miércoles, 5 de agosto de 2015

El niño de Trípoli y el rescate de Jessica Lewis.



                                               El niño de Trípoli:

Semiinconsciente, con la cabeza vendada y un moratón en la mejilla izquierda, el niño de entre ocho y diez años que descansa en la unidad de cuidados intensivos de un moderno hospital de Trípoli no sabe todavía que ha sobrevivido a una catástrofe aérea. Tiene los dos pies rotos y le han operado de urgencia.

 Las enfermeras, tocadas con un blanquísimo velo y la mascarilla quirúrgica puesta, le sonríen y le acomodan el gotero. Él no las ve, aunque abre de vez en cuando los ojos, según las imágenes difundidas por la televisión libia.

Se parece a cualquier otro accidentado, pero su caso es excepcional. Se trata del único pasajero con vida del vuelo 8U771 de la compañía libia Afriqiyah Airways (fundada en 2001 y con un historial impecable) que salió ayer de Johannesburgo con destino a Londres.

 Los otros 103 viajeros han perecido. De ellos, al menos 61 eran holandeses, 22 libios y dos alemanes, entre otras nacionalidades. Las autoridades de Países Bajos creen que aún puede haber más víctimas holandesas.

El aparato se estrelló poco antes de tomar tierra en el aeropuerto de la capital de Libia, unas instalaciones modernas y consideradas seguras. El Airbus A330-200 era nuevo y había pasado las revisiones de rigor antes de despegar en Sudáfrica. Sin embargo, lo que debía ser una escala técnica, para que se bajasen pasajeros y subiesen otros acabó en un accidente tremendo.
La televisión libia que filmó al pequeño intercalaba su rostro con planos de la zona siniestrada. Después dio paso a los expertos. A uno de ellos, el holandés Benno Baksteen, que ha trabajado en KLM, le parecía "increíble que alguien hubiera podido sobrevivir a semejante destrozo".

La muerte es caprichosa, en ocasiones se lleva a alguien que está tranquilamente viendo la tele en su casa y otras veces permite vivir a una persona que viajaba en un avión que se estrella a gran velocidad contra edificios de una ciudad. La vida da esos vuelcos.

Del niño de Trípoli no se sabe aún si viajaba acompañado por un familiar. Es más, mientras el Ministerio de Transporte libio asegura que es de nacionalidad holandesa, en La Haya prefieren no dar datos. Esperan a contar con la lista oficial de pasajeros. Los médicos libios que le operaron aseguraron que estaba "fuera de peligro, sin heridas internas ni órganos afectados".
Las fotos son conmovedoras, el niño está lleno de moratones y tiene los ojos hinchados, pero milagrosamente no tiene heridas internas ni órganos afectados que es siempre lo menos visible pero lo más mortal.

Los nombres de las víctimas llegarán pronto pero para saber las causas del accidente habrá que esperar. Las cajas negras, muy dañadas, han sido recuperadas por los equipos forenses libios, que no han podido evitar el goteo de conjeturas sobre lo ocurrido. Las primeras investigaciones han descartado que la nube volcánica haya influido en el accidente.
 Las cenizas procedentes de Islandia han llegado al norte de África, pero la única afectada por ahora ha sido Marruecos. Según Afriqiyah Airways, debió suceder "algo extraño después del despegue", porque antes "todo estaba en orden". Sobre un supuesto estallido a bordo nadie quiere especular. En señal de duelo, Holanda ha suspendido el arranque de la campaña electoral para las legislativas del 9 de junio.


Bruselas/Ámsterdam (DPA). ¿Un milagro? De los 103 pasajeros del avión Airbus A330 de la aerolínea libia "Al Afriqayia" accidentado en Trípoli, sólo uno se salvó: el niño holandés Ruben. Pero lo que a veces parece un fenómeno inexplicable, para la ciencia y la estadística puede tener algunas razones de ser.

Así, el hecho de que Ruben van Assouw, de 9 años y nacido en Tilburg, al sur de los Países Bajos, sea el único que pueda contar lo ocurrido, puede que no sea producto del mero azar.
Al menos 70, de las 103 víctimas mortales del Airbus A330 de la línea aérea libia eran de nacionalidad holandesa.

