miércoles, 5 de agosto de 2015

El tenebroso hospital de Bussot.


Busot es un lugar idílico para pasar unos días de vacaciones estivales, montaña, playa temperaturas cálidas y una suave brisa que ayuda a disfrutar de las vistas diurnas.

Pero por la noche el lugar se convierte en sombrío y huraño, donde sucesos paranormales y fuerzas maléficas parecen darse cita con bastante frecuencia para asustar a los numerosos amigos del misterio que recorren centenares de kilómetros en busca de hospitales , casonas, fincas y demás edificios abandonados en medio de la espesura del bosque en busca de emociones fuertes .  Y si estas emociones son reproducidas a través de cintas magnetofónicas, de móviles, portátiles, tablets o cámaras fotográficas mejor que mejor.

Quiero continuar contando historias tenebrosas acaecidas en suelo español. Esta vez no se trata de un lugar dónde se produjo una tragedia sino de un emplazamiento que respira misterio por los cuatro costados debido en parte a su antigüedad, a las leyendas que se cuentan y a sus diversos moradores.

La gran mayoría por no decir todos conocemos un hospital abandonado de donde, inevitablemente, se cuentan historias fantasmagóricas y paranormales de todo tipo.

A mí siempre me habían hablado de un antiguo hospital de tuberculosos en Aguas de Busot (Alicante). Comenzaban contándote la extraña experiencia que tuvo el primo del amigo de fulano cuando visitó el edificio y terminan diciendo que era un lugar donde la enfermedad, el sufrimiento y la muerte rondaban por sus pasillos, y un buen día, de repente, todo el mundo desapareció sin explicación alguna, lo típico.

Me interesé mucho por el tema y empecé a preguntarle a todo el mundo si conocía la historia. La sorpresa me la llevé cuando resultó que tenía el mejor testimonio en mi propia casa.

Lo que se cuenta del edificio en la etapa de hospital  es muy distinta a la realidad del lugar, a diferencia de los sanatorios que eran lugares destinado a la asistencia y curación de enfermos y convalecientes, el de Aguas de Busot no era más que un preventorio, destinados a la prevención (como su nombre indica) del desarrollo y propagación de enfermedades, como la tuberculosis infantil.

Se buscaban ubicaciones en el campo, aislados, y en alto, para la respiración del aire puro, o incluso aprovechando la existencia de aguas termales. 

Y en cuanto al cierre del preventorio, simplemente la tuberculosis desapareció, nada de sucesos macabros ni extraños, algo tan bueno y esperanzador como la erradicación de una enfermedad tan devastadora como la tuberculosis.

A diferencia de los jóvenes que se acercan allí en busca de algún susto que otro, yo fui hace unos años con mi familia, dispuesta a saber un poco más de la historia de aquel lugar y con ganas de fotografiar todo lo que quedara en pie. Fuimos a pleno día, pero los nubarrones negros y la imponente imagen del edificio dejándose ver entre las montañas… mentiría si no dijera que el paisaje era escalofriante. 

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Aunque estaba muy deteriorado y amenazaba con derrumbarse en cualquier momento, pudimos entrar y ver (algunos rememorar) las ruinas de lo que un día fue un lugar de descanso y recuperación. El aire puro y fresco junto a la tranquilidad del paisaje no inspiraba sufrimiento ni dolor, más bien lo contrario, al menos en la actualidad.

En 1844, el Conde de Casas Rojas Don José levantó dos edificios, uno para los clientes menos acomodados y otro (el Hotel Miramar) para los clientes más pudientes.
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El Hotel Miramar cerró hacia 1920 y en 1936, el edificio fue adquirido por el Estado y se convirtió en un Preventorio Nacional Infantil destinado al tratamiento de niños con tuberculosis. Cerró sus puertas en la primavera de 1967, cuando se erradicó la enfermedad de la tuberculosis, se abandonó el edificio. El edificio fue adquirido en 2006 por Valentín Botella con el fin de ser restaurado y construir un nuevo Balneario.  En 2010 estaba previsto que el proyecto estuviera terminado y abierto al público. 

El Balneario incluirá un Hotel de 5*, piscinas, termas, masajes, sauna, salas de relax, gimnasio, zona deportiva, sala de convenciones y restaurante. El complejo contará con 120 habitaciones y otros tantos alojamientos de uno, dos y tres dormitorios. Los jardines que rodearán el complejo contarán con plantas medicinales, árboles frutales y senderos peatonales.

Leyendas
Presuntos fantasmas que aparecen reflejados en espejos, damas blancas, rostros que miran desde la nada, sombras en los pasillos y voces insólitas, entre otros fenómenos inexplicables, han sido asociados a este inmueble.
Cuenta la leyenda que una Dama blanca se aparecía a algunas personas reflejada en el espejo al que se llegaba al subir las escaleras que conducían a la primera planta.

Algunos decían que la Dama blanca reía y lloraba al mismo tiempo y otros que si la dama reía significaba que todo iba bien mientras que si su mueca era de sollozo significaba que algo malo iba a suceder.
Algunos identifican a esta dama blanca con la primera esposa que había tenido el conde de Casas rojas, antiguo propietario del balneario.

Muertes
Oficialmente, no consta que muriera ningún niño en el preventorio.
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Sin embargo, si que hay constancia de tres muertes, todas ellas adultos y empleados del preventorio: una enfermera que murió incinerada en un incendio que se produjo en una habitación del personal por culpa de un brasero colocado en una mesa camilla; una muerte por enfermedad y otra por insolación.

