero me dije: 'Por más que lo intente no hay manera'. No podía ni entrenarme, lo intenté unos días más, el entrenador y mis compañeros me animaban para que no claudicara y siguiera entrenándome pero no había manera. Fueron días duros hasta que me reuní con el presidente del club y le expliqué mi situación. El presi lo entendió y llegamos a un acuerdo para rescindir mi contrato", recuerda ahora mientras come un trozo de tortilla.
Era 2006. "Dejar el fútbol significa también dejar de ingresar dinero", cuenta. Lo interrumpe un camarero que quiere un autógrafo. "Es para mi hijo, está en Colombia, y todo lo que sea Real Madrid...", le dice. Miñambres tenía una promoción de pisos en Toledo pero, como tantos otros, se topó con la crisis. "Media estructura lleva dos años y medio parada... Lo pasamos mal, pero tienes que buscarte trabajo mientras te preguntas que hubiera pasado si hubiera continuado entrenando con el Hércules.
 Yo no quería trabajar por cuenta ajena, me iba más ser empresario, quise montar una ITV, pero no nos concedían un crédito. Pensé entonces que lo más seguro en tiempo de crisis era el tabaco", cuenta. Compró una licencia y ahora tiene su estanco en Móstoles.
Se levanta todos los días a las ocho de la mañana, vuelve a casa a comer y luego vuelve a trabajar hasta las ocho de la tarde. Le ayuda su mujer. "Suele ir algunas tardes. Por ejemplo, hoy voy a jugar al tenis y se queda ella en el estanco. Si estoy dos días sin hacer deporte me falta algo. Siempre me gustó el tenis y desde que me retiré del fútbol es el deporte que más practico".
Miñambres hace ahora la vida de un trabajador cualquiera. Lejos quedan los tiempos galácticos. Se había comprado una casa en Boadilla. "La que siempre quisimos tener. La tuvimos que vender porque era muy cara y ya no tenía los ingresos de cuando jugaba en el Madrid ([tiene dos hijos, de 4 y 2 años] así que nos hemos ido a vivir de alquiler. Cuando se estabilice la cosa compraremos una. Tal vez no en el mismo vecindario ni en ningún otro donde vivan futbolistas y banqueros pero al menos una propiedad que nos proporcione cierto confort", cuenta.
Come despacio. Y siempre está sonriendo. "No sé si me he arrepentido. Podría haber aguantado hasta que la rodilla hubiese hecho crac de nuevo, pero estoy convencido que tarde o temprano me hubiera vuelto a lesionar y me hubiera tenido que retirar. Era una cuestión de tiempo, no sé decir si de tres meses, cuatro o cinco, pero no había forma de recuperarme de manera definitiva. Pero vete a saber cómo se habría quedado mi rodilla de seguir jugando. Por aquel entonces tenía otras expectativas lejos del fútbol. Lo que no me esperaba era que llegara la crisis", recuerda.
Ha pasado de viajar cada dos días con el equipo -"los hoteles y las concentraciones me mataban"- a tener que organizar su vida en función del horario de trabajo. "Hay normas estrictas, no puedes decir 'hoy me pillo libre' porque si no los clientes dejan de venir a mi estanco y luego es muy difícil recuperar a la clientela perdida. Y yo que cuando jugaba me quejaba de viajar y de estar siempre fuera... los futbolistas nos quejamos por vicio. Cualquier otro trabajo es igual de duro y se gana mucho menos".
Una vez a la semana hace una escapada a la ITV de la que se encargan dos amigos suyos. Juega al tenis y lo sigue por la tele. Cuando puede se escapa a Montmeló, Cheste y Jerez a ver motos y fórmula 1. No pide café y termina de beber tranquilamente su aquarius.¿No ve fútbol? "No. Hace cuatro años y medio que no piso un estadio. Veo unos pocos partidos al año por la tele, los derbis y a veces ni eso. No más. Me duele aquello de no saber hasta dónde habría podido llegar. Pero no es un arrepentimiento de la decisión que tomé en 2007, si no de lástima por ver truncada mi carrera por un motivo tan ajeno y a la vez tan cercano a mí, como es mi rodilla".


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