En este sentido, según datos de la agencia de control del tráfico aéreo en Europa, Eurocontrol, cuando hay supervivientes en un desastre aéreo, suele tratarse de menores. ¿Por qué?
Apuntan las estadísticas de Eurocontrol que desde 1970, en las mayores tragedias de la aviación comercial, de cada15 supervivientes, ocho eran niños.
Por ejemplo, en el grave accidente de Detroit, en 1987, fallecieron 149 pasajeros, y sólo se salvó un niño de cuatro años.
En otro desastre aéreo registrado en Colombia en 1995, de los casi 50 pasajeros que iban a bordo del aparato siniestrado, salvó la vida un niño de 9 años, con sólo un brazo roto y algunas contusiones leves.
Otra fecha clave fue 1997. En un grave accidente registrado en Vietnam, al estrellarse el aparato cuando iba a aterrizar, perdieron la vida 59 personas y sólo se salvó un bebé de 12 meses.
“Es un milagro que alguien sobreviva a una catástrofe aérea, pero si alguien se salva, suelen ser los niños".

"Los niños tienen una masa corporal menor. Es tan sencillo como que si un adulto o un niño se caen de una escalera, a la misma altura, el adulto sufrirá heridas más graves: si eres más liviano, y ocupas menos espacio, tienes más posibilidades de sobrevivir", explica un experto.

Para Baksteen, el hecho de que Rubén haya permanecido en su asiento fue determinante para salvar la vida. "Si no hubiese permanecido allí, habría muerto también. Debido a su menor masa corporal en el momento del descenso violento del aparato, experimentó menor presión sobre el cuerpo", asegura.
Esa fuerza, según los expertos, es la misma que se experimenta al bajar o subir en un ascensor de manera muy veloz, o, en mucha mayor intensidad, la que experimenta, por ejemplo, el piloto de un avión de combate o un astronauta en el momento del ascenso del cohete (fuerza de aceleración, "G").
La misma situación que ha vivido Ruben, al que hoy, de manera unánime, la prensa holandesa e internacional califican de "héroe", fue la que pasó Juliane Kopcke, de 17 años, cuando el avión en el que viajaba entró en una fuerte zona de tormenta en 1971 e hizo una caída en picado, cuando volaba por encima de la selva amazónica de Perú.

Gracias a que tenía el cinturón de seguridad abrochado, y que su masa corporal era menor que la de un adulto, logró sobrevivir. Ni su madre ni el resto de los 97 ocupantes pudieron contarlo.

Mención aparte merece el caso de la niña de 12 años Bahia Bakari, la única superviviente de la tragedia aérea de un aparato de Yemenia Airlines, accidentado en 2009. El avión en el cual viajaba se estrelló en el Océano Índico, en aguas de las islas Comores. Ella fue la única que sobrevivió, los otros 152 ocupantes del avión perecieron.

Según los expertos, hay algunos consejos útiles, y basados en el sentido común, para incrementar las posibilidades de sobrevivir a un accidente aéreo: sentarse cerca de la salida de emergencia, leer cuidadosamente las instrucciones de seguridad, no beber alcohol para no disminuir los reflejos, o mantener el cinturón de seguridad abrochado durante todo el vuelo. También sentarse lo más alejado posible de la ventana es beneficioso, pues el choque será menor y la posibilidad de escapar caminando por el pasillo central del avión es mayor.





 Otros únicos supervivientes :

En Colombia
Un vuelo de Intercontinental Airlines, que se estrelló en 1995 en Colombia, dejó 51 muertos. El avión explotó en el aire cuando el piloto, al parecer, intentaba un aterrizaje de emergencia cerca de un pantano. La nave golpeó contra un campo y sus restos cayeron a una laguna. Erika Delgado tenía nueve años y fue la única sobreviviente. Sus padres y hermanos murieron en el accidente. La niña fue rescatada por un campesino de la zona, quien la encontró aferrada a unas algas. Erika relató que antes de eso, alguien se le acercó pero no la ayudó, sino que le arrancó un collar de oro del cuello y huyó. La joya se la había regalado su padre.