Testimonios
Arriba explico a malas penas como era la vida allí, pero cómo mi fuente de información no recordaba muchas cosas, he tenido la gran suerte de que un antiguo interno del hospital se pusiera en contacto conmigo y que me contara cosas muy interesantes.
Después de este relato entendí que aquel era un lugar mucho más escalofriante de lo que parece hoy en día, y no me refiero en absoluto a los supuestos sucesos paranormales que allí se dan:

"Pasillos largos, sombríos e inciertos (no se sabía donde acababan, ya que muchos accesos estaban prohibidos a los niños). La percepción era la de un laberinto tétrico en el que uno no se debía aventurar. Siempre se caminaba en fila. Sólo era de chicos.
Las ventanas de los dormitorios permanecían abiertas, incluso por la noche. El frío obligaba a usar antiguas camisetas de felpa. Era frecuente tener sabañones debido a las bajas temperaturas. Para ir al lavabo, había que solicitar previamente papel higiénico a otro niño que tenía la responsabilidad de administrarlo con mesura y luego dar cuenta de ello.
Casi nadie iba a los lavabos en horas nocturnas debido al miedo de andar solos por corredores y pasillos. Los comedores estaban en la planta baja y la luz natural era escasa por lo que se complementaba con luz eléctrica.
A los niños que se orinaban en la cama por miedo a salir de sus cuartos de noche, se les exponía en el aula, después del desayuno al día siguiente, envueltos en sus correspondientes sábanas mojadas. Después, a la hora de comer, se les ponía juntos y apartados en una misma mesa (el olor a orín era tremendo).
El dinero de los niños se administraba por un empleado y existían normas muy estrictas para ello (ningún niño podía pedir dinero propio más allá de lo establecido). Normalmente era para comprar materiales de trabajos manuales y correspondencia (sobres, sellos, hilos, cartones, celofán, pegamento, etc). 
Las visitas de familiares eran muy escasas.
Las monjas eran muy estrictas, sobre todo una, Sor Tránsito, ella era la que más humillaba a los niños, sin importarle la edad de los mismos.
No creo que muriesen muchos niños, ya que aquel sitio era un preventorio y no un centro para enfermos graves o terminales.
Había una vigilancia sostenida sobre la evolución del estado de salud de los niños. El programa médico se cumplía a rajatabla. No se hacía ejercicio físico pues desafortunadamente no contaban con canchas deportivas y tampoco les sacaban a correr ni tan siquiera a caminar por los pinares colindantes.
Según el nivel de salud de los pequeños pacientes, se les conocía como "pocho", "pocho-relativo", "relativo", "relativo-alta" y "alta". Al llegar a este nivel, los niños volvían a sus casas."

He de apuntar que este relato cuenta la realidad del lugar en el año 54, otro testimonio de principios de los 60 varía algo, pero no demasiado:

Las monjas eran igual de estrictas, de hecho me contaban que pegaban puñetazos en la espalda a los niños enfermos.
Si te portabas mal te encerraban en una habitación con paredes blancas y te obligaban a mirar una fotografía de la virgen fijamente para que luego se apareciera “milagrosamente” en las paredes.
 En este año había niños y niñas pero no convivían, sólo se encontraban para comer. La comida era excelente.
Dormían 6 niños por habitación y se entretenían mirando el mar y viendo pasar los barcos.
En esta época las visitas, a diferencia de los años 50, eran bastante frecuentes, eso sí, para los niños menos enfermos.

Las diferencias en casi una década son algo esperanzadoras, también hay que tener en cuenta que son dos relatos diferentes, de dos personas con diferentes vidas, edades y percepciones de la realidad. Si en algo coinciden los dos es en la sensación de soledad que allí se sentía, las monjas no sentían ningún apego por los niños, más bien todo lo contrario.


Muchas personas que se han quedado a dormir en el edificio abandonado relatan multitud de fenómenos anómalos y ruidos incomprensibles que se escuchan en la quietud de la noche.

¿Qué o quién produce esos ruidos y esas extrañas sensaciones?
Eso creo que nunca lo sabremos pero lo que si es cierto es que alli el miedo y el misterio se sigue parpando en el lugar, una joven que permaneció allí por dos días nos relataba que intentó hacer un video y que despues de grabar unos minutos se escuchaba un ruido bastante fuerte, cosa que alli en el lugar no se escuchaba nada, aquel lugar es un bosque y tiene los sonidos habituales de ramas moviendose o pajarillos cantando, además nos cuenta que en todo momento se sintió como si cientos de ojos estuvieran pendiente de lo que ella y su acompañante hacían.
Quizás se ha quedado impregnado aquel lugar del sufrimiento y el terror que vivieron los niños al ser separados de sus padres y hermanos, y al dolor de las enfermeras que allí perdieron la vida por diferentes causas antes expuestas.



Sea como fuere Busot es un lindo emplazamiento  que merece la pena visitar. Turismo de montaña y de playa en un bello lugar al que invito a todos los lectores que lo visiten si tienen la posibilidad de viajar a tierras alicantinas. Los pinares y el azul turquesa del mar mediterráneo hacen de este lugar un marco incomparable para pasar un día de asueto haciendo pic nic con amigos y o familiares.

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