Milagrosa caída en Navidad
Con 17 años, la alemana Juliane Koepcke fue la única sobreviviente del accidente de un avión de LANSA (Líneas Aéreas Nacionales) en Perú, que dejó 91 muertos. Era la Navidad de 1971 y junto a su madre viajaba desde Lima a Pullcalpa, en la Amazonia, donde su padre trabajaba.

Según PM, viajar en la parte trasera del avión aumenta las probabilidades de sobrevivir a un accidente. El promedio de sobrevivencia en un accidente fatal, según el estudio de PM, fue de 69% en la parte trasera, 56% detrás, sobre e inmediatamente frente a las alas, y 49% la parte del frente.
No se sabe a ciencia cierta por qué, pero es posible que sea porque la mayoría de los aviones se estrellan de frente contra algo, con la nariz primero, y la mayoría de los muertos en un accidente pierden la vida por el impacto.

El que sobrevivas también puede estar determinado por tu edad, o por tu ocupación. Según el blog airsafe.com, de 12 accidentes aéreos con un sólo sobreviviente registrados de 1970 a la fecha, 5 de los sobrevivientes han sido menores y cuatro miembros de la tripulación, pareciere como si el trabajar en aviones ayudase a salvarse en caso de accidente. Tal vez aprenden a saber colocarse y a salir de la nave siniestrada.

9 de julio de 2003: Mohammed el-Fateh Osman, un niño sudanés de dos años, fue considerado "un milagro de Dios" por el ministro de aviación del país tras salvarse del accidente de un Boeing 737 que se estrelló en Port Sudán, con un saldo de 115 muertos. El niño sufrió quemaduras y fue encontrado por un nómada sobre un árbol caído.

Diciembre de 1960: Stephen Baltz, un niño de Illinois de 11 años, fue el único sobreviviente de un choque de dos aviones de pasajeros en Nueva York. Seis personas murieron en tierra, 83 en un avión de United Airlines y 44 en el avión de TWA. Baltz, que iba en el vuelo de United, sufrió quemaduras e intoxicación por inhalación de humo, pero pudo contar la tragedia antes de morir al día siguiente a consecuencia de sus heridas internas.



sin embargo tuvo una vida Cecelia Crocker
Era conocida como la huérfana de Estados Unidos después de ser la única sobreviviente de un accidente de avión.
En 1987, el vuelo 255 de Northwest Airlines se estrelló minutos después de despegar del aeropuerto metropolitano de Detroit, matando a 154 personas a bordo y dos personas en tierra, pero dejando tras de sí un pequeño milagro.
Cecelia Crocker, fue el único superviviente del accidente. Su madre, padre y hermano Dadid, de 6 años de edad, que estaban en el vuelo con ella, fallecieron en el accidente.
Ahora, casi 26 años después, esa niña se ha convertido en adulta, y habla por primera vez para ABC News acerca de la tragedia que cambió para siempre su vida. Ella cree que sobrevivió gracias a su madre, Paula Cichan, que le protegió durante el accidente.

«Pienso en el accidente cada día. Es un poco difícil no pensar en ello cuando me miro en el espejo. Tengo cicatrices en mis brazos y en mis piernas y hasta en la frente», asegura.
En el momento del accidente, la familia de Crocker vivía en Tempe, Arizona, pero su tía y su tío se la llevaron a Birmingham, Alabama, y la mantuvieron al margen de los focos de atención. A pesar de que no recuerda el accidente, Cecielia Crocker, de 30 años ha explicado que «sí tiene en mente el momento en el que entendió perfectamente lo que le había sucedido».
«Me di cuenta de que era la única persona que sobrevivió a ese accidente de avión en la escuela o en secundaria. Recuerdo que me sentía enojada y culpable de haber sobrevivido. ¿Por qué no sobrevivió mi hermano? ¿Por qué nadie más? ¿Por qué yo?»
John Thiede, el bombero que vio primero a Crocker entre los restos, recuerdo el momento de su rescate «cuando nos encontramos, y la encontramos, fue una euforia. Un momento que no puedo describir»

Dará el salto a la gran pantalla
Crocker es una de las cuatro personas, todos sobrevivientes solitarios de accidentes aéreos, que protagonizaran «Sole Survivor», un nuevo documental que llegará a los cines el próximo mes de agosto del 2013.
George Lamson, aparecerá también en el documental, quien, a los 17 años, fue el único superviviente que se encontró con vida después de que el vuelo 203 del Galaxy Airlines cayera en Reno en 1985.

El tercer protagonista se llama Juan Polehinke, su historia es diferente al resto, ya que fue el co-piloto del 5121 Air Com, que cayó segundos después de despegar en Lexington, Kentucky, en 2006. Polehinke asegura que pese al paso de los años todavía lucha con la culpa del superviviente.
«He llorado más que cualquier hombre ha llorado, o cualquier hombre debería ser capaz de llorar», explicado Polehinke. «Mi esposa ha estado allí conmigo para poner mi cabeza en su hombro. Es esa lucha constante de mi voz interior que quiere seguir adelante y la mala que dice que no debería estar aquí». añadió.

El último participante del documental es Bahia Bakari, que tenía 14 años cuando sobrevivió después de que el vuelo 626 de Yemenia se desplomara en el Océano Índico en 2009, y pasara nueve horas aferrada a restos del avión antes de ser rescatada.
El director de la película, Ky Dickens, ha explicado que «ser el único superviviente en una situación así es a la vez una bendición y una carga».

«Lo más importante es que las personas puedan tomar distancia y que vean que los supervivientes son realmente víctimas también. Hay una percepción errónea de que si sobrevives a algo, tienes suerte, pero su vida se ve alterada para siempre, y no es fácil para ellos seguir. Muy pocos se sienten afortunados por ello» añade el director del documental.

«Cuando uno ve las imágenes de los restos, es un milagro y una bendición que alguien saliera viva de eso», explica Jeff Krappitz, que perdió a su abuelo en el accidente donde Crocker sobrevivió
Crocker en la actualidad está felizmente casada y vuela en avión regularmente. Incluso se hizo un tatuaje de un avión en la muñeca. «Muchas cosas, las cicatrices se quedaron en mi cuerpo en contra mi voluntad, y decidí poner esto para mí. Estoy feliz, nunca he sido tan feliz», dice Crocker.
iendo el peor de la historia de la aviación australiana y los motivos de porque el avión se incendio en pleno vuelo nunca han podido ser resueltos. El secretismo militar que existía en plena Segunda Guerra Mundial nunca permitió revelar estos misterios.da en la primera fila después de la cabina de los pilotos. Cuando el avión empezó a sacudirse, George Jr. puso las rodillas contra su pecho justo en el momento en que el avión  colisionó con el suelo, la fuerza del im sentada en la primera fila después de la cabina de los pilotos. Cuando el avión empezó a sacudirse, George Jr. puso las rodillas contra su pecho
. El rescate de Jessica Lewiss
.- Martes 25 de diciembre de 2007 .- Panamá.- Miembros de socorro de Aeronáutica Civil y de Protección Civil hallaron el martes 25 a la aeronave HP-762 y a tres personas fallecidas: el capitán de la aeronave, el panameño EDWIN LASSO, el estadounidense MICHAEL KLEIN, su hija de 13 años y una sobreviviente del accidente de nombre FRANCESSCA "FRANKIE" LEWIS de 12 años que fue rescatada y trasladada al Hospital José Domingo Obaldía.
 La niña presentaba fracturas en brazos y piernas y síntomas de hipotermia debido a que estuvo tres días a la intemperie del lugar que se caracteriza por bajas temperaturas.
Lunes 24 de diciembre de 2007, una avioneta monomotor de bandera panameña matricula HP-762, CESSNA, que salió a las 11: 45 de la mañana de Isla Seca en el Pacifico de Chiriquí, Panamá, con rumbo a Volcán de Chrique se encontraba desaparecida. La noticia corría como la pólvora por el pueblo.
Según los informes el vuelo solo debía durar 45 minutos pero este tiempo nunca se cumplió razón por la que autoridades pusieron voz de alarma, ya que el piloto no notificara su llegada a Volcán ni retorno a su lugar de origen.

El piloto EDWIN LASSO, un norteamericano empresario hotelero de nombre MICHAEL KLEIN y dos menores de edad de igual procedencia. Hasta el momento miembros del Servicio Nacional de Protección Civil), y el Servicio Aéreo Nacional son los que mantienen la búsqueda por los sectores de las localidades de Boquete, Caldera, Cañas Gordas y en las faldas del volcán Barú en búsqueda aérea y terrestre.
Esta era la información que se daba por las radios y televisiones del país.



Unos días después, en concreto el 29 Diciembre la Navidad comenzaba de nuevo para la joven americana. Su madre y sus tíos la esperaban en casa con el árbol de navidad y una cinta de villancicos sonando a bajo nivel pero sonando al fin y al cabo.
Francesca "Frankie" Lewis, la niña que sobrevivió casi tres días atrapada dentro el destrozado fuselaje de la avioneta accidentada llegaba con el semblante serio pero recibiendo el calor de su familia.

 Está afligida como todos nosotros pero hasta cierto punto preparada para superar lo vivido en Panamá y reanudar la fiesta que se perdió a raíz del choque, dijo la madre de la niña.
"Esta mañana cuando se levantó me dijo: '¿mamá, todavía vamos a tener Navidad cuando volvamos a casa?'", dijo el sábado en una entrevista con la madre de la menor, Valerie Lewis.

En casa le esperan sus amigos, familiares y docenas de regalos incluyendo un par de esquís, que para poder estrenar "le queda un camino muy largo", expresó la madre con pesar, pues su hija es una destacada atleta.

"Estaba preocupada porque se perderá el final de la temporada de fútbol en su escuela", pues es defensa en el equipo femenino y también juega voleibol , dijo Lewis. Pero lo importante es que se recupere cuanto antes y pueda pronto volver a realizar las prácticas deportivas que tanto le gustan.

En la escuela conoció a la que era su mejor amiga Talia Klein, hija del empresario californiano Michael Klein, con quienes viajaba en el momento del accidente. Los Klein así como el piloto de la Cessna 172, el panameño Edwin Lasso, murieron en el choque.

"Es lo más duro para ella, porque quería mucho a su amiga y al padre de Talia. Se pone muy triste por ello", añadió Lewis.
El médico que la trata, Samuel Cattán, dijo que la niña está en franca recuperación y podría darla de alta en un par de días.
Antes de partir, la madre dijo que evalúan si "estará lo suficientemente repuesta" para encontrarse con algunos de los rescatistas que la hallaron entre los pedazos de avioneta, quienes también quisieran verla antes de partir.

Los hermanos Manuel y Miguel Vurac, que eran parte del grupo de voluntarios que la encontraron, quieren ver a la sobreviviente para devolverle un arete que perdió.
Los Vurac supieron el sábado de que un avión se había precipitado en las faldas del volcán Barú, a unos 430 kilómetros al oeste de ciudad de Panamá y, haciendo de lado la Nochebuena salieron a buscar aliados entre la población local para largar una misión de rescate. Pero no encontraron eco y decepcionados volvieron a casa.
En Navidad, Manuel le preguntó a su hermano: "¿Te sientes con suerte?" y él le contestó que sí antes de salir a la montaña con las mochilas en las que su madre les empacó frazadas, bolsas plásticas, ropa, agua y comida. Y la tuvo cuando avistó el destrozado fuselaje de la avioneta.

La ex esposa de Klein, Kim Klein, dijo que "estos hombres se merecen el dinero, y lo van a recibir" al referirse a 25.000 dólares que ofreció cuando se reportó la desaparición de la aeronave en que viajaba el empresario californiano con las dos niñas. No consiguieron salvar su vida porque era imposible, tras el accidente murió al instante como su hija y el piloto.

Esto hace más trágica y milagrosa la supervivencia de Francesca, que tuvo que recuperarse del impacto tan brutal que le supuso ver a sus compañeros de viaje muertos, sobreponerse a los golpes y comenzar a caminar por la zona montañosa semi selvática en busca de alguien que la pudiera rescatar.

Los Vurac menosprecian el dinero y creen que les resultaría más beneficiosa una visa que les permita ir a trabajar a Estados Unidos. "Es para poder ganarnos la vida allá y poder volver a ver a la familia, nos resultaría mejor que dinero, pero todo esto ya es cuestión de ella", expresó Manuel.

"Nunca hicimos nada de esto buscando recompensa, ni queremos presionar", añadió en una entrevista.

Klein buscará ayudarles con esa solicitud, pero comentó que "no es como si yo fuera el presidente (de Estados Unidos). Si pudiera conseguírsela, lo haría. Pediré que alguien se ocupe de ello".

Miguel Vurac es electricista en este poblado turístico ubicado en la región montañosa de Panamá. Manuel usa el inglés que aprendió los cinco años que trabajó legalmente en Estados Unidos reforestando montañas del norte de ese país, para hacer reparaciones caseras para los extranjeros que visitan esa localidad.
En 2002, los hermanos Vurac salvaron a dos empresarios panameños que cuyo avión se estrelló en el volcán.

Con fractura en uno de sus brazos, síntomas de hipotermia debido a las bajas temperaturas, traumas a nivel muscular y alteración de sus funciones renales, Francesca Lewis, de 12 años, está sana y salva, después de 72 horas en la selva.
Jessica fue evacuada en helicóptero por los grupos de rescate y trasladada al hospital Mae Lewis en David, capital de la provincia de Chiriquí, al oeste de Panamá.
Jessica se encontraba "estable, era un milagro que hubiera sufrido tan pocas 
heridas. 

Sobrevivió bebiendo agua de un río y comiendo unas pocas chucherías que quedaron esparcidas por la avioneta y alrededores. Los dos últimos días no pudo comer nada porque no encontró frutales, tan sólo algunas palmeras a gran altura a las que intentó con piedras arrebatarles algunos cocos sin éxito alguno.

A raíz de su recuperación, muchos periodistas se han interesado de su historia y le han propuesto escribir una novela autobiográfica centrándose en su accidentado viaje a tierras panameñas. Jessica que cuenta con 21 años sigue estudiando y prefiere esperar a que pase más tiempo para decidirse a escribir sobre lo ocurrido.
De momento se limita a contar con cuentagotas lo que ocurrió en esa avioneta, no le gusta explayarse acerca de lo que hizo tras abandonar la avioneta y comenzar a buscar a sus rescatadores.

Como la montaña no iba a Mahoma, Mahoma fue a la montaña. Jessica esperó en la avioneta la llegada de los rescatadores por muchas horas, hasta que a media tarde del día posterior al siniestro decidió descender las faldas del volcán para llegar a una población.

No veía ninguna casa desde ningún montículo, descendió hacia una hondonada pensando que tal vez habría un río que le facilitaría el camino hacia la civilización, pero no encontró corriente de agua alguna, por lo que siguió un angosto camino en dirección norte sin saber a dónde le conduciría.

Sabía que la forma más rápida de llegar al mar era en dirección oeste, pero no había ningún camino más que en dirección norte así que me decanté por seguir esa ruta.
Me dolían las piernas de tanto caminar y el estómago por tantas y tantas horas que llevaba sin injerir ningún alimento. El último día me sentía tan debilitada y me vi en una situación tan delicada que me planteé el arrancar la hierba del suelo para ver si eso me servía para aplacar el hambre.

Por fortuna no tuve que recurrir a ese remedio tan drástico que podía resultar tan dañino para mi estómago. Unos rescatistas me encontraron cuando estaba a punto de claudicar y de tirarme al suelo. Me veía agonizando en un par de horas cuando me encontré con ellos.

Me preguntaron si era la hija de Michael Klein, les dije que no, que estaban muertos todos, piloto, padre e hija. Se llevaron una desilusión muy grande. Creo que hubieran preferido que se salvara el padre o la hija porque eran los familiares de la mujer que se había comprometido a pagarles una gran cantidad de dinero por el rescate de su marido y de su hija.  Aunque la viuda finalmente les pagó todo lo estipulado en un gesto que le honra.


Muchos periodistas
El avión terminó destruido en Reno, Nevada, USA, de acuerdo con el reporte, el accidente fue ocasionado por culpa del copiloto quien no supo monitorear la velocidad del avión en relación al despegue. En la actualidad George Lamson Jr. está casado, tiene un hijo y ha pedido a la prensa

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